Capítulo 41 (Daré todo por ellos)

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El fresco del amanecer podía sentirse en el rocío de la mañana, ambos durmieron abrazados como si la noche aún fuera larga para ellos dos

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El fresco del amanecer podía sentirse en el rocío de la mañana, ambos durmieron abrazados como si la noche aún fuera larga para ellos dos.
De manera inconsciente, Degel colocaba su mano sobre el vientre de Camus. Quizá su instinto paternal era el motivo por el cual buscaba querer protegerlos y cuidarlos a como diera lugar.

En sus sueños más profundos se visualizaba junto a su adoración escarlata, lejos, muy lejos de todos con su pequeño retoño en brazos.
Lo que siempre deseó y anheló en su vida...
Una familia amorosa.

De manera repentina Camus se removió entre los brazos de su amado profesor.
Aún tenían los dos mucho sueño y es que después de que a Degel se le ocurriera tener un  alocado encuentro armonioso con Camus en el jardín del hotel.

Degel fue el primero en despertar, ver a su adoración escarlata entre sus brazos admirando ese rostro angelical y apacible lo llenaban de infinita ternura.
Con la yema de sus dedos fue retirando aquellos cabellos rojizos que se adhieren en sus mejillas, esas pestañas largas lo hacían aún verse más encantador ante sus orbes.

— Ma vie.

Degel susurró acercándose a su adoración escarlata recargando con sumo cuidado sus labios en la frente de su alumno.
Aunque ahora si lo analizaba mejor, ya no podía verlo como su alumno, sino como su pareja porqué dentro de su ser crecía aquel pequeño fruto que los unía aún más que solo una relación de unas horas.

Camus seguía profundamente dormido, con mucho cuidado tratando de no despertarlo, Degel se levantó de la cama para poder ir al restaurante del hotel y pedir un desayuno para su gran amor.
Su adoración escarlata y su pequeño no pueden quedarse sin tomar algún alimento y de eso se encargaba él.

Tomó su suéter y salió de la habitación procurando no hacer mucho ruido para no despertarlo.

Mientras caminaba por los pasillos para tomar su dirección al restaurante, su celular comenzó a vibrar.
Rápidamente lo sacó de su bolsillo de su pantalón y lo desbloqueó para ver de que se trataba.

Grande fue su sorpresa al darse cuenta que era un mensaje de su amiga Fluorite.

Degel, siento molestarte pero no tengo mucho tiempo. La señora Fraille sabe que nos vimos en el curso de docentes donde pude hablar contigo y ahora mandó a seguirme los pasos para no hablar sobre lo que sé.
Degel, por favor...
No confíes en tu madre y sobre todo cuídate porqué a cualquier costo quiere regresarte a Francia.

— ¡Qué! — Exclamó Degel asombrado por ese mensaje.

No podía creer que su madre, siendo la mujer respetable que siempre ha sido frente a los demás quier regresarlo a Francia.
Se negaba rotundamente a volver en ese lugar donde jamás fue amado por ella ni por su padre.

— ¡Por mi, mi madre se puede ir muy lejos de mi vida! — Exclamó molesto guardando nuevamente su celular en su bolsillo — Tengo cosas más importantes en que pensar, Camus está esperando un hijo mío y no pienso tolerar ideas inmaduras de mi madre. Por eso huí de esa vida.

Degel renegaba de su vida sin darse cuenta que aquel alumno de cabellos rojizos que sería el compañero de Camus en el concurso lo había escuchado justo en el momento que reveló aquella noticia donde ambos serían padres.

Se quedó perplejo ante esa confesión, realmente se había enamorado de Camus desde aquella vez que se vieron en la cena del restaurante de sus padres; sin embargo jamás pensó que tanto Camus como su docente fueran muy unidos a tal grado de ser pareja y próximamente padres.

Se quedó perplejo ante esa confesión, realmente se había enamorado de Camus desde aquella vez que se vieron en la cena del restaurante de sus padres; sin embargo jamás pensó que tanto Camus como su docente fueran muy unidos a tal grado de ser pare...

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Sentía una gran adrenalina en su cuerpo, por más que intentaba pensar con claridad aquella noticia no podía hacerlo.
Al principio creyó que solo se trataba de una simple broma de su hermano menor pero esto había rebasado sus límites.

— Dime que solo estas mintiendo Milo — Contestó Kardia dejando escapar el humo de su cigarrillo entre sus labios.

— No es ninguna broma Kardia, la nota era muy específica

El mayor chasqueó la lengua molesto y tiró su cigarrillo al suelo y lo pisó para poder apagarlo.

— Quien lo diría... Tu pareja y la mía. Con razón estos últimos días han estado muy distantes.

— En este momento no están, es el concurso de Camus y Degel se fue con él.

Kardia dejó escapar un suspiro molesto mientras miraba por la ventana para intentar pensar con claridad.

— ¡No puedo dejar que Degel haga su santa voluntad. Yo le di todo a manos llenas cuando llegó sin nada a este país! — Kardia exclamó molesto golpeando la pared con furia y enojo.

— Porqué es tan importante que lo mantengas a tu lado si ya está más visto que ni a Camus ni a Degel les importamos ¡Ya cásate con Asmita y asunto arreglado!

Después de decir esto Milo alzó los hombros esperando que con esto entrara en razón su hermano mayor porqué poco a poco comenzaba a perder la cordura al no tener lo que desea.

— Milo, Milo — Respondió en un tono de burla.

— ¿Ahora qué?

— Si ayudé a Degel es porqué nadie más sabe que es heredero de una valiosa suma de dinero en Francia. Aquella mujer que se dice ser su madre en realidad era la moza de su mansión.

Milo no podía creer lo que Kardia le decía. Sabía que su hermano era muy interesado también y eso lo heredó de Zaphiri, eran iguales de ambiciosos.
Y él seguía ese mismo camino de manera inconsciente.

— ¿Cómo lo sabes?

— Es una historia muy larga Milo. Solo sé que la señora Garnet, así se llama se volvió loca cuando de manera repentina su casa se quemó con su esposo adentro. La señora cayó en la locura después de ese suceso y dio a luz en el hospital psiquiátrico y jamás recordó que tuvo un hijo. La supuesta madre de Degel a partir de ese día lo mueve a su antojo.

— Me estás dando miedo Kardia.

— Es muy simple Milo, sólo quiero proteger a Degel — Esbozó una sonrisa con malicia  — La gente de Manigoldo fueron contratados hace muchos años atrás para ese sucio trabajo en Francia. Ya sabes que papá es igual.

Ahora Milo no sabía si había sido buena idea haber hablado porqué Kardia lucía muy molesto, jamás lo había visto de esa manera.

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