«El pasado siempre atormenta».
Dionne y Némesis Ducreux guardan un profundo secreto. Ellas se vieron obligadas a vivir en el mundo de los mortales por quince años tras la muerte de su madre. Lo que nadie sabe es que ellas son las únicas dos hijas de...
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Estiré mi mano hacia un libro grueso en la parte baja del estante y se lo tiré con fuerza.
Este se estampó contra el rostro de la arpía, ocasionando que se detuviera y se desestabilizara. No quise perder el tiempo, me sostuve del mueble y apoyándome en este como pude y conseguí levantarme.
Ni siquiera esperé que mi mareo parara para comenzar a correr lejos de ellas. Tomé un par de libros en el camino y se los arrojé por encima de mi hombro sin poder fijarme en qué dirección lo hacía. A juzgar por unos cuantos gemidos de dolor que escuché detrás de mi tal vez había acertado alguno. Esperaba que así fuera.
Di vueltas aleatoriamente, tuve que detenerme cuando doblé en una esquina; la iluminación del espacio de adelante era escasa, estaba completamente oscuro. No sabía hacia dónde ir, si quería defenderme no creía que el no poder ver nada ayudara. Di un paso hacia atrás, lista para buscar otro camino.Sin embargo, un ruido proveniente detrás me dio a entender que estaban más cerca de lo que esperaba. No podía dar marcha atrás o sería como ir directo a mi cazador.
Solté una maldición y con rapidez avancé hacia la oscuridad.
Extendí mis manos y me guíe por la textura de los estantes a mis lados para poder ubicarme, no tenía idea de donde estaba. No me había fijado hacia qué dirección había corrido mientras escapaba, la prioridad de salir con vida era en lo único en lo que podía pensar.
El sonido de alas agitándose repetidamente se acercaba. Ya me estaba desesperando, palpé los estantes con pánico al mismo tiempo que me apresuraba, no sabía que más hacer, sólo podía correr, sólo podía continuar huyendo.
Temía llegar al final de las secciones y encontrarme con una pared que no me proporcionara una salida. Temía llegar a mi final. De repente, un brazo rodeó mi cintura y una mano se posó sobre mi boca, impidiendo que mi grito de sorpresa alertara a las demás de mi ubicación.
Me agité con rudeza intentando liberarme, el monstruo me alzó y prosiguió a llevarme a un rumbo desconocido. No sabía que criatura me había capturado, pero si iba a matarme no le iba a resultar tan fácil el proceso. Abrí la boca y mordí con fuerza la mano que la cubría.
Mi captor gruñó de dolor y fue tan conocido que al instante noté que no era un monstruo quien me estaba llevando.
Era Ren.
Dejé de pelear, y él aprovechó ese momento para tirarme hacia debajo de lo que supuse que era una mesa.
Apenas reaccioné me di cuenta de que me había sentado en su regazo. Dio un leve golpecito en mi rodilla para que doblara mis piernas.
La mesa debía ser pequeña.
Le obedecí, me hice un ovillo y él no tardó en envolver sus brazos alrededor de mí. Nos apretamos lo mejor que podíamos, si se lograba ver la menor indicación de que estábamos escondidos aquí estaríamos perdidos.