Kardia se encontraba en la habitación del hospital observando por la ventana aquella vista que tenía de la ciudad desde ese piso en alto.
Aún le costaba asimilar todo lo que había sucedido meses atrás, de no ser por la ayuda desinteresada de la joven de cabellos negros que siempre estaba al pendiente de él seguramente hubiera perdido la razón desde los primeros días donde escuchaba gritos desgarradores de los demás pacientes del hospital.- Veo que terminaste tus alimentos Kardia.
La dulce voz de la señorita Calvera interrumpió sus pensamientos, en todo este tiempo se había acostumbrado a su presencia, a su ayuda y por supuesto que sí cariño, incluso llegaba a sentir un extraño sentimiento cuando la dama velaba por su bienestar.
- Siempre procuras traerme los mejores alimentos, estoy eternamente agradecido.
- ¿Sabes? - Calvera entró a la habitación y detrás de ella cerró la puerta - Desde que me asignaron como tu enfermera personal algo en el fondo me decía que tú no eras aquella persona que diagnosticaron como trastorno límite de la personalidad.
- Quizá por qué soy guapo - Respondió Kardia con ese toque orgulloso que siempre mantenía, además de hacer molestar a la señorita Calvera tal como se le había hecho costumbre.
Ante esto, Kardia se ganó una ligera palmada de la señorita sobre su hombro - No me refiero a eso - Contestó apenada por los comentarios de su paciente - Es que creo que solo eres una persona que ha pasado por cosas malas en su vida, después de todo lo que me has platicado estos últimos días solo confirmo que no mereces sufrir.
Kardia se dió la media vuelta para tomar la mano de su cuidadora, jamás se había sentido completo y pleno a lado de alguien más; alguien que se preocupara por él y sobre todo que no lo tratara como el malo de la historia.
Si bien hizo cosas que no debía, entre ellas engañar a quien fue su pareja, quizá la situación sería diferente a lado de aquel joven profesor que fue su novio y ahora que recordaba un poco más después de ese incidente, solo pedía al cielo que aquel hombre de cabellos verdes estuviera a salvó.- ¿Aún así crees en mi después de todo lo malo que he hecho?
- Kardia, hay personas que aunque se porten mal en la vida, jamás buscan aceptar sus errores y tú lo hiciste... Estabas dispuesto a dar tu vida con tal de que aquel que fue tu pareja escapara de su cruel destino con tal de cumplir su labor de padre.
- Por qué yo no quiero que el hijo de Dégel pase soledad e indiferencias como lo viví yo - Contestó Kardia en un tono melancólico - Solo pido que esté con vida, cuando salga de este lugar haré hasta lo imposible por hacer que esa horrible mujer vaya a la cárcel.
Palabras que fueron interrumpidas por el sonido de la puerta, Kardia desvío su mirada para ver quién había llegado a la habitación.
- Esa voz me agrada, será de mucha ayuda tu testimonio para refundir a esa mujer en la cárcel.
Un caballero de tez morena, cabellos castaños a la altura de su hombro camino con pasos apresurados hasta donde Kardia se encontraba de pie.
- ¿Y usted quién rayos es? - Preguntó Kardia con molestia.
- Descuida hermano, el señor aquí presente se llama Dohko y está a cargo del caso de Dégel.
Cuando miró con dirección a la entrada, no pudo evitar hacer una expresión de asombro, después de mucho tiempo encerrado en ese hospital por fin podía mirar de nuevo a su hermano, ahí se encontraba justamente frente a él.
Corrió rápidamente para estrecharlo en un abrazo, uno que desde hace tiempo deseaba darle pero su orgullo no se lo permitía.
- ¡Milo, aquí estás!
- Me alegra ver qué estás mejorando querido hermano - Contestó Milo respondiendo ese emotivo abrazo de la misma manera.
- Yo me pasó a retirar - Susurró Calvera tomando la charola de la pequeña mesa, sin embargo Kardia no se lo permitió.
- No te vayas, quiero presentarte a mi hermano.
- Creo que es un momento entre ustedes... Mejor al rato me doy una vuelta para ver cómo sigues - Calvera camino hasta la puerta con la charola en mano, no sin antes despedirse de las visitas de Kardia.
- Pueden sentirse a gusto, cualquier cosa que necesiten solo me llaman... Mi nombre es Calvera para servirles.
Después de decir esto, la joven de cabellos azabache salió de la habitación dejando a Kardia, a Milo y a Dohko solos.
- Entonces ¿Ya recordaste lo que sucedió hermano? - Cuestionó Milo tomando asiento en la orilla de la cama que Kardia usaba para dormir.
Dohko saco una pequeña libreta que guardaba en el interior de su saco junto con un bolígrafo para redactar lo que Kardia estuviera dispuesto a decir.
- Antes de comenzar esto ¿Dónde está Dégel? - Cuestionó Kardia con curiosidad, aunque también le preocupaba el no saber nada de quién fue su amor alguna vez.
- Estuve ausente por qué precisamente me fui a Francia a buscarlo... Tiene poco que regresé; Dégel está a salvó pero el detalle con él es que no recuerda nada.
Con una sonrisa de satisfacción, Kardia se emocionó al saber esto, tenía la certeza que Dégel no había muerto.
- Aquel día yo cité a Dégel para hablar conmigo sobre la relación escondida que llevaba con Camus. Sin embargo cuando me dijo que sería padre me desilusione totalmente. Quería ayudarlo a quitarse de encima a esa mujer que no es su madre pero todo salió mal... Alguien dejo sin frenos el auto de Dégel, intenté dejarlo en la carretera para que tuviera la oportunidad de huir pero todo salió mal cuando tuve que desviar el auto antes de que chocara con el vehículo contrario; es todo lo que recuerdo de ese día, mi mente a partir de ahí se torno en blanco.
- Todo apunta a que este siniestro fue meticulosamente planeado - Añadió Dohko escribiendo esos detalles.
- Creo que ya tienes suficientes pruebas.
- Así es - Respondió Dohko - Tenemos que atrapar a Fraille Fauré y deportarla a su país de origen por qué mi gente encontró varias irregularidades en Francia... Claro que no sabrá que hacer después de esto.
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Escondidos
FanfictionPor un simple error Camus envía unas fotos a quien menos se lo esperaba... Despertando la curiosidad del contrario... Los personajes no me pertenecen, son de Masami Kurumada y Shiori Teshirogi. La historia es mía Aries_9322. (Advertencia: mucho cont...