Mi ginecólogo

Capitulo 44

Lauren

Sebastian aparco el coche, al frente podía ver una hermosa cabaña de madre. Estábamos en un bosque.

- ¿Qué hacemos aquí? – le pregunte.

-Sorpresa, nos vamos a quedar esta noche aquí – dijo levantando los brazos y poniendo un rostro de felicidad.

- ¡Sebastian! – dije – me encantan tus sorpresas.

-Lo sé – nos dimos un pequeño beso y entramos a la casa. Una vez dentro, observé la casa. Que estaba igual de bonita que por fuera. Pero algo llamo mi atención, había dos pequeñas maletas junto a las escaleras.

- ¿De quién son esas maletas? – pregunte.

-Son nuestras – me contesto – las traje ayer, Alexandra me ayudo a hacer la tuya.

-Con razón me faltaba ropa en mi armario – me reí y comencé a caminar por toda la casa.

Llegué a la sala de estar y la recorrí toda. Me encontré con varias fotos de Sebastian desde cuando era un bebe hasta ahora. Se veía tan tierno de bebe. Tome una foto en mis manos para verla mejor y siento unas manos en mi cintura.

- ¿Qué estas mirando? – me dijo Sebastian a la vez que me daba un beso en el cuello.

-Estoy mirando lo guapo que eras siendo un bebe – le dije.

- ¿" Era"? ¿es que ya no lo soy? – me pregunto.

-No – le dije y vi cómo se ponía triste – ahora eres endemoniadamente sexy.

-Menos mal, me habías preocupado – los dos reimos.

Sebastian me dio la vuelta para besarme en los labios y yo por supuesto que le correspondí. Hundí mis manos en su hermoso cabello despeinándolo. Rompimos el beso por falta de aire y lo mire a los ojos.

-Te amo – le dije.

-Yo también te amo – el me contesto y sentí como miles de mariposas volaban en mi estómago.

Sonriendo, lo volví a besar, pero esta vez con más pasión. No sé cuándo ni como pero ya estábamos en una habitación. Sebastian estaba encima de mí, tratando de quitarme la camiseta y lo consiguió demasiado rápido. Yo por mi parte ya le había quitado su camiseta con cuidado para no lastimarlo en donde se había el tatuaje. Seguí ahora con los pantalones y luego con el bóxer. Una vez desnudos, el repartía pequeños besos por todo mi cuerpo para después regresar a mis labios.

Nos miramos en cuanto dejo de besarme y me introdujo su miembro en mi feminidad sin apartar su mirada de la mía. Cerré los ojos por la sensación de tenerlo dentro de mí. Pero el me pidió que no cerrara los ojos y lo mirara.

-Quiero me mires haciéndote el amor – me dijo.

Y siguió con sus embestidas que aumentaban cada vez más la velocidad y la potencia. En ningún momento aparte la mirada de la suya mientras hacíamos el amor. Lo veía sonriente, feliz, gimiendo con cada embestida al igual que yo.

Sentí como se construía mi orgasmo ya casi me corría y creo que el también. No aguantamos más y los dos llegamos al paraíso al mismo tiempo.

Él se dejó caer encima de mí, poniendo su cara sobre mis pechos, lo abrace. Con la respiración agitada, le acariciaba el cabello con suavidad y con amor, sobre todo amor. Los dos nos quedamos callados un rato, pues no necesitábamos hablar. El por su parte me acariciaba el vientre y movía su cabeza para darme besos en los pechos lo cual me hacía soltar pequeñas risas.

-Sebastian ¿te gustaría tener hijos algún día? – le pregunte rompiendo el silencio. Pero el no contesto y me preocupe. Creí que se había molestado.

-Me encantaría y más si los tengo contigo – me abrazo cuando lo dijo y yo sonreí como tonta pensando en cómo sería estar embarazada. Esperando un hijo de él. De Sebastian.

- ¿Y qué preferirías, niño o niña? – le pregunte acariciando su cabello.

-Pues, difícil, pero creo que quiero una niña – me dijo – ¿Cómo la llamaríamos? – ahora cambiamos de posición. Yo estaba recargada en su pecho acariciando su tatuaje y el mi cabello.

-No lo sé, yo le pondría tal vez... Ariadna – dije.

- ¿Y qué te parece "Juliet"? – sonreí al escuchar ese nombre.

-Es precioso, me encanta – le conteste. Y así pasamos aquel momento pensando ambos en cómo sería tener una pequeña niña llamada Juliet.