Capitulo 5

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No lo puedo creer. ¿Cómo pudo pasar esto? ¡¿Si cacheteas a alguien es una propuesta de matrimonio, y si levantas un cuchillo un duelo?! De acuerdo a mi sentido común, son sortijas para el matrimonio y varitas para el duelo. Solo porque no sabía sobre las costumbres de este mundo estoy al borde de la vida y la muerte.

¿Cómo voy a salir de esta?

Trato de pensar más allá del lio en el que estoy metido. Intento recordar alguna otra crisis por la que haya pasado y que fuera peor que esta... ¡Pero no recuerdo ninguna! ¡No hay ninguna! ¡Nunca antes me ha pasado algo como esto!

¿Qué  se supone que haga?

—Quizá... ¡No, imposible! Juré no usar ese tipo de magia.  

Hace poco, Günter me explicaba esto entre sollozos y lágrimas. La vieja costumbre de ganar matando al oponente es obsoleta desde hace siglos. Los duelos de hoy son un asunto de honor, y rara vez alguien muere.

Sí, rara vez.

Quiere decir que hay excepciones.

Sin pensar, aprieto la almohada entre mis piernas y gruño. 

— ¿Qué debo a hacer? — Como una respuesta a mi pregunta hubo un golpe en la puerta.

—Su Majestad.

— ¿Sí?

Conrad entra cargando algunas cosas.

—Qué bueno que Su Majestad no se ha ido a dormir aun. ¿Que está sosteniendo entre sus piernas?

—Una almohada, obviamente—respondo con cansancio—. Perdona. No intento juzgarte, pero ¿qué haces despierto a estas horas?

—He estado reflexionando sobre algo y he traído esto. Vamos, Su Majestad. A practicar.

— ¿Practicar?

Él trajo una bandeja de madera y un palo. Cuando agarré la bandeja resulto ser un escudo, y al sacar el palo de su vaina resulto ser una espada de prácticas.

—Sostenga la espada con su mano dominante. Así es. Es una espada de una mano. Y el escudo en su lado izquierdo. Intente manejarla. ¿Cómo se siente? Avíseme si es demasiado pesada. Escogí la espada más corta posible para usted.

Es un poco pesada para solo una mano cuando la balanceo. Es un arma simple de color plateado. Sostener el mango me recuerda a algo muy familiar.

—El mango es como de un bate de golpeador. Pero el peso se parece más al de los profesionales.

— ¿En serio? Nunca había visto uno. Es como un bate de golpeador.

Ya ha pasado tiempo desde la última vez en los entrenamientos de quidditch que jugué en la posición de Golpeador. Bastante desde que sentí una Bludger o un bate.

—La empuñadura me trae buenos recuerdos. Ya debe de haber pasado como un año...

— ¿Por qué dejo?

— ¿Eh?

—Ser golpeador.

Me hace la pregunta de brazos cruzados pero con una sonrisa simpática. Coloco la espada en mi regazo y me echo en la cama mirando hacia arriba.

Que nostálgico.

—...Hace un tiempo hice las pruebas para el equipo de mi casa, soy buen golpeador, pero el equipo necesitaba un buscador ágil y con buenos reflejos.

— ¿Y esa es la razón por la cual desistió? Acaso no lo anhela.

— ¿Por qué desistí... si lo anhelo? Incluso yo no puedo explicarlo.

Rey Demonio (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora