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Conrart y sus compañeros notaron la casi imperceptible forma de la ciudad a lo lejos a pesar de la tormenta de arena que abatía las dunas. Todos se sintieron aliviados. Draco y Gwendal también debieron parar en esta ciudad para abastecerse de agua y cambiar los caballos. Con algo de suerte serían capaces de encontrarlos a ambos ahí. Todos albergaban la esperanza de encontrar pronto a su rey y a su comandante en jefe sanos y salvos.

Conrart reunió a sus hombres al resguardo de algunas rocas. Desmontó y se preparó para explorar la situación en la ciudad por sí mismo.

—Su excelencia, pero usted puede enviar a alguno de los hombres a explorar —protestó Boyd.

—Es verdad —dice Conrart—. Pero probablemente de entre todos nosotros yo soy el que mejor puede lidiar con los lugareños. Es mejor mezclarse entre ellos. —La cara de Boyd luce ligeramente avergonzada mientras Conrad continua: —Todos ustedes saben que yo entiendo bien a los humanos. Por otra parte, yo mismo soy medio humano.

—¡Conrart!

La voz del apuesto ex príncipe ha vuelto a la normalidad, un suave tono de barítono. Aunque viste como un oficial de policía de un clima tropical, no sería un problema durante la tarde, pero exponer tanta piel bajo el sol abrasador durante el día es casi suicida.

—Tienes que informarme inmediatamente si encuentras a Draco y a mi hermano —dice Wolfram nervioso.

—Lo prometo.

Wolfram pone ambas manos sobre sus caderas, hincha el pecho y dice con voz altiva:

—Y si no quieres sumarte a la búsqueda de la flauta mágica, no hay problema. Puedes regresar cuando quieras.

—¿Por qué dices eso?

—Sé que no quieres ver a Gegenhuber. Y si encontramos la flauta mágica, ese hombre debe de estar cerca.

El tono de Wolfram hacia su hermano está lejos de ser respetuoso, pero por lo menos parece preocuparse por los sentimientos de Conrart. Comparado a su comportamiento de hace unos pocos meses, lo vieras como lo vieras este era un gran progreso.

—Además, Draco me pondrá más atención si tú no estás por aquí.

—Sí, sí, ya lo entendí.

Levantando su brazo izquierdo para protegerse del sol, Conrart se fue.

Casi todas las tiendas de la ciudad, la hilera de casas que culebrea como una anguila a través de las dunas, ya están cerradas. La entrada esta resguardada por varios soldados. Son distinguibles del resto de los civiles por un peinado muy extraño. Conrart recordó los extraños cortes de cabello que vio durante su estadía en Londres: el corte de cabello de estos soldados era parecido al de esos ingleses que se hacían hoyos por todas partes del cuerpo y eran llamados punks.

Conrart dudó durante un momento cuál sería la forma correcta de acercarse a estos hombres.

—Rayos, si tan sólo los hombres de Sverera pudieran compartir algo de su fuerza con mis compañeros —les dijo.

Los cabezas de punk sonrieron burlonamente. Conrart estaba conforme con el resultado.

—Son delicados como las flores. Una tormenta de arena es mucho para ellos. ¿Hay algún hotel en esta ciudad?

—Ni nosotros tenemos suficiente agua y mujeres, pero hay mucho licor y camas.

—Las camas estarían bien. Si acampáramos a la intemperie esta noche, probablemente mañana en la mañana me despertaría solo.

—Ese sería el caso, si es que sólo tienes debiluchos a tu lado.

—Díganmelo a mí. Aunque tengo una pregunta más: ¿han visto dos extraños en la ciudad? Tienen complexiones bastante diferentes, y su apariencia llama un poco la atención, uno es bastante alto y el otro más bajo. ¿Sabrían de casualidad donde se están quedando a pasar la noche?

Rey Demonio (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora