Capítulo 65 (Más allá de la lealtad)

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Se miraba así mismo en un lugar rodeado de nieve, a lo lejos los majestuosos hielos perpetuos reflejaban los primeros rayos del amanecer para dar paso a otro día más

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Se miraba así mismo en un lugar rodeado de nieve, a lo lejos los majestuosos hielos perpetuos reflejaban los primeros rayos del amanecer para dar paso a otro día más.
Aunque...

Estaba justamente detrás de un joven de cabellos rojizos que le daba la espalda, con pasos cautelosos se fue acercando hasta donde se encontraba aquel chico quién mantenía su mirada ante ese frío paisaje.

- Es triste dejar el lugar que dentro de ciertos años volveré pero como maestro de mi alumno.

- Sin conocer a tu alumno tiene al mejor mentor.

Cuando aquel joven se dió la media vuelta se perdió entre la belleza que irradia ese pelirrojo, tan solo bastaba perderse en esos rubíes para sentir como su corazón latía de manera desenfrenada queriendo salir de su lado izquierdo.

- Cada día que pasa, me he dado cuenta que no quiero despertar de este sueño. Temo por que llegue el día que deba regresar a mi era y no poder verte nunca más.

En ese momento fue aquel caballero de largos cabellos verdes portando una armadura dorada que destellaba con los rayos del sol, tomó las manos del contrario poco a poco para llevarlas a la altura de su corazón.

- Ten por seguro que mi vida entera te la regalaría si te vuelvo a ver.

- Hay personas que están juntas pero no se aman de verdad y también existen seres que realmente se quieren y se aman pero no pueden estar juntas... No es nuestra excepción, nos divide un gran lapso de tiempo entre una era y otra.

- En está era no se puede estar juntos para toda la vida, sin embargo yo ya pedí que cuando nos volvamos a ver, en esa nueva vida seas para mí.

La razón y sus corazones permanecían en conflicto interno por no saber que les depara en el futuro, saber que en cualquier momento aquel joven de cabellos rojizos debe regresar, tampoco podía seguir ocultando lo que realmente sentía.
Era su necesidad y estaba realmente feliz de ver qué sus sentimientos si eran correspondidos por él, aunque tener un futuro juntos era una idea que se maldecía internamente por qué el destino era demasiado cruel e injusto.

" Si nuestro destino en esta era no es estar juntos, yo te agradezco que me regales un poco de tu tiempo y ser parte de tu vida"



Estas últimas palabras hicieron que aquel joven de cabellos verdes abriera repentinamente sus párpados.
Sentía un fuerte dolor de cabeza de manera inmediata llevó una de sus manos a su frente pero al ver que en una de ellas tenía conectado catéter que le suministraba suero rápidamente giró su cabeza para observar sus entorno.

- ¿Pero que hago aquí? - Se cuestionó así mismo, nuevamente un dolor insoportable hizo que se acomodara nuevamente sobre la camilla.

No entendía por qué veía su alrededor borroso, esas paredes estaban totalmente pintadas de color blanco y lo único que llevaba puesto era una bata de color verde.
El molesto sonido de ese infernal aparato sonando a cada segundo comenzaba a desesperarlo.

- ¡Maldita sea que hago aquí!

Exclamó molesto arrancándose el catéter de la mano izquierda y aventandolo lejos de él. No le importó en absoluto que comenzara a brotar sangre del dorso de su mano, el dolor no era comparado a esas fuertes punzadas de su cabeza, sentía como si varios cuchillos quisieran perforar su cráneo para llegar hasta el fondo.

La puerta se abrió repentinamente, la joven que estaba a cargo de aquel paciente dejó caer los papeles que llevaba en sus manos, después de mucho tiempo por fin había despertado.

- Por favor den aviso al médico que está a cargo del piso que el paciente por fin despertó - Fue la orden de aquella joven para uno de los enfermeros que pasaba por ese mismo pasillo.

Dégel rápidamente se levantó de la camilla colocándose a la defensiva por qué jamás en su vida había visto a esa mujer.

- Espere señor, no quiero hacerle daño. Soy una de las chicas que contrató su madre para poder estar al pendiente de usted.

Poco a poco la chica intentaba acercarse al hijo de la señora Fraille. Su trabajo era simple, tenía que cuidar de Dégel hasta que su madre regresará de un viaje de imprevisto que tuvo.
Para Paola, ese pequeño trabajo en sus momentos de vacaciones de la universidad le caía de maravilla al ser una estudiante de intercambio.
Solo contaba con la beca que le ofrecían pero aún así no alcanzaba a cubrir sus gastos.

Cuando se enteró del pequeño trabajo que ofrecía la señora Faure no dudó ni un instante en tomarlo, con lo que ganaba era un apoyo más para su estadía en ese país.

- ¿Quien eres tu?... - Cuestionó confundido el joven de cabellos verdes - ¿Quien soy yo?

- Siento toda esta confusión joven, me presento; mi nombre es Paola y su madre me ha pedido cuidar de usted hasta que ella regrese.

Estás palabras fueron calmando un poco más al joven profesor, aunque aún sentía su cabeza como si quisiera explotar en ese momento.

- Si tengo una madre, entonces ¿Quien soy yo?

- Usted es Dégel Faure, prometido de la señorita Seraphina según tengo entendido.

Paola tomó asiento en una de las sillas libre que se encontraba a lado de una pequeña mesa, solo esperaba que aquel paciente nuevamente se acomodora sobre la camilla en lo que llegaba el médico a revisarlo.

- ¿Dégel? ¿Seraphina? - Cuestionó confundido, nuevamente aquel sueño que lo hizo despertar, le creó una inquietud - Lady Paola ¿Mi prometida tiene el cabello rojizo?

- ¿Rojizo? - Se preguntó la joven - Realmente no conozco a la señorita en persona, solamente tengo el gusto de conocer a su mamá, siento no poder ayudarlo en mucho.

En lo más profundo de su ser algo le decía que necesitaba ver a esa misma persona de cabellos rojizos, pero... ¿Quien era?
Por alguna extraña razón relacionaba ese sueño con alguien importante en su vida pero no entendía nada, ni siquiera su nombre lograba recordar.

Solo esperaba que pronto todos sus recuerdos llegarán poco a poco.
Pero lo primordial era saber por qué en sus sueños aparecía un joven de cabellos rojizos, aunque le faltaba conocer a su prometida, quizá ella sea lo que miraba en sus sueños, o al menos solo sea su cabello rojizo, no lo sabía en realidad.

Dégel estuvo a punto de hacerle una pregunta a la joven que cuidaba de él, sin embargo no pudo hacerlo ya que el médico ingresó a la habitación para poder checar al paciente que paso varios meses inconsciente.

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