5. Dionne

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(Querido lector, este capítulo contiene escenas +18 lgtb

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(Querido lector, este capítulo contiene escenas +18 lgtb. Una alerta simplemente por avisar. Si te disgusta o no te parece correcto, deja de leer. No queremos comentarios en los que denigren ese tipo de relaciones o ese tipo de romance.
Ya colocamos un aviso al principio, pero aún así... es preferible que, si no quieres leer este tipo de escenas, abandones este libro. Que disfruten de la lectura)

Numerosas personas, entre ellos nobles y visitantes de otros reinos vinieron a asistir al evento de esta noche. Contaba con encantadores espectáculos, algunos un tanto extremistas, dejando boquiabiertos al público, incluyéndome.

No se esperaba menos, el rey Maximus siempre era entusiasta cuando se trataba de su cumpleaños. Le gustaba festejar a lo grande, convirtiéndose en la fiesta favorita del año de muchos.

Sin embargo, a mí siempre me había disgustado. Claro, como todas las fiestas a las que debía asistir.

Se suponía que en las celebraciones había risas, regocijo, baile y cualquier cosa buena que se podía imaginar. Yo solo veía como cada persona me ofrecía una sonrisa falsa y se fijaba más en mi físico o dinero que en mi personalidad.

Pero no podía juzgarlos por eso, así era como la mayoría funcionaba así. De esa manera también debía comportarme cuando debía contenerme para no golpear a un hombre que se enfocaba en mi escote o una mujer que me miraba de  arriba a abajo, examinándome con descaro y detenimiento. Me sentía como una muñeca en exhibición. Odiaba atraer las miradas, estaba segura de que por eso me odiaban las demás mujeres.

Esto era una danza de leones, cada uno buscaba su presa.

Agradecí internamente al príncipe Ezra de que se haya llevado a Ném, sabía que tampoco le agradaba la multitud.

—Se dirige hacia aquí —murmuró Theron detrás mío. Sabía de quién hablaba.

Por el rabillo del ojo la vi. La princesa Ileana Diamantis se veía majestuosa en su vestido de seda dorado, igual que el color de sus ojos. Al parecer ambas coincidimos en eso, aunque el mío era un verde tirando más a un tono esmeralda, el que solía usar muy a menudo.

Su escote corazón dejaba al descubierto sus hombros y clavícula, mis pensamientos me llevaron a esas veces en las que la besé allí, en las que dejé marcas tan notables que tuvo que usar vestidos con cuello alto para taparlos.

Automáticamente mi vista se posó en su mano, su dedo anular adornado con un encantador anillo de compromiso.

Un nudo se formó en mi garganta. No podía hacer esto.

—Iré a tomar un poco de aire —logré decir a mi padre y me escabullí por un pasillo sin esperar respuesta.

Afortunadamente estaba vacío, el tedioso olor a perfume y alcohol se había esfumado en el momento que crucé el umbral. Mis tacones resonaban por el corredor debido a la velocidad en la que caminaba, traté de no estremecerme ante los cuadros que colgaban en las paredes. Algunos eran tenebrosos, en especial los retratos, a veces sentía que me observaban.

Huellas y SusurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora