7. Ruega por mi...

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Narra Tanya

Intento actuar normal pero me pongo a la defensiva cuando afloja su corbata, doy pasos hacia atrás hasta chocar con la mesa y el gira hacia mi.

—¿Ocurre algo? —Digo, segura de mi misma.

—Me sorprende que actúes como si nada hubiera pasado sabiendo que anoche te cansaste de saltar sobre esto. —Se toca sin descaro la entrepierna, acercándose.

Pongo los ojos en blanco y al sentir un poco más de confianza conmigo misma, me quito las gafas.

—¿Te das el lujo de echarmelo en cara cuando tuve qué hacerlo para no salirme de mi papel? —Niego—. Me jode tu soberbia.

—Ajam, te jode tanto que te corriste dos veces sobre mi —Tambien se quita las gafas—, Y una aquí —Señala su boca—. Me sentí mal, ¿Sabes? —Mira mis piernas y se relame los labios—. Me sentí como un jodido depravado al follar a alguien diez años menor que yo. Y me sentí peor cuando me encantó.

Conecta nuestras miradas, pasando los dedos por sus cabellos mientras acaricia sin descaro el bulto que sobresale de la tela de su pantalón.

—Tenias veinte años cuando entraste aquí. Veinte años cuando te vi follar en las duchas con el gilipollas de Greco. —Confiesa e intento guardarme la sorpresa.

Por lo que yo tenía entendido, él había cerrado las puertas con seguro aquella única vez que estuvimos juntos.

—Te vi gemirle en el oído y en vez de detener eso y sancionarlos, me toqué mientras veía tus expresiones de placer causadas por el otro capullo.  —Su voz es tomada por un tono molesto mientras se acerca lentamente a mi—. Se me ponia dura cada que te veía, ¿Y qué hacia yo? Me tocaba viendo lo que el otro gilipollas te hacía una y otra vez como un puto depravado.

Se acerca más y aprieto las piernas por inercia. Sonríe al darse cuenta y mi indignación crece cuando me recuerdo todas las veces que se volteaba en los vestidores para darme “Privacidad” y ya había recorrido mi cuerpo por las cámaras.

—Eres un... —Alzo mi mano para abofetearlo pero la detiene en el aire. Pegando su erección en mi abdomen.

—¿Un puto pervertido? —Asiente y chasquea la lengua—. ¿Cuántas veces gemiste mi nombre cuando te tocabas tú? —No le respondo pero mantengo la mirada—. No eres una santa, Tanya, y me lo demostraste anoche.

Lo aparto de mi, negando.

—No voy a volver a revolcarme contigo, eres mi jefe. —Le recuerdo cruzando los brazos sobre mis pechos. Me jode su descaro cuando baja la mirada a ellas.

—¿Te niegas sabiendo que te di el mejor orgasmo de tu puta vida? —Okey también me jode su ego. Pongo en blanco los ojos.

—¿Te crees el único que estuvo entre mis piernas? —Me le burlo—. Baja de esa nube, Conway.

Paso por su lado para salir de la sala de juntas pero me toma de la cintura, apretándome contra él, dejando su erección en mi espalda.

—¿Enserio ya te vas, Tanya? —Dice contra mi oído, erizando mi piel—. Aún no hemos discutido que hacer con esto...

Roza la erección contra mi espalda, suspirando en mi oído.

—Suficiente con lo de anoche... —Intento negarme pero mi cuerpo me traiciona, respondiendo de otra forma.

—¿Suficiente? —Niega y comienza a besar mi cuello—. Esto apenas comienza, nena.

Mete una de sus manos por debajo de mi falda, llegando al short para comenzar a bajarlo mientras que con la otra me toma de la cintura, sosteniendo mis brazos. Y aunque me estoy negando, por dentro muero en que esto suceda otra vez para detener el fuego que me traigo hace años y quiero apagar con un pequeño soplido.

Obsesión || Jack Conway y tu [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora