Capitulo 114

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Sebastian

Desperté con un terrible dolor de cabeza. No recuerdo nada de lo que paso después de salir del bar. Me estiro sobre la cama con los ojos cerrados.

Cuando los abro, me giro y veo que alguien está dormido a mi lado. Me espanto por una fracción de segundo al pensar que me acosté con una mujer desconocida. Luego me calmo al recordar que es Lauren la que está dormida en mi cama. Ella está dormida boca abajo y su cabeza esta debajo de la almohada.

Se me escapa una pequeña risa, me acerco a ella para empezar a repartir pequeños besos por toda su espalda y despertarla. Cuando mi camino de besos llega hasta su hombro derecho me percato de que tiene un lunar.

Algo anda mal. Lauren no tiene un lunar en el hombro, joder me sé de memoria todo su cuerpo y estoy cien por ciento seguro de que ella no tiene un lunar en ese lugar. No, esto no puede ser. Por favor que no sea lo que estoy pensando.

Quito la almohada de su cabeza. ¡Emilia! No, no, no... pero... yo... los dos... no puede ser. El corazón se me detiene por una milésima de segundo, si Lauren se llega a enterar de esto pensara que ya no la quiero y me dejara de nuevo. No puedo permitir que eso vuelva a ocurrir, no la quiero perder. Me levanto de la cama para buscar mi ropa rápidamente.

-Mi amor ¿Qué ocurre? – Emilia se levanta de la cama con una sábana enredada en su cuerpo.

-No me llames mi amor – le digo serio.

-Pero mi amor, creí que lo nuestro era especial – dijo.

-¿Lo nuestro? No me hagas reír. Lo nuestro no fue más que un polvo del cual me arrepiento profundamente – le dije.

-Pero... Sebastian – estaba a punto de llorar – yo te quiero.

-Mira siento no poder corresponderte, pero tú sabes que amo a Lauren, aun así, te acostaste conmigo sabiendo que la amo a ella y además... ¡estaba borracho! – esto último lo grite.

-Lo sé, pero ella no te ama – se acerca a mí y me abraza llorando – yo si te amo. Deja que haga cambiar de opinión por favor dame una oportunidad.

-No, perdona, pero jamás te voy a corresponder – la separo de mi cuerpo, ella lloraba más – no llores... algún día encontraras a la persona indicada para ti, pero ese no soy yo.

-Tu eres el indicado para mí – no deja de llorar y ya no sé qué hacer no me gusta ver a las mujeres llorar – desde que te conocí soñé con que tu fueras mío, mi pareja, mi esposo y el padre de mis hijos. Te lo suplico dame una oportunidad – se pode de rodillas enfrente de mí.

-No hagas eso, nunca te humilles y menos por un hombre – la tomo por los hombros y la levanto – Emilia ya te dije que entre tú y yo no puede ser, no habrá nada nunca porque yo no siento nada por ti. No te puedo ver como algo más, solo te veo como una amiga.

-Está bien lo acepto, perdón por lo que paso anoche no se volverá a repetir – y sin decir algo más se vistió de inmediato para después salir corriendo de mi casa, dando un portazo a la puerta principal.

Solo me dejo caer en mi gran cama. Pasan unos minutos y tomo mi teléfono, necesito un consejo.

Mi ginecólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora