Capitulo 14

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Sebastian

Después de ese encuentro, nos fuimos a comer. Cuando terminamos de comer la lleve a su casa para que hiciera una pequeña maleta, pero yo le decía que no iba a necesitar ropa, pero ella insistió. Tardo un gran rato en su casa, cuando regreso al coche me dijo que su madre por poco no la dejaba salir y le tuvo que decir que tenía que ir a hacer un trabajo de clase en casa de Alexandra, mi pequeña mentirosa, solo para estar conmigo.

Al entrar en casa, Lauren abrió la boca viendo el gran desastre que tenía por todos lados.

- Pero ¿Qué ha pasado aquí? ¿ha pasado un tornado por aquí? – dijo mirando por todos lados.

-No preciosa – dije sonriendo maliciosamente.

Antes de que digiera algo más la bese y de inmediato la tome en mis brazos para llevarla a mi habitación. Nos desvestimos entre los dos, tan rápido como si no nos hubiéramos acostado en mucho tiempo. Una vez desnudos me apresure en hacerla mía de nuevo, amaba esa sensación de estar dentro de ella, jamás me cansaría de eso. Seguimos haciendo el amor...

Esta vez el tiempo se me paso volando rápido y cuando me di cuenta ya los dos estábamos dormidos, ella estaba entre mis brazos.

A la mañana siguiente, abrí los ojos y me giré para ver a Lauren, pero no estaba. Me puse un bóxer y la busqué por toda la habitación y tampoco estaba. Escuche en un ruido en la cocina y no dude en bajar. Cuando entré en la cocina, Lauren me daba la espalda, pude ver como cocinaba. Estaba tan sexy con mi camiseta que le llegaba hasta los muslos y su pelo lo tenía desordenado. Me acerque a ella sin hacer ruido y la tome por la cintura haciendo que diera un saltito. Recargué mi rostro en su hombro y le di un beso en el cuello.

-Huele genial – dije sin soltarla de la cintura.

- ¿Qué haces aquí? – pude ver como hacia un puchero.

- ¿No te gusta mi compañía? – le pregunte.

-Claro que sí, tonto – dijo girándose y puso sus manos en mi cuello – es solo que quería llevarte el desayuno a la cama – sonrió y yo hice mismo.

-Bueno si quieres me vuelvo a ir a la cama – propuse.

-No, ya estás aquí ya no pienso subir – dijo para después darme un beso y después girarse a seguir haciendo el desayuno.

-Muy bien, señorita floja – le di una nalgada y me fui a sentar en la mesa.

-¡Ay! Cuidado con la mercancía – dijo dramatizando y yo solo reía – además no soy floja, ayer alguien me hizo hacer ejercicio mucho ejercicio en la noche.

-¿Enserio? Pues yo no recuerdo que ayer te quejaras – dije.

-Cállate Stan – dijo riendo.

Me entrego mi desayuno, eran unos huevos revueltos, Bacon, unos hotcakes y un vaso de zumo de naranja. Sabia delicioso, me comí todo lo que me dio y hasta le pedí mas. Estuvimos conversando mientras comíamos, era tan divertida esta niña, me contaba todas sus travesuras que hacía en la escuela y yo no hacía más que reír.

Una vez que acabamos el desayuno, pusimos los platos en el fregadero y yo me fui a cambiar. Cuando me estaba poniendo una camiseta ella entro.

-Oye, no es que te diga que tienes que hacer, pero ¿no piensas recoger tu casa? – dijo – está hecha un basurero – yo solo le dedique una gran sonrisa – además... - creo que capto lo que tenía en mente – no, no eso sí que no Sebastian.

-Oh si, Lauren – dije riendo – tienes que limpiar mi casa, por eso hice todo esto.

-No tenía que haber abierto la boca – dijo rodando los ojos.

-Y eso no es todo pequeña – le comenté.

Mi ginecólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora