Capítulo 52 (Cosas buenas que parecen malas)

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Cuando sintió las manos de Kardia colarse entre sus prendas, rápidamente buscó la manera de liberarse de ese agarre

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Cuando sintió las manos de Kardia colarse entre sus prendas, rápidamente buscó la manera de liberarse de ese agarre.
Tomó fuerza y con brusquedad empujó a Kardia para que lo dejara en paz.

— Te dije que no te daría el gusto.

Degel, Degel Kardia chasqueó la lengua molesto esperando que el francés bajara un poco la guardia para volver a tomarlo entre sus brazos.

— Si acepté venir es porqué de una vez por todas dejo terminado esta relación... Como te lo mencioné, pronto seré padre y no pienso seguir más con este vínculo que no funciona entre tu y yo.

En ese momento Kardia tomó con brusquedad el brazo de Degel y lo acercó nuevamente a él.

— Quise hacer esto por las buenas Degel... Pero hay alguien más que te busca desesperadamente.

Cuando Degel escuchó aquella frase donde mencionaba que alguien más lo buscaba, no dudó ni un segundo en pensar en su madre.
Fluorite se lo dijo, fue entonces que el profesor francés decidió salir corriendo de la casa de Kardia dispuesto a tomar su auto, pero no se esperaba el griego lo siguiera apuntando con una pequeña pistola a Degel.

Ni siquiera recordó al sujeto vestido de negro que hace minutos se acercó a su auto, Degel quería una sola cosa y esa era regresar a como diera lugar a su casa.
Justamente antes de llegar Kardia le dio alcance acercándose a la puerta del conductor mientras le daba la orden a Degel que tomara el lugar del copiloto, sin dejar de apuntarle con su pistola.

— Más te vale que no hagas algo estúpido Degel, Fraille te espera con los brazos abiertos en la salida de esta mugrosa ciudad.

Kardia tomó las llaves del auto que Degel tenía en el bolsillo de la camisa y encendió el motor para poder manejar y llevarlo a la altura de la carrera, sitio donde Fraille esperaba por su hijo.

Degel en ese momento sentía unas ganas inmensas de querer salir por la puerta del auto pero en movimiento sin duda la caída podía darle una muerte segura y es lo que menos quería; no cuando su adoración escarlata lo esperaba en casa.
Lo único que le restaba era esperar.

Yo sé tu pasado Degel, decidiste buscar en otro lugar la seguridad que yo te pude brindar.

— ¿Cual verdad? — Cuestionó Degel con indiferencia. ¿Qué podía saber Kardia de él?
Simplemente fue un niño que vivió entre riquezas donde jamás tuvo el cariño de su madre, ni un abrazo ni calidez de una familia unida.

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