Cuando los pegasos llegaron a la parte superior de la montaña, inspiré profundo.
El aire era más frío pero mucho más liberador. Assam me tendió las manos para ayudarme a bajar de un salto. Antes de seguirlo, agradecí a Máni en silencio acariciando su cabeza y dejando un suave beso sobre esta.
Corrí para alcanzar al príncipe, topándome con el pequeño campamento de centinelas de la montaña. Para que fuera poca la gente conocía la existencia de esas montañas, estaban muy protegidas. Demasiado.
Unas cuantas tiendas se extendían en un espacio que había entre montañas. Las carpas eran de un tono marrón oscuro que se mimetizaban perfectamente con la oscuridad y con el color pedregoso que las rodeaba. Me di cuenta de que no tenían ningún resto de fogata ni siquiera lamparitas. Supuse que vivían entre las sombras para ser completamente invisibles.
—Voy a presentarte a alguien —me dijo el príncipe, girándose para mirarme.
—No tenía ni idea de que habría tanta vigilancia en las montañas.
—Suele haberla por precaución. Mi tía pensó que era un punto débil para Indriya. Ethreya conoce de la existencia de las montañas de Kareli y eso hace que lo tomen como un lugar propicio para esconderse y elaborar un plan para atacar. Por eso las protegemos. Si atacaran Indriya desde las alturas, perderíamos la capital en cuestión de minutos. Si nos defendemos al mismo nivel, podría durar unos días o incluso horas.
—¿Tan grande es el ejército de Ethreya? —inquirí, nerviosa.
—No tiene ejército, pero sí muchos hombres rabiosos sedientos de sangre. La venganza puede ser tan peligrosa como miles de tropas. Pero no tenemos de qué preocuparnos. Ahora entenderás por qué.
—Sé bien lo peligroso que era el sentimiento de venganza. Lo dañino que es. Y sé que muchas vidas pueden ser arrebatadas de manera injusta por ello.
Assam se detuvo para mirarme:
—Has hablado con el corazón y eso es muy poco común hoy en día. Sabes mucho de ello, ¿cierto?
—Tal vez demasiado.
El príncipe asintió, pero no dijo nada más. Siguió caminando y yo lo seguí con el corazón apretado en un puño. Un sentimiento de culpabilidad me hizo estremecer. No podía hablar del verdadero motivo por el cual me hacía entender aquello. Y en el caso de poder hacerlo, nunca llegaría a ser sincera al cien por cien. Porque mi visión del pasado era completamente diferente a la que podría llegar a tener si supiera. Si conociera. Si recordara.
Assam saludó a unos cuantos centinelas, hombres y mujeres que llevaban una ropa parecida a la mía, tal vez más oscuras. Algunos alzaban las manos como si fueran viejos amigos, otros le dedicaban la propia reverencia. Era un orgullo ver un pueblo que admiraba tanto a sus líderes como ellos. Me adentré con algo de vergüenza en el campamento, preguntándome qué diría Bastian o si conocería todo aquello.
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Huellas y Susurros
Fantasia«El pasado siempre atormenta». Dionne y Némesis Ducreux guardan un profundo secreto. Ellas se vieron obligadas a vivir en el mundo de los mortales por quince años tras la muerte de su madre. Lo que nadie sabe es que ellas son las únicas dos hijas de...