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Si Lord von Christ ni siquiera podía manejar esta pequeñez, entonces sus poderes eran terriblemente insuficientes. Con razón uno escuchaba cada vez más seguido comentarios sobre lo blandengues que eran los hombres de estos días, al igual que su magia. Los ojos azul brillante de Lady von Karbelnikoff Anissina destellan mientras se clavan en su presa. Günter observa el piso concentrado en un punto fijo y quedadamente murmura para sí mismo.

—Su Majestad ya debe de haber encontrado a Gegenhuber. Debe haber dado una increíble presentación con la flauta mágica. ¡Ah, mí adorado Majestad! Cuán puras, nobles y maravillosas deben ser esas canciones. ¡Y cuan conmovedoras!

Poco a poco las palabras de Günter comenzaron a adquirir el tono de un himno de escuela primaria. Y así continuó cantando sus alabanzas.

—La flauta llama la lluvia, no, la tormenta. Cuando el fino y sedoso cabello de Su Majestad se moja se vuelve aún más radiante y brilla de forma incluso más hermosa...

—¿Has dicho que la flauta mágica hará que llueva?

Tan pronto como Günter oye la voz de la mazoku un escalofrió recorre su espalda.

—¿Y también escuché el nombre Gegenhuber? No tengo ni la más mínima estima por ese hombre. Él aún se aferra a la anticuada idea de que el amor entre mazokus y humanos es tabú.

La forma extremadamente calma en la que ella habla demuestra que no se dejaría dominar por su ira, y eso infundía profundo temor. Günter no se atrevió a voltear hacia ella.

—¿Cuánto sufrió Susana Julia a causa de este hombre...?

Al pronunciar con añoranza el nombre de su fallecida amiga su voz se quebró casi imperceptiblemente.

—Enviar a Gegenhuber en busca de la flauta mágica fue una de las pocas medidas drásticas que Gwendal ha ordenado. Aun así, no esperaba que llegara a encontrarla de verdad.

—¿Anissina...? —preguntó tímidamente Lord von Christ.

La mazoku Carmesí ha traído un enorme caparazón verde con un costoso plato de jade encima. Agarró a Günter a medio camino de emprender la retirada y lo arrastró hasta caparazón y puso la placa en la palma de su mano.

—Bueno, ahora solo imagina en tu mente que está lloviendo.

—Si fueras tan amable, ¿tal vez podrías primero explicarme para que sirve este extraño invento?

—No hagas preguntas innecesarias. Provee el maryoku y lo verás por ti mismo.

Esto era lo que Günter había temido. Pero luego de una noche sin dormir, había ideado una excusa para esta específica situación en la que ahora se encontraba.

—Pero... ¡no, esto no puede ser, querida! ¡Podrías estar planeando dar un golpe de estado y cometer alta traición contra Su Majestad! Si deseas mejorar su tecnología para este propósito, está fuera de discusión que sea yo quien te ayude. Eso me convertiría en cómplice de tus planes. Sabes bien que el propósito de mi vida está dedicado únicamente a la protección de Su Majestad...

—Es un majutsu para hacer llover, Günter.

—¿Majutsu para hacer llover? ¡Pero qué acto tan deplorable! Ah... ¿perdón? ¿Has dicho majutsu para hacer llover?

Completamente descolocado, Günter cerró la boca y no dijo otra palabra.

—Exactamente. Ya no necesitaremos depender más del poder poco confiable de la mateki. De ahora en adelante podremos usar nuestro propio majutsu para hacer llover. Me he enterado que nuestros países vecinos han estado sufriendo la de escasez de agua desde hace un tiempo. ¡Si mi invento funciona correctamente, con una sola tormenta la raza mazoku causará asombro y terror en todo el mundo! ¡Te presento el dispositivo-creador-de-lluvia-a-base–de-maryoku, el Sr. Rana de la Lluvia!

Rey Demonio (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora