Capitulo 8

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Sebastian

Nos quedamos unos minutos boca bajo, cuando la iba a mover para seguir con el tercer round, ella ya estaba dormida por lo que se me formo una enorme una sonrisa. ¡He ganado! Tendría que pensar muy bien que es lo que iba a hacer en estos tres días.

La abrace y me pegue a ella, quería sentirla cerca de mí, le di un pequeño beso en la mejilla y recargue mi cabeza en la almohada recordando todo lo ocurrido esta noche hasta que me dormí. Junto a ella.

Narrador Omnisciente.

Los rayos del sol pegaban en la ventana, en la cama se encontraba un hombre y una chica, ambos dormían plácidamente abrazados, después de la movida noche que tuvieron. Lauren abrió los ojos lentamente con pereza no quería levantarse, le dolía todo el cuerpo, pero era un dolor del bueno. Sintió que estaba recostada en un brazo fuerte, se movió quedando en frente de Sebastian.

La sabana le llegaba hasta la cintura, la chica observaba a su amante durmiendo, tenía la respiración tranquila, con sus dedos tocaba la cara de Sebastian, él era tan guapo, para Lauren él era perfecto. Siguió tocando su cara hasta que llego a sus labios, no se resistió y lo beso despacio para que no se despertara. Pero no tuvo éxito ya que sintió que sus brazos se movían y la rodeaban por la cintura, él se había despertado, le estaba correspondiendo el beso. Sebastian la acomodo encima de el para poder besarla mejor, su beso no duro más porque sus estúpidos pulmones pedían oxígeno. Se separaron, y se sonrieron.

-Si me vas a despertar así todos los días, no sería mala idea – dijo con la voz ronca.

-Tal vez no lo sé, solo si te portas bien – le dije dándole un beso en la nariz.

-Pues siendo así, considéralo echo – le devolvió el beso en la nariz – oye ahora que me acuerdo... ¿Adivinas quien perdió la apuesta? – le pregunto alzando las cejas.

- ¿Apuesta? ¿Qué apuesta? – se hizo la que no recordaba nada.

-Usted señorita aposto y perdió – sonrió – ahora tiene que cumplir.

-¡Esta bien! Tú ganas – se rindió - ¿Qué quieres que haga?

-Pues... déjame que pensarlo detenidamente – le quito un mechón de pelo de la cara para ponerlo detrás de su oreja – mejor ven el viernes de la próxima semana y comenzamos con mi permiso – dijo con una enorme sonrisa.

-Bien – dijo derrotada – ahora hay que cambiarnos y desayunar, me muero de hambre.

Lauren se sentó en la cama, pero soltó un gemido de dolo, a lo que Sebastian rio – ¡no te rías! – le regaño - ¿Por qué me diste tan duro?

-Disculpa señorita que me gritaba... ¡Mas Sebastian dame duro! – la imito.

-Yo no hablo así – dijo sonrojada - ¿y mi mochila?

-Creo que la dejaste en el coche, yo te la traigo – se levantó y Lauren pudo ver a su gran amigo, se le quedo mirando y pensando ¿Cómo es posible que todo eso entrara en ella?

- ¿Quieres más pequeña? – Lauren se sobresaltó – luego estarás mas adolorida que ahora.

-No gracias así estoy bien, por el momento solo quiero mi mochila por favor – le dedico una sonrisa.

-Está bien, tú te lo pierdes, ahora vuelvo – solo se puso su bóxer, un pantalón y salió de la habitación.

Sebastian

Salí de la casa, llegue al coche y tome la mochila. Cuando regresé a la habitación Lauren no estaba en la cama, la busque con la mirada y escuche el sonido de la ducha. Sonreí maliciosamente, me acerqué a la puerta del baño rogando por que estuviera abierta. ¡Si! Abrí la puerta lentamente, ahí estaba ella, duchándose. No lo dude, tire la mochila al suelo y me metí junto a ella...

Mi ginecólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora