«El pasado siempre atormenta».
Dionne y Némesis Ducreux guardan un profundo secreto. Ellas se vieron obligadas a vivir en el mundo de los mortales por quince años tras la muerte de su madre. Lo que nadie sabe es que ellas son las únicas dos hijas de...
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Las sombras del Nekróum se esparcieron por la estancia, oscureciendo el lugar.
Entrecerré los ojos, tratando de ver algo, pero no tuve la oportunidad de enfocarme bien en ello.
Gritos de dolor e ira y sonidos de golpes era lo único que podía oír.
De repente, las garras que estaban en mi cuello desaparecieron.
Extendí mi mano y palpé el suelo a ciegas buscando a Ren. No tardé en encontrar su codo.
—¿Ren? —inquirí con ilusión, rezando por que estuviera bien.
No respondió y estuve a punto de echarme a llorar si no fuera por el leve movimiento que hizo con su brazo, indicándome que estaba vivo.
Suspiré entre el alivio y la felicidad.
—¿Crees que puedas ponerte en pie?
—Sí —murmuró débilmente.
Levanté su brazo y lo coloqué a mi alrededor, encima de mis hombros. Hice fuerza con las piernas y después de dos intentos logré levantarlo.
Noté como se estaba esforzando para que yo no tuviera que soportar todo su peso. Lo abracé por la cintura y comenzamos a dar pequeños pasos hasta que finalmente pudo estabilizarse. No sabía a dónde dirigirme, las sombras estaban en todos lados, nublando mi campo de visión, eran más de lo que esperaba. No podía quedarme ahí esperando a que terminasen de pelear con las arpías, no cuando sentía como la sangre de Ren estaba empapando mi costado. Él estaba perdiendo mucha sangre, y si no hacía algo para detenerla él iba a morir.
Ren iba a morir, y yo... no iba a dejar que eso pasara.
No podía soportar que le pasase algo.
Avanzamos lentamente, tuvimos que detenernos en varias ocasiones porque sus piernas se tambaleaban y le impedían continuar.
—El carruaje —dijo con dificultad—, estacionamos detrás del árbol blanco.
Debía referirse al árbol con radiantes flores blancas. Eso era al frente de la tienda de uvas. Teníamos que salir por la ventana que había dejado abierta para llegar hacia allí. ¿Cómo mierda iba a hacer que pasara por una ventana?
Sacudí la cabeza, sería un problema para más tarde.
Conseguimos llegar a las escaleras, iba a ayudarlo a bajar el segundo escalón cuando se desprendió de mis brazos y fue llevado hacia arriba.
—¡Por las tetas de Arion! —exclamé frustrada, viendo como una arpía se lo llevaba por los aires. Ren parecía un saco de patatas colgado de una de sus patas, suponía que la otra estaba guardada para mí. Mis puños se apretaron.
Bueno, que sea para mi entonces pensé mientras ideaba otro mal plan.
Silbé con la intención de llamar la atención de las sombras.