Capitulo 52

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Lauren

Hoy me iría a Paris, esta triste y no tenía ganas de nada, apenas ayer en cuanto regrese me fui a mi habitación a llorar. Llame a Cat, me consoló para que no me fuera tan triste de New York. Iba de copiloto en el coche de mi madre, mirando como pasábamos las casas, hasta que se detuvo en la de Sebastian. No quería hablar con él. Tenía derecho de saber... aunque no se lo merezca.

Puse las cartas en su buzón y subí al coche de nuevo. En un abrir y cerrar de ojos nos encontrábamos en el aeropuerto, en el avión. Cat y yo nos iríamos por mucho tiempo y creo que era mejor así. Aunque echare de menos a todos, y le echaría de menos a él. A Sebastian. Sé que me hago daño yo misma, pero todavía le quiero. El avión despego y le eche una última mirada a mi precioso New York.

Sebastian

Después de que Lauren se fuera, me sentía como un fantasma, como si mi corazón y mi alma se lo hubiese llevado ella. Quería ir a su casa y disculparme con ella. Decirle que la quiero que no me importa que me haya engañado y que me perdonara a mí por engañarla. Pero no pude, me sentí muy mal por verla llorar y saber que la razón de sus lágrimas era yo.

Me quede en el sofá toda la noche hasta que el sueño pudo más.

A la mañana siguiente, me desperté decidido a ir a buscar su perdón de mi pequeña. Sé que le hice daño, pero tenía que buscarla. Salí de la casa, me subí al coche y fui a su casa.

- ¿Cómo que no está? – les pregunte a unos de sus vecinos que salió de su vivienda.

-Sí, lo siento, pero lo que sé es que se mudaron ayer – me respondió muy amablemente.

Le agradecí y me regresé a mi casa, pensando en cómo aria para saber su nueva dirección.

Al llegar a mi casa, vi que había correspondencia. Tome las tres cartas que había y todas tenían un número, eran de Lauren. Entro en casa y abro la primera. Pero el sonido de la puerta me interrumpió.

- ¿Qué haces aquí? – le grite al imbécil de Alex.

-Hola... Yo... - eso fue lo único que dijo, le solté un golpe en su rostro.

- ¿As venido a reírte de mí? ¿A restregarme en la cara que te acostaste con mi novia? – le dije furioso.

-No... yo... - se tocó la nariz donde le había pegado – he venido a decirte la verdad.

- ¿Qué verdad? – le pregunte un poco más calmado.

-Sebastian, lo siento... yo y Elizabeth nos pusimos de acuerdo para hacer ese video falso, contratamos a una chica que se pareciese a Lauren para que creyeras que la chica del video fuera Lauren y así terminarías dejándola. Pero después de que lo viste y tuviste la discusión de ayer con Lauren me sentí mal porque me llamo para reclamarme y ella me odia Sebastian, yo la quiero y como no quiero verla sufrir pues aquí estoy en tu casa contándote la verdad – me quede en silencio unos minutos. Ella me había dicho la verdad, nunca me engaño y yo si lo hice. Me sentía una autentica basura. Con mayor razón tenía que buscarla y pedirle su perdón. Le cerré la puerta en la cara. Tomé las cartas y las abrí una por una.

Querido Sebastian...

Me duele con todo el corazón que me hallas engañado con Elisabeth y que nunca me creyeras... creí que me amabas, pero ya he visto que nunca lo hiciste. Te pido que te alejes de mí, que no me busques porque me hiciste mucho daño y ya no quiero sufrir más. Ahora solo quiero llevar una vida tranquila, estudiar con la beca que me dieron... ¡Sorpresa! Me la dieron, te lo iba a decir el día que me dejaste plantada en la escuela. Pero bueno eso ya no tiene importancia... Abre la segunda carta y lamento no decirte la noticia en persona... pero tienes el derecho de saberlo, aunque no te lo merezcas.

- ¿Qué noticia? – me pregunte yo mismo.

Esta prueba tiene un 99% de ser exacta y 1% de error. La paciente Lauren Morrison dio resultados positivos en la prueba de embarazo.

Lauren está embarazada, está esperando un hijo mío, bueno de ella y mío... no lo puedo creer. Las lágrimas empezaron a salir de mis ojos, pero eran lágrimas de felicidad y tristeza. Tenía que encontrar a mi princesa y a mi hijo. Abrí la última carta pensando que tal vez Lauren me digiera donde podía localizarla.

Si, Sebastian, estoy esperando un bebe, tu hijo, nuestro hijo. Te prometo que es tuyo porque no me acosté con Alex ni con nadie más. Yo siempre te amé y nunca te engañaría. Te lo iba a contar ayer, pero, no pudo ser, por eso te escribo estar cartas.

Te pido que te olvides de mí, de nosotros. No nos busques porque nunca nos encontraras. Y con todo el dolor que tengo en mi corazón te escribo esta despedida que no me animé a decirte a la cara porque no quería que me volvieras a tratar como una cualquiera.

Me despido, con un beso.

Un consejo, sigue con tu vida.

Adiós Sebastian, te amo.

Por siempre tuya Lauren.

-Pero mi vida no está completa si tú no estás en ella – susurre con lágrimas y arrugando la carta.

Mi ginecólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora