Nos tomó sólo 20 minutos recoger nuestras cosas. Y 10 minutos para prepararnos.
Yo no tenía mucho, solo un par de vestidos cómodos que podría usar en ciertas situaciones y dos camisas.
Me atavié con una camisa blanca y unos pantalones oscuros que apenas me cabían, tuve que atarlos en algunos puntos para que no se me cayera al caminar. Ren había conseguido unas botas de mi talla. Estaba acostumbrada a usar vestidos, y yo adoraba los vestidos, pero no podía negar que con esto me sentía muy cómoda. Me resultaba mucho más fácil moverme y aquellos zapatos eran un gran alivio para mis pies.
—¿Has terminado de admirarte? —inquirió Ren de repente, haciendo que casi trastabillara con una rama que no había notado.
—No me estoy admirando —repliqué, acomodando mi cabello hacia un lado de mi cuello—. Y tú no has respondido mi pregunta, otra vez.
—Has hecho muchas preguntas.
—Dime quién te envió la nota.
—Alguien confiable.
Puse los ojos en blanco, esa había sido su respuesta las últimas cinco veces.
—¿Quién?
—Tú sólo confía en mí, esta persona me es leal.
—No confío en ti.
Por un momento, decir aquello me tomó por sorpresa. Hubo ocasiones en los que pensé que lo hacía, en los que creí que podríamos llegar a cierta amistad o confidencia, pero luego de pensarlo paulatinamente llegué a la conclusión de que no.
Por supuesto que agradecía que hubiera ido por mí y que me haya ayudado, no iba a negar eso, pero después de todo, no significaba nada. Obviamente iba a comportarme menos fría con él, después de la noche de la biblioteca, definitivamente algo, aunque fuera algo pequeño, cambió mi forma de verlo, pero seguía sin significar nada.
Peleábamos mucho, no podíamos estar una hora sin molestarnos el uno al otro, la única razón por la que nos dirigíamos la palabra era porque era necesario para llegar a nuestros objetivos. Nos necesitábamos, todo era conveniencia, y cuando uno obtenga lo que quiere de este trato, se iría.
Sin embargo, debía admitir que a veces había algo en el que me provocaba pensamientos que no quería tener. Ren era demasiado atractivo, más de lo que querría aceptar. Había veces que me preguntaba como seria besarlo, besarlo hasta que se trague todos sus gritos y comentarios estúpidos. Y había veces en que me preguntaba cómo se sentirían sus manos encima de mi cuerpo, haciéndome olvidar cualquier uso de razón.
Lo odiaba por eso, porque no podía decir que no me atraía. Y me odiaba mucho más a mí, porque en estos momentos debería estar pensando en cómo llegar más rápido en Evreux, o en cómo podía hacer para que los monstruos no puedan localizarme. Debería estar pensando en algo que me ayudase.
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Huellas y Susurros
Fantasy«El pasado siempre atormenta». Dionne y Némesis Ducreux guardan un profundo secreto. Ellas se vieron obligadas a vivir en el mundo de los mortales por quince años tras la muerte de su madre. Lo que nadie sabe es que ellas son las únicas dos hijas de...