«El pasado siempre atormenta».
Dionne y Némesis Ducreux guardan un profundo secreto. Ellas se vieron obligadas a vivir en el mundo de los mortales por quince años tras la muerte de su madre. Lo que nadie sabe es que ellas son las únicas dos hijas de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Habían pasado diez días.
Diez días en los que no había hecho ningún avance con absolutamente nada, a excepción de cumplir mi parte del trato con Ren.
Mávros no volvió a aparecer en mis sueños, había dormido cinco noches seguidas por si se le ocurría hacerlo, pero lo único que pasó fue que regresaron las pesadillas que tenía anteriormente. Pesadillas en las que veía los últimos segundos de vida de personas desconocidas.
Tampoco había visto a Theron, y no podía explicar lo horrible que me sentía por eso. El hecho de que esa persona que siempre estuvo a tu lado, que te apoyó y te acompañó en cada momento en casi toda tu vida desaparezca de un momento a otro es absolutamente horrible y aterrador, porque no tienes idea de si lo volverás a ver, y era peor si llegara a ser por tu culpa.
No tenía idea de si querrá volver a verme.
"Siempre voy a encontrarte", me había dicho anteriormente.
¿Volvería a ser así esta vez? ¿Volveríamos el uno al otro? Por más enojada que estuviese con él, deseaba con todas mis fuerzas que fuese así.
Había pensado mucho en la situación. Sabía que estuve mal al creerle a la esfinge tan rápido antes de habérselo preguntado a él, pero no fue porque confiara en ella antes que en mi mejor amigo, sino que estaba al tanto de lo que Theron sería capaz de hacer para protegerme, porque sería lo mismo que yo haría por él. El problema era que perjudicó a mi hermana, y me costaba demasiado dejar eso de lado.
Pero exageré la situación, él no lo hizo con mala intención. Y yo era una tonta por tomar decisiones precipitadas, por no haberlo dejado hablar.
Mi humor empeoró porque ni siquiera podía buscarlo, ya que no podía dejar que alguien me viera y me reconozca, eso complicaría mucho las cosas. Aunque, ciertamente, tampoco sabría por dónde empezar.
Mi paciencia estaba al límite y eso ocasionó que pelease mucho más de lo normal con Ren.Nuestras peleas eran tan vigorosas que al fin pude conocer a la dueña del lugar, Celia, una mujer de cincuenta años, pero no de la mejor manera. Vino furiosa a advertirnos que si no parábamos de gritar iba a echarnos. Posteriormente, se fue, pero no sin murmurar "estoy harta de las peleas matrimoniales" y contra mi suerte, acabé sonrojándome. Sin embargo, el idiota sonrió entretenido y me guiñó un ojo antes de irse.
Tuve tantas ganas de arrojarle un zapato.
Y extrañaba mucho a Némesis y Érix. Incluso estuve a punto de visitar al último, pero me arrepentí en el último instante. Verme de nuevo podría generarle más dolor e incluso consecuencias si es que alguien me veía.
No podía ponerlo en peligro. Apareciendo en su vida ya le había provocado muchos problemas. Así que no podía arriesgarlo por mis emociones.