Capitulo 120

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Lauren

-Anda ve por él, no dejes que se te escape – insiste.

-Perdóname, nunca quise hacerte daño – lo abrazo.

-Lo sé, te creo, pero vete ya no pierdas más el tiempo y prométeme que serás feliz con Sebastian – me da un beso en la cabeza, asiento con la cabeza y salgo corriendo con mi vestido de novia puesto.

- ¡Su avión sale en treinta minutos, corre Lauren corre! – escucho gritar a Anthony.

Eso hago. Salgo corriendo del hotel donde se celebraría la boda, busco un taxi y por suerte se para uno.

-Al aeropuerto por favor – le pido al conductor.

- ¿Te escapas de tu príncipe? – pregunta aquel hombre.

-No, voy a buscarlo – le respondo con una sonrisa.

En el camino trato de llamarlo y no contesta su teléfono. Estoy hecha un manojo de nervios pensando en la posibilidad de que el me rechace. El taxi freno de golpe haciendo que me saliera de mis pensamientos. Perfecto lo que me faltaba, había tráfico.

- ¿No puede tomar otro camino? – pregunto desesperada al conductor.

-No, lo siento. Hoy hay un desfile... - no lo pienso.

-Genial – tomo mis zapatos y me los llevo en las manos – gracias de todos modos – salgo corriendo del taxi.

- ¡Hey! ¡Corriendo nunca llegara a tiempo! – me alcanza a gritar, pero no me importa tengo que llegar con Sebastian.

Corro lo más rápido que puedo y el estúpido vestido no me deja hacerlo más rápido. Paso corriendo entre los coches que están parados a que pase el supuesto desfile, todos me miran. Pues claro no todos los días ves a una chica corriendo con un vestido de novia.

Después de veinte minutos de carrera. Por fin llego al vendito aeropuerto. Respiro y corro a donde venden los billetes de avión. Hay mucha gente, pero no me importa y me pongo delante de una gran fila de gente. Me empiezan a reclamar, pero los ignoro, no tengo tiempo.

- ¿Dónde sale el siguiente vuelo hacia New York? – le pregunto agitada.

-En la puerta D11, sale en diez minutos – me responde.

- ¡Gracias! – le grito una vez que salgo corriendo de ese lugar.

Corro y para mi suerte ningún policía me detiene, todos se quedan pasmados por verme o algunos ríen. Llego a las salas de abordaje, paso a la sala A, B, C y al fin llego, busco con la mirada a Sebastian. La desesperación llega a mi cuando no lo encuentro. Sigo corriendo hasta que veo un letrero que dice "D11". Giro hacia todos lados y no lo logro verlo, hay mucha gente. Mis lágrimas empiezan a salir al ver que no está.

Entonces es cuando lo veo. Sentado a unos cuantos metros de mí, con la cabeza agachada. Se me rompe el corazón al ver que mi chico está llorando y es por mi culpa.

- "Pasajeros con destino a New York, Estados Unidos por favor pasen a la puerta de embarque número once" – escucho decir.

Veo como Sebastian se limpia las lágrimas. Se levanta de su asiento y empieza a caminar. Trato de no perderlo de vista con toda la gente que está allí.

- ¡Sebastian! – grito a todo pulmón para que se detenga y lo hace. De nuevo corro como loca. Toda la gente que está cerca empieza a mirarme.

Sebastian se para y se gira para ver quien lo llama. Su rostro es serio, pero cuando me ve corriendo hacia el su rostro es de sorprendido. Por fin llego y lo abrazo con todas mis fuerzas.

-Sebastian no te vayas – le digo sin soltarlo – perdóname – me separo de el para mirarlo a los ojos.

- ¿Qué haces aquí? ¿no deberías estar casándote? – está dolido lo sé y es por mi culpa.

-Sí, pero con el hombre que quiero casarme se le ocurrió la brillante idea de ir se a New York el día de hoy – sonríe levemente – Sebastian, perdóname soy una tonta, estúpida. Debí escucharte. Perdóname, hare lo que quieras, pero por favor no te vallas. No quiero perderte de nuevo. Te amo. No me dejes te lo suplico – mis lágrimas están ya esparcidas por todo mi rostro.

El todavía no me abraza soy yo la que lo tiene agarrado para que no se valla. Me pongo de puntillas para juntar nuestros labios, los echaba de menos con locura, rodeo su cuello con mis brazos y lo acerco a mí. Al principio no me responde, hasta que ya después de segundos me toma por la cintura y me eleva del suelo unos centímetros.

Seguimos besándonos hasta que nuestros pulmones nos piden aire. Me deja en el suelo y recargo mi frente en la suya.

-Mi amor, perdóname por todo lo que te hice pasar – le acaricio una mejilla...

-Perdóname tu a mí por acostarme con Emilia, te juro mi amor que yo... - lo callo con un pequeño beso.

-No necesitas explicarme nada, ya se la verdad. Esa zorra te drogo – le digo y él se separa, pero no demasiado, al parecer se sorprendió.

- ¿Me drogo? – pregunto.

-Sí, pero ya hablaremos de eso – le beso de nuevo y es que no puedo evitarlo – solo quiero estar contigo para siempre.

-Eso es lo que más quiero yo también. Te amo – me dice.

Se separa de mí, rompiendo el abrazo que nos estábamos dando. Busca algo en su maleta que traía, cuando lo encontró se arrodillo enfrente de mí. Dios, no sé cómo es posible que siga llorando.

-Lauren Morrison ¿quieres casarte conmigo? – abre el pequeño estuche y veo un precioso anillo que este contiene.

- ¡Sí!, si Sebastian me quiero casar contigo – me pone el anillo y me lanzo a sus brazos para besarlo con muchísimo amor.

-Te lo iba a dar hace tiempo, pero cuando empezamos las peleas fue imposible – él posa su mano en mi cintura y me atrae hacia él, empezamos a caminar para salir del lugar ¡tengo que decírselo!

-Sebastian – lo paro para que me mire una vez que estamos fuera del aeropuerto – tengo un pequeño secreto que tengo que contarte ahora.

- ¿Qué ocurre pequeña? – pregunta mirándome con sus increíbles ojos.

-Estoy embarazada – le digo, el abre los ojos y su boca se abre – vamos a ser papás de nuevo mi amor... ¿no estas feliz? – no dice nada solo me toma entre sus brazos y me abraza fuertemente. Me besa la cabeza, toda la cara hasta que llega a mis labios.

-Estoy más que feliz ¡vamos a tener otro bebé! Lauren me haces tan feliz – grita – te amo.

-Tú también me haces muy feliz – lo beso – te amo Sebastian.

Mi ginecólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora