Capitulo 31

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Lauren

Al bajar del edificio, los dos estábamos tomados de la mano y con una enorme sonrisa que nadie nos la podía quitar. Sebastian me ayudo a subir al coche y condujo, pero en vez de llevarme a mi casa se fue por otro lado, le pregunte a donde me llevaba, pero no me dijo nada, solo me dijo que era otra sorpresa. La verdad es que sus sorpresas siempre eran buenas, así que me relaje y me dedique a mirar por la ventanilla.

Llegamos a un hotel, me ayudo a bajar del coche y entramos. Yo lo espere, mientras que él iba por las llaves de la habitación.

Estaba tan feliz, Alexandra tenía razón, debí haberle dicho a Sebastian hace mucho que lo amaba. Pensando en lo que paso hace menos de una hora, se me volvió a formar una sonrisa. Vi como Sebastian se acercaba con una sonrisa igual a la mía. Subimos por el ascensor, en silencio, pero no era uno de esos silencios incomodos.

Al llegar a la habitación, me dejo pasar primero. Me quede con la boca un poco abierta al ver que la habitación estaba decorada con velas y muchos pétalos rosas. Había un camino de pétalos, sin dudarlo lo seguí, hasta que llegué a la cama, que también estaba decorada con pétalos y velas alrededor. Escuche como Sebastian entraba a la habitación. Nos miramos a los ojos y no nos dijimos nada. No hacía falta. Él se acercó a mí, nos besamos despacio, disfrutando del beso. Con mis manos le quite la chaqueta, para después desabrocharle los botones uno por uno.

El por su parte, movió sus manos al cierre de mi vestido y poco a poco lo bajo. Lo bajo por completo, y dejo que se callera al suelo. Ahora yo estaba solo en ropa interior. Le quite el cinturón y los pantalones. Ahora los dos estábamos iguales. Nos separamos del beso, le sonreí y el me sonrió. Volvimos a besarnos con amor. Lentamente le quite la última prenda que le quedaba dejándolo desnudo, mientras que el me quitaba lo que me quedaba de ropa. Una vez desnudos, nos acostamos, Sebastian encima de mí y yo abajo.

-Te amo Sebastian – dije yo.

-Yo también te amo Lauren – me respondió.

Después de eso Sebastian se hundió en mí, era el mayor placer que pude experimentar, porque era la primera vez que hacíamos el amor en un hotel. Durante toda la noche nos hicimos uno solo, nos dijimos cuanto nos amábamos.

Definitivamente es la mejor noche de mi vida.

Hicimos el amor, hasta el amanecer, una vez que nuestros cuerpos estuvieron cansados nos arropamos y dormimos juntos.

Mi ginecólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora