Capítulo 67 (Lo hago por él)

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Nadie lo conocía, era un lugar muy extraño para él, nadie más hablaba otro idioma, tenía la mala suerte de que solo encontrará gente que hablara en francés y eso no le ayudaría para nada sobre aquel lugar donde Manigoldo le comentó

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Nadie lo conocía, era un lugar muy extraño para él, nadie más hablaba otro idioma, tenía la mala suerte de que solo encontrará gente que hablara en francés y eso no le ayudaría para nada sobre aquel lugar donde Manigoldo le comentó.

- Debo estar muy loco para venir a buscar a alguien a costa de mi vida - Susurró Milo con desgano tomando asiento en el borde de la fuente.

El dinero que traía se le estaba terminando, incluso llegaba a pensar que la idea de venir a buscar a Dégel era una locura.
Cuando estuvo por levantarse de aquel lugar un idioma parecido al suyo lo hizo buscar repentinamente con la mirada de dónde provenía aquella voz.

Era una mujer de cabellos castaños obscuros, en sus manos sostenía un libro y al parecer la joven le daba indicaciones a unos turistas que pasaban por ese lugar.

Sin perder mas el tiempo Milo se levantó de su lugar y con pasos firmes se acercó a la joven para pedirle un poco de su ayuda.

- Oye...

La joven levantó su mirada para poder observar quien era la persona que la llamaba, aunque Milo se perdió momentáneamente en aquellos ojos de color chocolate, aunque la joven esperó pacientemente aquel caballero de cabellos ceruleos hablara.

- Je peux vous aider? (Puedo ayudarle)

- ¿Que? - Cuestionó Milo sin poder entender aquella frase.

La joven cerró su libro y lo dejó justamente en el lado derecho donde ella se encontraba sentada.

- Eres extranjero ¿Verdad? dime ¿En qué te puedo ayudar?

Rápidamente Milo sacó de aquella maleta que llevaba en sus manos la fotografía que tomó esa ocasión cuando entró a la casa de Dégel. Aquella dónde menciona el nombre de la famosa mansión y sobre todo era la única pista que tenía para poder llegar.

La joven tomó el papel con cautela para poder ayudar a ese adorable caballero, mientras su mirada observaba cada detalle de se lugar en la fotografía.

- Necesito encontrar este lugar en calidad de urgente.

- Chateau de Fauré - Susurró la dama, aunque el sitio le resultaba muy conocido, rápidamente guardó su libro dentro de su mochila y le entrego a Milo la fotografía.

- Ven, puedo guiarte..  El sitio está muy cerca de aquí.

Ante esta noticia, Milo se alegró por qué después de varios días estar en un lugar que no conoce  a nadie, se le estaba haciendo demasiado tedioso la situación, nadie aceptaba ayudarlo y eso era desesperante por qué no avanzaba en su búsqueda.

- Espero no quitarte el tiempo, tan solo dime cómo llegar y ya.

- Descuida, de hecho solo estaba leyendo así que no te preocupes.

Ambos comentaron a caminar por aquel lugar repleto de personas que caminaban ese sitio, los dos se presentaron con su nombre y un amistoso apretón de manos; al llegar a la esquina, la joven detuvo un taxi para que los pudiera llevar a la gran mansión de los Faure.

- Aún no comprendo como siendo un lugar demasiado grande las personas no me dieran respuesta cuando les preguntaba sobre el lugar.

La joven abrió la puerta del taxi, le dió indicaciones al taxista y después invito a Milo a subirse también; aunque el griego dudó por unos momentos tanta amabilidad de la joven, no cuando se encontraba en un país ajeno al suyo.

- Es normal que no te sientas en confianza pero... Si te hace sentir mejor yo estoy hospedandome cerca de esa mansión a la cual tu quieres llegar.

Milo dejo escapar una sonrisa ladina, tomó  su maleta y se subió al taxi seguido de la joven de cabellos castaños, el auto comenzó a tomar su marcha con destino al sitio que le indicaron, poco después la dama comenzó con romper ese silencio entre los dos.

- ¿De que país eres?

- Soy de Grecia... Aunque en realidad no vine por gusto o por qué quiera vacacionar, de hecho tengo el tiempo en mi contra.

- Oh vaya - Susurró la joven llevándose una mano a su boca - Es... ¿Un viaje de negocios? De ser así le puedo decir al taxista que si puede ir un poco más rápido.

- ¡No! - Exclamó Milo nervioso - No, de hecho estoy buscando a alguien, solo eso.

- Espero que no sea un tema de secuestro o algo así.

- Para nada - Milo movió sus manos negando aquellas palabras - Solo vine por qué...

No sabía cómo responder a una joven que apenas y conocía, pero también era la única persona que se había detenido ayudarle a diferencia de los demás franceses que se encontraba en su camino.
Desvío su mirada para perderse en el paisaje que aquella ciudad de París le brindaba, en algunos lugares había edificios altos, otros más eran lujosos restaurantes y a lo lejos se podía divisar la punta de la torre Eiffel.

- Estoy aquí por qué quiero ayudar a mi ex pareja - Susurró bajando la mirada en un tono melancólico.

- Espera... ¿Que? - Cuestionó la joven - ¿Sabes? Es muy raro que alguien intente ayudar a su expareja después de terminar una relación.

- Esto es muy difícil de entender señorita - Añadió Milo - Aunque no creo conveniente hablar en este lugar, preferiría un poco de privacidad.

Los señalamientos de la calle anunciaban que tenían a escasos metros la mansión de los Faure, la joven le dió indicaciones al taxista para que se detuviera en frente del hotel donde ella se hospedaba.

Milo sacó la cartera  de su bolsillo, sin embargo fue la joven quien se negó rotundamente.

Cuando bajaron del auto lo primero que hizo Milo fue observar aquella mansión desde el suelo hasta en lo alto.
Afuera contaba con publicidad donde se ofrecía como un gran salón de fiestas de ensueño, ahora su verdadero dolor de cabeza era encontrar a esa tal Fraille Faure.

- Bueno, aquí estamos - Señaló la joven la gran mansión que parecía como un hermoso lugar encantando salido de un cuento de hadas.

- Dudo que sea difícil entrar ¿Verdad? - Contestó Milo observando a los guardias que se encontraban en la entrada bebiendo café.

- Eres muy extraño - Susurró la joven al verlo desde los pies a la cabeza - Espero que no sean problemas... Mejor me pasó a retirar a mi habitación.

La joven se dió la media vuelta dispuesta a entrar al hotel sin embargo la mano de Milo la detuvo.

- Sé que esto es difícil de explicar tan rápido pero... Necesito tu ayuda por favor. Si lo hago solo quizá sea tarde para encontrar a la persona que estoy buscando.

- Pero... - La mirada de la joven se posaba en aquellos zafiro de aquel hombre que conoció repentinamente, luego observó la mansión y su vista regresaba al griego. Cerró por un momento sus párpados intentando pensar mejor las cosas, después de todo eso se sacaba por intentar siempre ayudar a los demás.

- De verdad no puedo hacerlo solo.

- ¿Has intentando llamar a la policía?

- Quiero explicarte la situación lo más rápido que pueda por qué el tiempo está en mi contra... Solo te puedo decir que si no me apresuro no podré regresar a tiempo al padre del hijo que espera mi expareja.

Los ojos de la joven se sobresaltaron al escuchar esto, asombrada se llevó su mano izquierda a su boca y nuevamente dirigió su mirada a la mansión.

- ¿Digamos qué... Lo tienen secuestrado? - Cuestionó la joven con curiosidad.

- Algo así y aquel hombre debe estar dentro de esa mansión.

Milo señaló aquel lugar con molestia, aunque la idea no le resultará cómoda lo hacía por Camus y por su hijo, verlo sufrir le dolía en lo más profundo de su corazón.

- Lo hago por él...

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