Capítulo 4 (Te has vuelto mi necesidad)

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De manera inmediata, Degel le quitó aquel abrigo que llevaba completamente mojado y lo aventó al suelo mientras le colocaba el suyo para que pudiera calentarse.

— Camus, así solo conseguirás resfriarte. Me hubieras marcado y sin problema hubiera ido por ti — Respondió Degel mientras lo guiaba a su habitación.

— Me quedé sin pila, estaba terminando unos trabajos para poder venir con usted pero se me hizo tarde — Susurró el joven de cabellos rojizos, aunque no entendía porqué lo llevaba a su habitación.

Degel tomó un poco de aire — Te darás un buen baño y te prestaré algunas prendas... ¿De acuerdo?

Camus simplemente pudo asentir nada más, al llegar a la habitación de Degel esperó que lo guiara al baño.

— Pasa Camus, adentro está lo que necesites... — Contestó Degel mientras caminaba hasta donde estaba su clóset y así poder prestarle algunas prendas, no lo podía dejar así.
Después de buscar algo que le sirviera tomó la ropa y se la entregó al joven para que pudiera bañarse.

Cuando Camus cerró la puerta del baño, Degel se fué a su cocina para prepararle un té a su alumno para que entrara en calor, lo que menos quería era que se enfermara por su culpa.

Aunque trataba de controlar sus impulsos, muy en el fondo no podía contenerse, teniendo a Camus en su casa, completamente solos, no quería que él fuera tachado como un pervertido.
Cuando estuvo listo aquél té caliente de frutos rojos se lo llevó hasta su habitación y esperó que Camus saliera de bañarse para poder entregárselo.

No demoró mucho en salir, solo que traía una toalla enrollada en su cabeza y con una bata de baño.
No entendía porqué había salido sin las prendas que le había entregado.
Trató de disimular pero no podía porqué el sonrojo de sus mejillas lo delató.

— Disculpe maestro Degel, no pude ponerme su ropa, me queda un poco grande — Susurró con una sonrisa tierna llevando entre sus brazos aquellas prendas que le presté.

De manera repentina Degel se volteó para evitar seguirlo viendo de esa manera — En el mueble te dejé tu té, tómatelo antes de que se enfríe — Señaló de espaldas, sin tratar de mirarlo  caminó hasta su clóset nuevamente y sacó otras prendas que quizá puedan servirle, una talla más chica que la anterior.

Camus solo lo miraba de manera divertida, en vano Degel trataba de disimular su nerviosismo  al ver los movimientos torpes que hacía. Se quitó la toalla que envolvía su cabello húmedo y tomó la taza de té para comenzó a darle pequeños sorbos porqué aún estaba caliente.

— Maestro Degel... No necesita disimular conmigo como si yo fuera algo que no debe ver — Respondió de manera divertida — Siendo sinceros, no puedo tapar el sol con un dedo, es decir... Ya usted miró las fotos que envié por error, que más puedo esconder.

Degel al escuchar eso, se quedó asombrado, tenía razón el chico pero también eso no quería decir que lo miraría con morbo, aún así buscaba ser respetuoso pero era su debilidad.
Respiró hondo para tratar de estar lo más tranquilo que podía y se acercó a él.
De manera tranquila le retiró la taza de las manos para dejarlo en el mueble, mientras lo miraba a los ojos.
Camus un poco apenado agachó la mirada, pero en el momento que Degel intentaba tomarlo de las manos, el joven de cabellos rojizos se dio cuenta de las marcas que tenía su profesor en las muñecas.

— Estas marcas.... — Susurró pasando lentamente sus yemas sobre aquellas marcas que se veían muy notorias — ¿No le duelen?

Degel dejó escapar un suspiro, no sabía si contarle aquellos detalles que pasa con Kardia — Quisiera no hablar de ello — Después de decir esto desvió la mirada pero Camus hizo algo que no se esperaba.

A manera de juego inocente tomó las manos de Degel y besó tiernamente esas marcas.

— Siempre adoro que mis padres hagan eso cuando me lastimo — Respondió Camus con una tierna sonrisa, esa felicidad que irradia lo ha cautivado.

— ¿Tus padres no se molestarán que ya es tarde? — Cuestionó mientras lo seguía admirando como la octava maravilla.

— Ellos salen muy a menudo de viaje,  no están en casa — Contestó sin soltar las manos de su maestro.

— Camus...

— Maestro Degel...

Ambos se perdían en la mirada del contrario.

— En la escuela seré tu maestro... Pero aquí simplemente dime Degel — Susurró mientras acortaba más la distancia entre ambos quedando cada vez más cerca frente a frente.

— Degel... — Susurró al notar sus intenciones.

— Besar tus labios es mi sueño... Tengo tanto que entregarte, quiero en un solo instante hacer feliz a tu corazón — Degel tomó el rostro de Camus como si de algo frágil se tratara. Lentamente se acercó para probar de sus labios, un beso tímido.

El joven de cabellos rojizos sentía como su corazón comenzaba a latir con más fuerza, ni siquiera con Milo experimentaba esas distintas sensaciones que recorrían su cuerpo totalmente de pies a cabeza.

Fué cediendo a ese beso que lejos de tomárselo a mal, lo disfrutaba porqué no podía creer que aquel maestro que siempre se porta a la altura en la escuela y que jamás cede ante las insinuaciones de las estudiantes más populares de la escuela... Ahora era él quien no podía  creer lo que pasaba, siendo la pareja del hermano de Milo.

— ¿Es solo un sueño verdad? — Susurró Camus entre ese beso.

Degel lentamente fué rompiendo ese momento entre ambos, colocó sus manos en la cintura de Camus y lo miró a los ojos.

— Camus... No sé desde cuando te volviste en mi necesidad. Tenerte siempre es lo que querido.

— ¿En que forma? — Respondió confundido Camus.

— Para siempre...

El joven de cabellos rojizos al escuchar esas palabras se quedó asombrado, Degel tenía una forma muy particular de expresar sus deseos.
Muy diferente a Milo, si por el fuera su relación simplemente se basaría en tener intimidad y ser un poco brusco con él.

Entonces.... ¿Cómo sería Degel? ¿Y que eran esas marcas que traía en sus muñecas?.
No lo sabía pero en realidad él quería ir más allá con Degel.

— Esto está mal... Pero quiero probar — Pensó Camus al darse cuenta a donde iba todo esto.

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Lo iba a subir mañana, pero no jeje aquí está el otro capítulo, un abrazo 🥰🥰🥰

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