Capítulo 32 (El dilema)

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Toda esa noche fue un dolor de cabeza para Degel, tener que lidiar con Kardia y sumando a ello también su hermano era algo muy tedioso

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Toda esa noche fue un dolor de cabeza para Degel, tener que lidiar con Kardia y sumando a ello también su hermano era algo muy tedioso.
Menos mal esta ocasión Kardia había aceptado pasar a retirarse para poder llevarse a su hermano a descansar.

Milo pudo terminar su tarea gracias a la ayuda de Degel pero aún así necesitaba nuevamente volver a experimentar esa sensación cuando tenía muy de cerca a la pareja de su hermano mayor.
Aquello del agua no le funcionó, buscaría idear algún plan para hacer que Degel caiga.

El reloj marcaba justamente media noche, sería una malísima idea mandarle mensajes a su adoración escarlata. Sin falta lo vería en esta semana, ambos se encontraban a unos cuantos días de irse al concurso.




Al día siguiente, Degel procuró despertarse muy temprano para poder recoger todos los trastos sucios que ocuparon para los alimentos que Kardia había llevado.
Aquellos vasos de agua que Milo sirvió se quedaron intactos, pero Degel no le dio mucha importancia, vació todo su contenido en el fregadero.
Ahora tenía que cuidarse hasta de Milo, no sabía si era buena idea comentarle aquella situación a Camus... Quizá se moleste con él y termine dejándolo.

Ese sería un punto a su favor y podría tener la oportunidad de formalizar una relación con su alumno.

Aunque por otro lado...

Nuevamente aquella voz de su amiga Fluorite sonaba en sus pensamientos.

Ni siquiera se han dado el tiempo de hablar.

Tan solo bastaba con verlo para perderse en su suave y tersa piel, probar de esos labios que incitaban a ir más allá que solo unos simples besos, Camus se estaba volviendo su total adicción.
Ni siquiera fue capaz de decirle lo que siente.

Estaba ebrio, celoso, perdido...
No era el momento ideal, ahora lo entendía...
No es fácil declararse para él, justamente cuando no sabe diferenciar amor y deseo.

- Tenemos tres días para nosotros solos, tengo que tomar valor y hablar de una vez por todas con Camus.

Intentaba darse ánimos mientras se miraba en el espejo, después de haber juntado aquel desastre de su cocina, se dio una ducha y comenzó a prepararse para irse a trabajar a la universidad.

- Pero... ¿Si me dice que no? ¿Quedaré como un idiota al que solamente usaron?

Ahora las dudas comenzaban a llegar a sus pensamientos y estaba en un gran dilema.
Tomó sus cosas y se dirigió a su auto para poder llegar temprano a dar clases.

Mientras manejaba no podía evitar recordar la manera en la que Milo intentaba lograr algo con él.
¿Porqué lo hacía? ¿Acaso solo para molestarlo?
En ese sentido tenía razón, aunque quisiera decírselo a Kardia, este jamás le creería... Ambos pareciera que fueron cortados a la misma medida.
El tiempo transcurría rápidamente, estaba totalmente distraído.
Sin querer llegó a la misma calle donde Camus vive; buscó estacionarse cerca de su casa y esperar que su adoración escarlata saliera.

No tardó mucho en hacerlo, a los pocos minutos Camus salió de su casa.
Degel rápidamente encendió su auto para poder darle alcance, manejó hasta llegar un poco más adelante y así tomarlo de sorpresa.

Aprovechando que su adoración escarlata caminaba con la mirada al suelo, estacionó su auto cerca del poste de la luz, bajó rápidamente, miró a su alrededor que nadie más los viera y se acercó repentinamente tomándolo de la cintura.

- ¡Pero qué...! - Exclamó asustado Camus, pero cuando levantó su mirada se dio cuenta que se trataba de su amado profesor.

- ¡Degel!

- Bonjour mon amour - Lo saludó soltándolo lentamente para tomar su rostro con suavidad.

- Siempre dándome sorpresas Degel - Contestó emocionado al verlo de nuevo.

- Ven, te llevaré a la Universidad - Justo en ese momento Degel tomó la mochila de su adoración escarlata y lo llevó hasta el auto, abrió la puerta del lado del copiloto dejando que se subiera.

Después asegurarse que su alumno tomara su lugar, Degel tomó su lugar, se colocó su cinturón de seguridad, encendió el auto y siguió manejando hasta la escuela.

- Gracias por darme la oportunidad de salir de tu casa, sé que no era la forma para llegar a verte - Respondió Degel sin quitar la vista de enfrente y sin dejar la labor de manejar.

- No tienes porqué agradecer, además... Jamás me imaginé que mis padres llegaran muy temprano. Constantemente viajan, a veces su llegada es muy repentina.
Aunque - Se quedó callado por unos momentos - ¿Porqué llegaste en ese estado?

- Sobre eso...- Titubeó nervioso, aún no se sentía listo para tratar aquello - Te lo comentaré luego, cambiando de tema, creo que tu papá ya ubica mi auto ¿Verdad? - Cuestionó el joven profesor en un tono de burla, era evidente que Ecarlate está en todo con respecto al entorno de su hijo.

- Así es, desde aquel día que me dejaste en la casa, procuró memorizar tus placas así como el modelo de tu auto. Quizá lo haga por que se preocupa por mi.

Degel dejó escapar una risa, estaba por decirle algo más pero justo en el momento que desvió su mirada para ver a su amado alumno se dio cuenta que lentamente cerraba sus párpados.

- Camus - Comenzó a llamarlo.

Afortunadamente el auto lo detuvo porque habían llegado justamente al cambio de semáforo en rojo. Nuevamente miró a su alumno, parecía perder el conocimiento.

- ¡Camus respóndeme!

En ese momento el joven de cabellos escarlata abrió sus párpados, su semblante se veía sumamente cansado.

- Perdón Degel... Pero a últimas me siento muy cansado.

- Camus...

No terminó de hablar, nuevamente tuvo que tomar su volante y seguir manejando, el color del semáforo había cambiado al verde.
Sin embargo comenzaba a preocuparle.
Buscó un lugar alejado de las demás personas y sobre todo de las miradas curiosas para poder estacionarse.
Entró a una calle solitaria que estaba a su derecha y detuvo el andar de su vehiculo.

- Camus, dime si te sientes mal por favor - Susurró preocupado colocando su mano sobre su mejilla.

- Descuida ya se me pasará.

Algo le decía que no estaba bien, poco a poco fue bajando el respaldo del asiento para acomodarlo mejor.

- Por favor Camus, si sigues así tendré que llevarte al médico en estos momentos.

- Quizá solo me sentí mareado porqué no desayuné - Susurró Camus intentando mostrarse calmado ante su profesor.

- Camus... Qué voy hacer contigo ¿Porqué no desayunaste?

- No me apetece los alimentos.

Degel alzó una ceja, algo no estaba bien con su adoración escarlata. Encendió su auto y comenzó a manejar tomando otra dirección diferente al de la escuela.

- Te llevaré a comer algo Camus, no me gusta verte así.

- Pero... La escuela, tus clases... - Susurró preocupado, en el tiempo que lleva en la escuela, jamás había faltado.

- No hay problema eso lo puedo arreglar con el director. Aquí lo importante eres tu Camus...

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