Indriya.
El espejo de los antiguos dioses.
Hogar de la naturaleza entre dos ríos.
Una ciudad de lo más hermosa y brillante.
Las murallas se abrieron en cuanto supieron que éramos los emisarios de la reina de Asteria. Los soldados que la protegían, unos hombres vestidos con unas armaduras plateadas y unas enormes lanzas, hicieron una pequeña reverencia antes de gritar algo en su lengua natal, el indri, para que nos permitieran pasar al interior.
Y cuando lo hicimos, permanecí boquiabierta durante gran parte del camino.
Los guardias, los haavak como me había dicho Bastian, nos pidieron revisar las bolsas, lo cual permitimos y poco después, se llevaron a los caballos a una caballeriza del pueblo, donde aseguraron que serían bien alimentados y cuidados. El trayecto al gran palacio lo tuvimos que hacer andando.
Me permití ignorar a Bastian por más rato, observando todo a mi alrededor. Las mujeres iban vestidas con ropa muy colorida, algunas poseían aros en su nariz y en sus orejas como pendientes, enmarcando sus rostros. Las decoraciones de rubíes en las joyas eran lo más común. Algunas llevaban el cabello cubierto por hermosas sedas con rebordes dorados, maquilladas sin tener un ápice de vergüenza. Las niñas se parecían mucho a las mayores, pero sus cabellos estaban sueltos, mostrando su piel oliva al mundo y sonriendo cada vez que pasábamos por su lado.
Por el contrario, los hombres tenían ropa más clásica. Llevaban túnicas de colores grises, blancos y negros con las mismas telas que llegaban a rozar levemente la arena del suelo, con diferentes bordados —desde letras en indri hasta animales mitológicos de su cultura—, hacían las vestimentas de lo más llamativas. No había leído mucho de Indriya pero sí sabía que era una de las pocas regiones en la que creían en sus propios dioses. También tenían templos dedicados a las deidades del templo del Olasis y a las menos conocidas, pero había tres extremadamente representativas.
La diosa Meenakshi, madre y creadora de dioses, aquella que fundó Indriya. Representada con dos cabezas, sentada en un enorme trono con un tigre a cada lado. Llamada también la diosa de la prosperidad, la que persevera.
El dios Saram, aquel que protege la vida después de la muerte y el que realiza el juicio final. Representado con una cabeza de búho y una serpiente alrededor de su cuello, se le conoce como esposo de Meenakshi. Recibe el nombre de el que destruye.
Y la diosa Kareli, hija de ambos primeros dioses, reconocida como la diosa de la fortuna, del amor y de las buenas nuevas. Con rostro de mujer humana y cuatro brazos, se la conoce como la protectora y la castigadora de aquellos que no son puros de corazón.
—¿Estás bien? —La pregunta de Bastian me hizo parpadear un par de veces antes de volverme hacia él.
—Ajá, ¿por qué?
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Huellas y Susurros
Fantasy«El pasado siempre atormenta». Dionne y Némesis Ducreux guardan un profundo secreto. Ellas se vieron obligadas a vivir en el mundo de los mortales por quince años tras la muerte de su madre. Lo que nadie sabe es que ellas son las únicas dos hijas de...