Capítulo 75 (Con los ojos cerrados)

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Camus tomó la mano del confundido profesor que no lograba poner en orden todo lo que ese bello pelirrojo le decía

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Camus tomó la mano del confundido profesor que no lograba poner en orden todo lo que ese bello pelirrojo le decía.
Sentía como su cabeza le daba vueltas, el viaje repentino que tomaron junto con todas esas nuevas noticias terminaban causando confusión, sumando a ello que no había ingerido alimento alguno desde que salieron.

- Te llevaré a mi habitación y no quiero que te vas a escapar.

Dégel se llevó una mano a su cabeza mientras se dejaba guiar, el ruido de su estómago pidiendo algún alimento hizo que Camus se diera cuenta que necesitaba algo urgentemente.

- ¿No has comido nada verdad?

- Desde muy temprano me sacaron del lugar donde me encontraba descansando y me negué a probar los bocadillos que sirven en los vuelos. Me siento muy desorientado.

Al llegar a la habitación, Camus lo guío hasta la orilla de la cama para que pudiera sentarse. Poco a poco lo fue recostando, tomó una frazada que se encontraba doblada en un mueble y con este mismo cubrió el cuerpo de su amado profesor.

Aunque el acto de Dégel lo dejó perplejo.

- Camus yo... - Tomó su mano para que lo escuchara antes de irse.

- Se que no recuerdas nada pero no sabes cómo anhelo que seas el mismo Dégel que me hizo sentir y vivir experiencias únicas, aquel que me demostraba a cada momento lo mucho que yo le importaba.

- Me sentía sumido en la obscuridad, como si hubiera pasado una eternidad en un lugar vacío pero entre esa obscuridad siempre se mantenía latente una larga cabellera rojiza, es lo único que recuerdo... Una muy similar a la tuya.

Cuando dijo esto, Dégel tomó un mechón de cabello de Camus entrelazando sus dedos en aquellas hebras rojizas. Camus miraba con detenimiento el rostro de su amado maestro quien lucía con cansancio, unas terribles ojeras, había perdido ese brillo en su mirada, esa que cautivaba a Camus desde la primera vez que estuvieron juntos.

- ¿Podemos crear nuevos recuerdos? - Preguntó mientras colocaba su mano sobre el rostro del francés - Solo quiero decirte que de la misma manera en la que tú me decías lo mucho que significo en tu vida, también lo eres todo para mí y te amo como no tienes idea. Estos meses de tu ausencia pude comprender que realmente eres lo que siempre he deseado y que sin ti perdí totalmente la razón.

Camus se levantó de la cama para poder buscar abajo de su cama aquellas notas que escondía. Esperaba que esto fuera de ayuda también para recordar parte de lo que Dégel hacía.

- Mientras te preparo unos alimentos puedes ir leyendo esas notas que alguna vez me hiciste.

Le dejó aquella caja sobre la cama, después salió de la habitación para calentarle un poco de comida que tenía en el refrigerador.
Dégel tomó con curiosidad ese objeto que el joven pelirrojo le dejo y con cautela fue abriendo cada papel doblado que se encontraba; al terminarlo de leer en algunas notas se encontraba su nombre al final.
En todo este día tuvo demasiadas emociones y al final de aquellos papeles se topó con un sobre blanco; poco a poco fue sacando su contenido, se llevó una mano a su boca al ver que era uno de los ultrasonidos donde se podía ver perfectamente una pequeña figurita que entre cada toma se movía de un lado a otro.

Arriba del documento llevaba el nombre de Camus, aquel estudio tenía una fecha de algunos meses atrás. Era su hijo al que veía en esa ecografia.

Se levantó de la cama con dificultad, se acercó al espejo para mirarse, con las manos apoyadas en el tocador cerró por un momento sus párpados. Un dolor se hizo presente en su sien mientras intentaba recordar que en ese lugar ya había estado con anterioridad.

- Dégel ven a sentarte.

Interrumpió Camus entrando a la habitación con una charola en mano.
Dégel se acercó hasta donde se encontraba su amado alumno para tomar la charola y dejarla sobre la cama.
Con pasos firmes se acercó de nuevo a Camus para tomarlo de la cintura, con su mano diestra retiraba unos mechones rojizos de su rostro para poder mirarlo a los ojos.

- Dégel...

- Camus... Sé que no recuerdo nada pero tampoco quiero alejarme de ti, el aroma que tú cuerpo desprende termina siendo activo que despierta sensaciones inexplicables en mi, algo que todo este tiempo no experimente.

Sus labios se fueron acercando lentamente, uniéndose al fin en un beso tímido donde ambos sentían sus respiraciones chocar, sus latidos volviéndose más persistentes demostrando aquel sentimiento latente en su alma y su ser.

Camus llevó sus brazos al cuello de su amado profesor cuando sintió su lengua entrelazarse con la suya acompañado a la par de sus dóciles manos recorrer con parsimonía el cuerpo del contrario.

- Con los ojos cerrados, sin miedo a jurar que esto que siento es real. No había sentido nada así... Dame la oportunidad de volver a enamorarte.

- Quédate conmigo desde hoy, tenemos tanto por vivir.

Sin pensarlo dos veces, Degel envolvió en un abrazo a Camus. Solo esperaba que le tuviera la paciencia necesaria para volver a ser el mismo que lo enamoró y lo lleno de detalles demostrando su sentir.

Camus lo llevo de nuevo a la cama para que se sentara a comer, el aroma a café inundaba sus fosas nasales, dejó que ese bello pelirrojo le diera pequeños bocados de fruta picada como un niño pequeño.

Extrañamente solo con él comenzaba a recobrar esa confianza que con nadie más tenía desde que despertó.

Mientras Dégel terminaba sus alimentos, escuchaba con detenimiento lo que Camus le explicaba de su día a día, así mismo le mostraba las recetas medicas y los estudios que con el paso de estos meses le realizaban.
Le agregó también algunos detalles de su vida, así mismo como su trabajo como docente en la universidad.

- Entonces Milo tenía razón - Afirmó tomando el café restante de su taza - Soy un maestro de la escuela, espero recordar todo pronto.

- Claro que lo eres, tu me dabas clases a mi, aunque conforme vayas recordando te daré más detalles. Pero por el momento - Camus se acercó para retirarle la charola de la cama y llevarla hasta la mes que tenía en su habitación - Necesitas descansar, espero que Deuteros me de más indicaciones pero de aquí no se te ocurra salir.

- Me siento mal por qué todos me tratan como un tonto.

- Que más quisiera explicarte lo que sucede pero ni yo mismo sé por qué te llevaron causando un accidente... - Rápidamente se llevó la mano a su boca, había hablado de más.

- ¿Accidente?

Por más que Dégel intentaba memorizar todo lo que le decían le resultaba un dolor de cabeza entender todo lo que ha vivido este día.

- ¿Te parece si hablamos después de que descanses? Es mucha información por hoy.

Camus estuvo a punto de retirarse de su habitación pero Dégel logró tomarlo del brazo llevándolo a su lado en la cama con la intención de que se acostara a su lado.

- Me resultas demasiado adictivo como para dejarte ir... Mejor duerme conmigo por favor, tu compañía me hace bien.

Camus le dedicó una sonrisa cálida a su amado profesor, se llevó un mechón de cabello detrás de su oreja y con sumo cuidado se acomodó en los brazos de Dégel.
Después de mucho tiempo estando solo, nuevamente disfrutaba de su compañía.

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