65. Dionne

63 20 2
                                        

El caos azotó las Tierras Salvajes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El caos azotó las Tierras Salvajes.

Las llamas estaban consumiendo las casas, el calor abrasador hacía que la nieve fuera evaporándose, convirtiéndose en agua que ocasionaba que los guardias se resbalaran.

Los gritos de esfuerzo, el choque de metal era el único ruido. No había pasado mucho tiempo desde que di la orden, pero los guardias estaban agotados, apuñalando y decapitando a los muertos, que para ellos eso era solo simples rasguños. No eran guerreros, pero soportaban todas las heridas que un simple humano podría.

Algunas sombras se unieron, golpeando rostros y rodeando tantos cuellos como era posible, también sosteniendo a guardias mientras los muertos los noqueaban.

No quería que mataran si no era explícitamente necesario, solo teníamos que debilitarlos hasta que la verdadera guardia llegara.

Sin embargo, era tanta violencia que en ocasiones tuve que esforzarme en mantener la mirada en alto, no podían verme débil.

—Hay que detener el fuego —dije, observando como otra casa se desplomaba—. No puede seguir extendiéndose, ve a avisarles.

Sentí su vacilación, no querían dejarme sola, desprotegida, pero entendieron que había otras prioridades. Yo me las apañaría.

Me depositaron con delicadeza en el suelo y luego se perdieron detrás de mí, yendo por los demás.
Yo volví a mirar hacia el frente, con el sentimiento de culpa invadiéndome por no poder intervenir. Al ser la primera vez que tenía tantas alma conectadas a mi, no podía hacer nada que me pusiera en peligro o bajara mis fuerzas, seguía siendo una novata.

A pesar de que estaba aguantandolo bien, no tenía idea de cuánto iba a durar soportando más de una alma. Si me debilitaba, entonces ellos también, y no era necesario explicar porque no podía pasar eso. Debían saberlo, porque cuando alguien se acercaba a atacarme, uno de ellos lo detenía. Fueron turnándose uno por uno para protegerme.

Fue al cabo de un rato cuando mi visión comenzó a tornarse borrosa. Me acerqué a la baranda del puente y disimuladamente me apoyé en esta, me estaba sintiendo pesada.

—¿Qué sucede? —La voz de Ren de repente me hubiera hecho saltar si no fuera porque estaba más concentrada en no cerrar mis ojos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté alarmada, había notado como el fuego ya se había controlado, solo se hallaban pequeñas llamas en algunos extremos, pero creí que ya no estaban de este lado.

—Nos hemos desviado un poco del plan, encontramos donde guardaban las armas y nos las llevamos —explicó, posando su mano en mi espalda para ayudarme a estabilizarme—. También hemos encontrado a los jóvenes que obligaban a cultivar y a Abi. La tenían encerrada con ellos.

—¿Está ella bien?

—Lo está, no la han tocado —respondió, y percibí preocupación en su tono—. ¿Tú cómo estas?

Huellas y SusurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora