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Me pareció que una gran bolsa de cuero salio a flote, pero la superficie del agua se abre y aparece un niño.

—¡¿Un niño?!

Me preocupo en secreto.

Este niño nado desde el otro lado del rió que ni siquiera se llega a ver y sin pedirle permiso a nadie se trepa a la cubierta. Tal vez la tripulación está acostumbrada a estas cosas porque no le dicen nada al niño empapado.

Los brazos y piernas que salen de su camisa y pantalones blancos no son lo suficientemente fornidos como para llamarle adolescente. Apenas tiene diez años. El chico coloca la bolsa de cuero que arrastra frente a mi. Es del mismo tamaño que él.

—Saludos.

Es como un europeo con algo de sangre asiática... o tal vez es solo que tener párpados lisos y la nariz pequeña lo hace ver un poquito asiático. Por supuesto que sus ojos no son negros y tiene ondas bien marcadas marrón rojizo.

—Soy David, de Copperfield. Espero que esté disfrutando su viaje.

—¿Nadaste toda la distancia desde la costa con esta bolsa?

—¿Qué cosa? Etto, estoy acostumbrado. Es mi trabajo después de todo.

—Hace un poco de frio...

—Eh, sí, me voy a secar. Pronto. Ya estoy acostumbrado. ¿Necesita algo? ¿Cigarros? ¿Jabón? Tengo de todo... ¿comida para ovejas? Bueno, si con un substituto basta puede que encuentre algo.

Pensando en eventos futuros, echo un vistazo a las mercancías que David extiende frente a mí.

—¿Qué clase de cosas tienes? ¿Tienes algún aperitivo?

—Por supuesto. ¿Qué tal unas castañas de Shimaron? Son duras y deliciosas.

El objeto que saca de su bolsa de cuero a prueba de agua no es la clase de castaña que estaba imaginando. Tiene la apariencia de una delicada trufa redonda y un olor nostálgico.

—¡Wa, amarga! Sabe cómo a medicina.

Escarbo en el bolsillo de mis pantalones cargo con mi mano derecha buscando algo del dinero de Shimaron que tengo. Luego recuerdo lo que pasó cuando abordamos este barco y le digo al mercader: —Solo tengo esto, ¿está bien?

—Si, por supuesto. Esto es Shou Shimaron, así que eso es normal. Aunque, en realidad no tengo suficiente cambio.

—Pero si empieza una guerra, ¿no será imposible que uses este dinero?

David me dedica una sonrisa amistosa y se desata la bolsa del cambio de la cintura.

—Como lo voy a usar para la comida de hoy y mañana y también reponer mis suministros, no hay forma de que me quede algo para cuando empiece la guerra.

—Aun siendo un niño, ¿te interesaría iniciar un negocio?

—No es así.

El mercader sacude la mano negando mientras sonríe.

—El próximo año voy a cumplir doce así que seré reclutado y podre enviar dinero a casa para mi familia. Pero hasta entonces tengo que encontrar clientes de esta forma y hacer algo de dinero o mis hermanos morirán de hambre. Pero hoy tuve un poco de suerte. Usualmente no hay otros pasajeros en un transportador de prisioneros. Hoy realmente si que tuve suerte con un adulto amable como usted a bordo.

—Esa cosa peluda parece útil, la compro.

—Muchísimas gracias. ¿Qué tal esta guillotina de papel? Está hecha de un raro hueso.

Rey Demonio (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora