—Ah, jóvenes, aparecieron —dijo el Kaj al vernos a Bastian y a mi atravesar la puerta de la biblioteca—, estamos todos. Será mejor que tomemos asiento.
Me deslicé en la silla junto a Kollam y observé a los presentes. Conocía a todos ellos. Orissa y Disha se habían reunido con la familia real para hablar del peligro inminente. Las manos de ambas se encontraban entrelazabas y se susurraban cosas al oído como amantes adolescentes que no deseaban ser descubiertas.
Me fijé en los príncipes y en Rahma, quien me preguntó en un susurro si me sentía bien. No había tenido oportunidad de agradecerle su ayuda en la cueva de las montañas de Kareli. Bastian pudo haber ido solo a buscarme, pero ella lo había seguido sin titubear. La pregunta también podía deberse a la palidez de mi rostro.
Cuando abandoné las termas de la mano de Bastian, mis mejillas enrojecidas habían devuelto un poco de vida a mi semblante. No obstante, desde que me había cambiado de ropa y abandonado mi habitación, las malas emociones habían vuelto a mí como una bofetada.
El silencio que se impuso en la biblioteca me hizo estremecer y sobre pensar todo, desde lo sucedido en la cueva hasta...
Oh, dioses. Me había acostado con Bastian.
Los dedos de mis pies se encogieron con tanta violencia que sentí los músculos de mi pierna agarrotarse. Había tenido sexo —y del bueno— con el cazador insoportable que me había salvado la vida. Quise llevarme las manos a la cara y cubrirme la vergüenza de mis mejillas nuevamente encendidas, pero el Kaj acudió en mi ayuda.
—Según vieron Assam, Disha y Némesis desde las montañas, los Marcados han atravesado Ethreya y se han dirigido hacia Asteria, probablemente para encontrarse con su líder.
No hizo falta que aclarara que se refería al duque de Revant.
—La situación es la siguiente —expuso Disha, soltando la mano de su novia y avanzando hacia la mesa—. Si el duque está en Asteria, eso puede significar dos cosas: o que está cerrando algún trato entre Revant y Asteria que desconocemos o..
—Se ha corrido el rumor de que estoy aquí —terminé por ella—. Lo que no entiendo es cómo siguen vivos. Los monstruos que atacaron la isla de Baux eran enormes, arrasaron con todo.
—Es un malnacido con mucha suerte —intervino Bastian. Su voz era gruesa y fría. Su semblante se había vuelto impasible, como si llevara puesta una máscara de hielo que impidiese mostrar emoción alguna—. Tenemos que acabar con él.
—Creo que eso es algo excesivo... —aportó Rahma
—Estoy de acuerdo con el muchacho —aseguró el Kaj—, tenemos que acabar con él.
—¡Papá! —exclamó Jaidev, alarmado.
—¿Qué? —inquirió su padre con inocencia—. No he planteado nada que no estemos pensando todos.
ESTÁS LEYENDO
Huellas y Susurros
Fantasy«El pasado siempre atormenta». Dionne y Némesis Ducreux guardan un profundo secreto. Ellas se vieron obligadas a vivir en el mundo de los mortales por quince años tras la muerte de su madre. Lo que nadie sabe es que ellas son las únicas dos hijas de...