EXTRA 2 HALLOWEEN (1)

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HALOTT PARTE 1

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HALOTT PARTE 1

El vestido era brillante.

El color plateado se reflejaba en el espejo, acompañado de las piedras cristalinas que decoraban la parte superior de la falda, los bordes de los tirantes y la parte baja del apretado corpiño que se ceñía a mis notorias curvas, fulgurando destellos de colores a causa de la luz.

Jamás había llevado algo tan brillante.

Mi pelo cobrizo se encontraba trenzado por ambos lados, cayendo sobre mi espalda descubierta en ondas casi perfectas, contrastando con mi piel marfileña y mis ojos verdes bordeados de unas sombras tono pastel que hacían resplandecer mi mirada.

—¿Y bien? —preguntó mi padre—, ¿qué te parece?

No tuve respuesta. Era simplemente precioso.

—Papá... te has lucido... ¡Es hermoso!

Él dio un aplauso emocionado.

—Sabía que te gustaría —dijo. La emoción centelleó en sus ojos azules—. Además los colores claros son perfectos para ti.

—Es increíble, papá, muchas gracias —lo abracé con todas mis fuerzas.

Era el día del Halott, la fiesta de ofrendas a los muertos. Una fiesta especial dedicada al dios Arsen, aquel que dictaminaba el infierno y el inframundo, para pedirle que cuidara de las almas que habían perecido en aquel año.

Un día antes del cumpleaños de mi hermana, el rey organizaba un baile de máscaras en los que la gente hacía regalos y detalles al dios de los muertos sólo para tenerlo contento. Tenía dieciséis años en aquel entonces, y seguía sin entenderlo.

Pero aún así, era una fiesta, y yo le había prometido a Ezra que iría, por el bien de su salud mental. No quería que mi mejor amigo acabase encerrado por haber tenido que enfrentarse a esas hienas él solo.

—Ahora, la máscara —habló mi padre.

Érix se encaminó hacia la mesa de madera que había al fondo de la estancia y apartó la tela que cubría las tres diferentes máscaras que estaban posicionadas en horizontal, en una línea casi perfecta.

Él se había convertido en mi ayudante para ese tipo de cosas. La elegancia y la combinación de colores era algo innato en él. A mi me ponía nerviosa, lo cual era irónico, siendo pintora. Pero Érix lo hacía con extrema facilidad, como si le saliera sin pensar.

Huellas y SusurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora