Mávros no me recibió con la gracia y tranquilidad que acostumbraba. De hecho, a juzgar por la mirada furiosa de la esfinge, llegué a pensar que pronto sería una muy buena compañera de Theron como alma.—Hola —saludé con una fingida sonrisa de inocencia que tembló cuando Mávros prosiguió con la misma mirada iracunda—. Yo venía a...
—¡Niña estúpida! —exclamó Mávros, acercándose a mí con fiereza.
Oh.
Cerré mis ojos para obligarme a despertar, pero antes de que pudiera intentarlo sentí como si una tela de seda me envolviera y me elevara en el aire. El suelo desapareció debajo de mí y unas inmensas ganas de vomitar me invadieron antes de que mis pies volvieran a tocar algo sólido.
Abrí mis ojos con pesadez, un leve dolor de cabeza comenzó a abrumarme. Parpadeé unas cuantas veces para que mi visión se aclarara, encontrándome con la espalda de Mávros a unos metros de distancia. Pareció sentirme, porque al cabo de unos segundos se dio la vuelta, el enojo dando paso a la sorpresa.
Se congeló, su boca se abrió, observándome asombrada. Seguí su mirada, viendo como las sombras me rodeaban, moviéndose inquietas y tal vez, amenazadoras.
—¿Qué están haciendo? —inquirí alarmada. ¿Iban a apretarme y asfixiarme hasta la muerte?
—Te están protegiendo —respondió Mávros, sin quitarme los ojos de encima— de mí.
Enarqué una ceja al mismo tiempo que las sombras dejaban de rodearme y procedían a desaparecer. O eso creí, porque levemente, como si una pluma me tocara, algo me rozó detrás de la nuca, como si quisieran hacerme saber que seguían aquí.
—¿Qué estás haciendo aquí, muchacha? Creí que habías comprendido que debemos evitar vernos.
—Yo... necesito un favor —informé, pero mi atención seguía en las sombras. ¿Por qué estaba protegiéndome?
Mávros bufó.
—¿Y cuál es ese favor? ¿Has pensado cómo escapar de ese barco?
Vacilé. ¿Cómo sabía eso?
—Los muertos hablan, querida —dijo a modo de explicación.
Asentí, entendiendo a la perfección lo que quería decir. Lo que significaba.
—Tengo una idea, y necesitaré de tus sombras.
—¿Mis sombras?
Volví a asentir, con cautela. Hubo algo en el tono de su voz que me preocupó, pero no dejé que eso robara mi atención. Tenía mucho en cuanto a preocupación ahora.
—¿Y para qué exactamente las quieres?
—Para nada de lo que debas preocuparte —indiqué—. Tan solo quiero que miren por mí algunas cosas.
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Huellas y Susurros
Fantasy«El pasado siempre atormenta». Dionne y Némesis Ducreux guardan un profundo secreto. Ellas se vieron obligadas a vivir en el mundo de los mortales por quince años tras la muerte de su madre. Lo que nadie sabe es que ellas son las únicas dos hijas de...