Capítulo 74 ( El motivo de mi vida)

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Tu eres el motivo de mi vida

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Tu eres el motivo de mi vida...
Por eso te haré feliz.

Surt miró el mensaje que Deuteros le mandó a su celular, en el le pedía encarecidamente que dejara a Camus solo puesto que le tenían una sorpresa inesperada.
No tuvo otra alternativa más que tomar sus pertenencias y despedirse de él.

- Lamento dejarte solo Camus, tengo una cita con Sigmund y no quiero llegar tarde.

Camus se levantó del sillón para poder despedirse de su amigo, no sin antes agradecerle todo lo que ha hecho por él.

- En verdad que estoy en deuda contigo, con Deuteros, con todos ustedes por qué no me han dejado solo.

- No te preocupes Camus, quizá a partir de hoy puedas mirar el destino de tu vida de otra manera.

- ¿Que? - Ladeó su cabeza al no entender las palabras de su amigo pelirrojo.

- Nada que importe, mejor nos vemos después.

Surt estrechó su mano con Camus y se dió la media vuelta para poder caminar hasta la puerta que se encontraba abierta.
Camus dejó escapar un suspiro al ver que se había quedado solo de nuevo; en estos días la había pasado en la casa de Deuteros,  de sus amigos y como siempre en la de su amado profesor esperando pacientemente su llegada.

Cada vez el cansancio era constante, su pequeño Isaac empezaba a moverse constantemente en su interior y ahora solo esperaba que sus padres ya pudieran cuidarlo en sus últimos días para evitar cualquier situación que pueda pasar.
Nuevamente tomó asiento en el sofá para poder descansar un poco, pero el sonido del timbre lo alertó haciendo que se levante para atender ese llamado.

- Deuteros, regresaste.

Camus se sorprendió al ver al gemelo menor de nuevo en su casa, no demoro mucho en salir hacer sus pendientes.

- Antes de mostrarte lo que tenemos como sopresa para ti, es necesario que entiendas una cosa.

- ¿Que cosa?

No entendía nada, simplemente permitió que Deuteros le colocara una venda en sus ojos para que no descubriera tan pronto la sorpresa que le aguardaba el gemelo menor.

- Antes de que lo puedas ver, tengo que dejarte en claro que pasó por una situación difícil y no comprende nada de lo que hay en su alrededor. Por favor y por lo que más quieras no lo dejes salir hasta que yo te diga, si es necesario que lo encierres en tu habitación lo haces pero no puede salir de aquí, corre peligro y sobre todo no lo esfuerces demasiado, fue inducido a la pérdida de memoria para nuestra mala suerte.

- No entiendo nada de lo que dices Deuteros.

Cuando el momento llegó, Deuteros le retiró la venda a Camus para que pudiera observar aquella sorpresa que celosamente le guardaban. Frente a él tenía a Milo con una sonrisa que jamás le había visto, al bajar la mirada se dió cuenta que venía tomado de la mano con aquella joven de cabellos castaños.
Pocos segundos después se hicieron a un lado para revelarle la verdad, una mujer de cabellos plateados se encontraba de espaldas, en el momento que se hizo a un lado se dió cuenta de la mejor parte.

Ahí estaba frente a él su amado profesor, quien miraba como niño pequeño todo el interior de la casa, se veía un poco más delgado y desaliñado dejando a un lado el porte y elegancia que lo caracterizaba.

- ¡Dégel!

Exclamó Camus con lágrimas en sus orbes al verlo nuevamente con vida después de todo este tiempo.

- Solo te pido que seas muy paciente con el Camus, no recuerda nada más que su nombre. Nosotros debemos irnos, hay que poner a estas bellas damas a salvó antes de que Fraille venga, por eso te pido que no lo dejes salir. Cualquier cosa te marco más tarde y con calma te iremos platicando está situación.

Deuteros tomó las pertenencias de Seraphina, les hizo una señal a los demás que lo siguieran para poder retirarse a sus respectivos hogares y así despistar un poco a la señora Fraille cuando pise aquella ciudad.

Milo movió su mano en el aire a manera de despedida y cerró la puerta de la casa de Camus dejándolos completamente solos.

- ¿Donde estoy?

A Camus le dolía verlo así, tantos meses pasaron anhelando su llegada y ahora con esa situación sobre su perdida de memoria no pudo evitar acercarse a él para poder abrazarlo mientras se acomodan en su pecho.

Dégel no entendía nada, ni siquiera sabía por qué aquel joven adorable lo abrazaba y derramaba unas lágrimas, quería intentar quitárselo de encima pero el aroma que desprendía de su cabello lo hizo mantenerse estático por unos momentos, esa fragancia era relajante para él.

- No sabes cómo esperaba tu llegada, soy feliz de saber que estás con vida Dégel.

- ¿Quien eres tú?

Camus se aferró aún más a la camisa que Dégel llevaba puesta, el hecho de que su propio amor no recordara los bellos momentos que vivieron juntos le dolía cada vez que Dégel le formulaba una pregunta.
Luego recordó las palabras de Deuteros, necesitaba ser muy paciente con él, desconocía lo que pasó pero al ver el semblante de Dégel se dió cuenta que quizá no fue agradable lo que su amado maestro vivió.

- Soy Camus y yo... - Se quedó callado unos momentos, no sabía que decirle, si bien jamás le dijo un te amo, ahora explicarle que su relación alumno y maestro fue más allá causando infidelidades por ambas partes, no era lo correcto en esos momentos.

Camus dejó de abrazar a su amado profesor y dió unos pasos retrocediendo mientras se desabotonaba su camisa ante la mirada confundida de Dégel.

La prenda quedó abierta revelando su vientre abultado de ya casi seis meses, tomó con cautela la mano derecha de Dégel y la llevó hasta su pancita crecida.

- Dégel, justo antes de que desaparecieras, estabas muy ansioso por nuestro pequeño que viene en camino... Tu y yo seremos padres; Isaac y yo esperábamos ansiosos tu llegada. No sabes cómo extrañé tu compañía todos estos días que no estuviste a mi lado, me hiciste demasiada falta.

Dégel escuchaba con detenimiento las palabras de aquel hermoso pelirrojo, aunque al mirar su largo y sedoso cabello descansando sobre sus hombros al parecer le resultaba conocido, pero ¿De donde?

- ¿Voy a ser padre? - Cuestionó con curiosidad sintiendo los movimientos del vientre del pelirrojo.

- Así es... Eres mi pareja y el motivo de mi vida, si tú siempre procuraste hacerme feliz, yo haré los mismo por ti deseando que seas el mismo Dégel del que me enamore.

- No comprendo mucho, lo siento.

Camus sintió un nudo en la garganta cuando escuchó esto, rápidamente sacó su celular del bolsillo para buscar aquella foto que atesoraba con todo su ser.
Al encontrarla rápidamente se la mostró, situación que dejó a Dégel sorprendido.

En esa imagen se encontraban los dos juntos, claramente Dégel estaba detrás de aquel lindo pelirrojo recargando su mentón sobre su hombro.
Sentía como su corazón latía estrepitosamente por qué algo muy en el fondo le decía que el chico no mentía.

- Bienvenido a casa Dégel y sobre todo, bienvenido a nuestra pequeña familia.

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Personitas bellas cada vez más a la recta del final, a partir de aquí si gustan pueden dejarme sus comentarios si tienen algunas dudas que quieran que les vaya resolviendo, antes de finalizar, también si me leen desde la obscuridad dejen su puntito o comentario para que cuando culmine esto deje mis agradecimientos como lo hice en Inalcanzable.

Esto por qué creo que cómo lectores se merecen su espacio de agradecimiento por qué sin ustedes no somos nada.
Los quiero mucho y a darle lo que le resta a mi Dégel x camus, los amo 💖💖🥰

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