Narra Tanya
—Sigo sin verle sentido a esto. —Me quejo por segunda vez.
—Apunta y dispara. —Me alienta.
De mala gana alzo la escopeta con balas de goma. Me tenso cuando envuelve sus manos en mi cintura pero apunto y disparo en el centro. El hombre que está detrás del mostrados aplaude y un tablero señala mil puntos.
—Elija algo, bella dama. —Señala los premios.
Ninguno llama mi atención hasta que detengo la vista en uno que por fin logra sacarme una sonrisa en toda la noche.
—Quiero ese. —Lo señalo y el buen hombre lo agarra.
—Que tengan buenas noches. —Dice cuando me lo entrega.
Abrazo al peluche de metro y medio, y sigo caminando por los puestos.
—¿Por qué elegiste ese? —Pregunta mirándolo con el entrecejo fruncido.
—Se parece a ti, cuando esté enojada puedo golpearlo para desquitarme. —Le hago saber y hace una mueca.
El gran peluche suave era como una especie de mago muy anciano, me causo gracia cuando en mi mente resonó «Viejo» al verlo y por eso lo elegí.
—¿Quieres cenar? —Asiento, caminando a un puesto de hamburguesas.
Pido primero yo e intenta oponerse cuando quiero pagar, pero nada que no se solucione con un codazo en las costillas. Retiro mi pedido y sin esperarlo camino hacía una de las mesas más alejadas, admirando la vista que tengo de aquí.
Me siento y saco mi papitas, comiéndo mientras las mojo en mostaza.
—¿Te encanta huir de mi, no es así? —Se sienta a mi lado con su hamburguesa y me encojo de hombros.
Miro alrededor, los niños corriendo, los murmullos del gentío, adolecentes divirtiéndose. Todo me parece tan nostálgico y a pesar de estar rodeada de gente sigo sintiéndome completamente sola.
—¿Qué juego te gusta más? —Me pregunta bebiendo de su cerveza.
—No lo sé, nunca me he subido a uno. —Subo ambas piernas a su regazo y el las acaricia.
—¿Nunca? —Dice casi indignado y niego.
—No, es ridículo. —Como otra papita y tomo mi agua—. De saber que hoy te levantaste humilde, hubiera hecho que pagues el arreglo de mi motocicleta. Armando se paso. —Me quejo.
—¿Cuánto te cobro?
—Le dije que le haga unos retoques que me costaron diez mil dólares. —Limpio mi boca con una servilleta—. Por suerte tengo pasta en el banco, o si no, creo que hubiera quedado en la calle.
—Entiendo...
Seguimos comiendo y a veces yo saco charla por obligación, echo de menos el silencio.
Terminamos de comer y juntos caminamos a lo que se llama Montaña rusa que creo que no es rusa pero como nunca subí a una no opino.—Agárrate bien, tiene demasiadas curvas. —Dice mientras asegura mi cinturón.
—¿Piensas que soy una retrasada qué no hace las cosas por su cuenta o qué? —Me ignora, acercando su rostro al mio cuando acomoda el cinturón.
Lo miro hasta que une nuestras miradas, roza su nariz con la mia y evito el beso que quiere darme, pero agarra mi mandíbula estampando sus labios contra los míos.
Lo miro ofendida cuando se aparta y se sienta a mi lado. Poniéndose el cinturón de la misma forma que a mi.
Un chico con la vestimenta del puesto se acerca y nos da un leve repaso de lo que no hay que hacer cuando estemos arriba y quiero escucharlo pero lo primero que dice ya me aburre.
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Obsesión || Jack Conway y tu [TERMINADA]
Fanfiction-No voy a volver a revolcarme contigo, eres mi jefe. -Le recuerdo cruzando los brazos sobre mis pechos. Me jode su descaro cuando baja la mirada a ellas. -¿Te niegas sabiendo que te di el mejor orgasmo de tu puta vida? -Okey también me jode su ego...