Capítulo 50 (No me busques )

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Camus no podía creer lo que sucedía, estaba totalmente seguro que Milo le daría un golpe por el coraje que vivía en ese momento pero jamás se imaginó que aquel chico llegara a defenderlo

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Camus no podía creer lo que sucedía, estaba totalmente seguro que Milo le daría un golpe por el coraje que vivía en ese momento pero jamás se imaginó que aquel chico llegara a defenderlo.

— ¿Camus estás bien? — Cuestionó Surt sin soltar a Milo de ese agarre tan brusco.

El joven pelirrojo movió su cabeza asintiendo, de nuevo Surt dirigió su mirada ante ese tipo con el cual Camus discutía momentos atrás; no lo conocía en absoluto pero tampoco dejaría que trate a Camus de esa manera.
Es por ello que se decidió a interferir, el hecho de que Camus no lo corresponda, en él había nacido un bello sentimiento por aquel chico pero lamentablemente él amaba a su querido profesor.

— Si estás muy molesto pelea conmigo pero a Camus no lo tocas.

Surt intentaba desafiar a Milo, además de hacerlo con palabras fuertes también le dedicaba unas miradas de muerte.
Después de todo podía ver en Milo un ser imprudente y testarudo que solo buscaba desquitar su coraje.

El primero en comenzar aquella pelea fue Milo, levantó su puño cerrado en contra de Surt; tenía el deseo de romperle todo el rostro a golpes.

Sin embargo no esperaba que Surt detuviera el golpe con su mano.
Milo dejó escapar un  estruendo gruñido al darse cuenta que no logró darle ese golpe, comenzaba a perder la poca paciencia que le quedaba.
Muy en el fondo el heleno intentaba tragarse su debilidad, retenía sus lágrimas por el  coraje que sentía en esos momentos.

Surt aprovechó que Milo estaba distraído, le dio un movimiento repentino tomándolo de los brazos y lo inmovilizó llevándolos a su espalda; ahora no podía soltar ni un solo golpe más.
Con brusquedad lo recargó en la pared esperando que Milo se quedara sin ganas de seguir peleando con él para no hacer ese mal momento más grande.

En ese momento Milo cerró sus ojos, ya no podía pensar nada con claridad, el silencio inundó aquel sitio y fue donde se dio cuenta que su ira no lo estaba llevando por buen camino.

— No quiero lastimarte más... Lo mejor es que te vayas — Pidió Surt de la mejor manera posible.

Nuevamente Milo era preso de sus pensamientos, Camus había cambiado mucho y justamente se había dado cuenta de ello; su amado chico de cabellos escarlata ya no era el mismo que protegía ante los demás, su semblante era muy distinto porqué ahora se le podía ver una sonrisa a diario, tenía criterio propio y eso quizá solo se basa en que Degel ha dejado una gran huella en su vida.

— Está bien — Susurró Milo con desgano.

Al darse cuenta que ya no ponía resistencia, Surt lo fue soltando poco a poco.
Milo se acomodó sus prendas y pasó sus manos sobre su alborotada cabellera como si nada malo hubiera pasado.

— Camus... No me busques. Ten por seguro que tampoco lo haré — Dijo al darles la espalda a los dos.

Al concluir con estas palabras Milo salió rápidamente de la casa de Camus, trató de alejarse lo más que pudo de aquel lugar.
Corrió sin cesar algunas cuadras y al llegar a un cajellón solitario no pudo evitar soltar en llanto.
Su corazón le dolía muy en el fondo de su ser, quizá Shaina tenía razón, nadie lo quería y al único que siempre lo había aceptado en su vida lo dejó perder por ir a buscar más que solo aventuras.
Después de todo la parte de esa ruptura también había sido él y lo aceptaba.

Después de todo la parte de esa ruptura también había sido él y lo aceptaba

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Francia:

En aquella habitación blanca rodeado de un aparato de oxigeno y también uno más que monitoreaba sus latidos, se encontraba la señorita Seraphina cuidando del joven Degel.
Por órdenes de Fraille, su hijo se encontraba en un hospital privado en Francia.

— Aquí estás hermana.

En ese momento la señorita Seraphina dejó el libro que leía y alzó su mirada para ver a su querido hermano quien le llevaba un vaso de café, lo ameritaba después de pasar toda la noche en vela cuidando de Degel.

— Unity.

Lo saludó recibiendo aquel café humeante en sus manos.
Unity tomó asiento a lado de su hermana, después su mirada se dirigió a su amigo quien seguía inconsciente en aquella cama.

— ¿Qué dicen los médicos sobre Degel?

Seraphina dejó su café en la mesa que se encontraba a su derecha y se acercó para tomar la mano de Degel.

— Tuvo algunas fracturas, sin embargo no pueden terminar de valorarlo con certeza hasta que despierte... Aunque — En ese momento la dama de cabellos plateados bajó su mirada con tristeza.

— ¿Qué ocurre?

— Que al despertar puede presentar un cuadro de amnesia.

Al escuchar las palabras de su hermana, Unity miró a su amigo quien lucía físicamente muy mal, aún en su piel se le podía notar varios hematomas, cicatrices muy recientes que tardarían en sanar, sumando a ello que en sus dos rodillas permanecían inmóviles con yeso.

— Aún no logro entender como fue aquel accidente — Dijo Unity mirando la carpeta de valoración de su amigo.

— Según palabras de Fraille, mencionó que Degel venía en su auto cuando el accidente pasó.

— ¿Y a donde iba?

— Al aeropuerto... Tomaría un vuelo a Francia para formalizar mi relación conmigo — Susurró Seraphina en un tono melancólico.

Su hermano se dio cuenta de ello, en ese momento colocó su brazo sobre el hombro de su hermana para brindarle un poco de tranquilidad y confianza.

— Ya verás que Degel despertará pronto.

— Ojalá lo haga. Quisiera agradecerle todo lo que ha hecho por mi pero...

— Pero ¿Qué?

Seraphina levantó su mirada encontrándose con los ojos de su hermano, él mejor que nadie la conocía a la perfección, sabía cuando algo malo le pasaba y esta no era la excepción.

— No sé como decirle a Degel que me halagan sus detalles pero... Yo no lo amo.

— ¿Entonces porqué aceptas sus detalles?

— No lo hago... Los guardo para posteriormente dárselos pero, al ver que la situación con él está muy complicada, no quiero lastimar su corazón.

El hermano dirigió su mirada a su amigo Degel, toda esta situación parecía un gran enigma que debía resolver.
De eso se encargaría él, no permitiría una unión en donde su hermana no sea feliz.
 

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