Actividades
Fiesta Infinita
Wish Shop
Título: Mas Que Su Guardián
Fandom: Saint Seiya Lost Canvas
Personajes: Asmita de Virgo, Sasha (Atenea)
Secundarios: Dégel de Acuario, Sage (Patriarca)
Templo de Virgo, Santuario
Nada, absolutamente nada parecía perturbar a aquel hombre de inquebrantable serenidad. Sin embargo, ese día en particular, y sin saber por qué exactamente, se sentía particularmente tenso. Tanto que debió interrumpir su meditación matutina habitual. Salió de su recamara y bajo al salón principal de su Templo, con la extraña sensación de que quizás podría encontrarse con su siempre molesto camarada de Cáncer, Manigoldo, o el de Escorpio, Kardia, de camino a sus acostumbradas visitas a su par de Acuario, Dégel. Sin embargo, lo que encontró, o la persona con quien se encontró finalmente, le causo tanta sorpresa como no recordaba que algo le hubiese provocado en sus aun cortos 22 años. Por supuesto, no podía ver a su visitante, no solo por el hecho de mantener sus ojos cerrados en todo momento, sino porque, en realidad, le era imposible aun si los abriera, ya que se había privado voluntariamente de la visión desde que fuera asignado para obtener su Armadura Dorada. No obstante ello, todos los habitantes del Santuario poseían un Cosmos. Y eso bastaba no solo para que Asmita reconociera quien se encontraba ante él en ese momento, sino, además, para darse cuenta de su posible estado de ánimo. Se inclinó cortésmente ante la joven de solo 16 años, quien le miró con un gesto de genuina tristeza en sus ojos verdes. Al cabo de unos minutos, Asmita simplemente extendió su brazo indicándole que lo acompañara. La mujer de cabellos castaños asintió.
Un aura tan repentina como gélida los invadió de pronto aun cuando se encontraban en el interior del Templo de Virgo y Asmita inmediatamente volvió su rostro sobre su hombro hacia Sasha, con una de sus delgadas cejas rubias ligeramente arqueada en un gesto de sospecha, hasta que finalmente habló:
— Estimo no debo preguntar dónde se encuentra Dégel ahora, ¿no es así, Athena-sama? Sin embargo, me temo que me veo en la obligación de preguntarle cuánto tiempo lleva en el Templo de Escorpio...
La joven diosa solo sacudió la cabeza, aunque ese simple gesto pareció bastarle a Asmita para tener su respuesta. Aunque confirmó la misma al escuchar el sonido de pasos al cabo de unos minutos y, acto seguido, el mismo Cosmos gélido que percibiera momentos antes. Excepto que visiblemente más débil y con la sola intención de anunciar su presencia en el Templo. Cuando el rubio virginiano autorizó a su camarada a adentrarse al salón donde estaban, inmediatamente, y por segunda vez ese día, arqueó una ceja en un gesto de evidente sospecha. Suspiró antes de afirmar que temía que la situación con su camarada de Escorpio pareció habérsele salido de control. El hombre de origen ruso, cabello lacio y verdoso y curiosas amatistas ligeramente cristalinas solo pudo emitir una exclamación apenas audible de asombro al saberse tan rápidamente descubierto. Aunque, tras meditarlo unos segundos, concluyó en que aquello no era en realidad algo extraño en el Santo hindú. Probablemente él fuera conocido allí en el Santuario por su inteligencia, además de sus habilidades como guardián del Onceavo Templo. El rubio ante él en ese momento, sin embargo, era reconocido como el Santo más poderoso allí. Sin mencionar que se le consideraba como el más cercano a un Dios. Acuario suspiró profundamente, evidenciando la fatiga que arrastraba y sacudió la cabeza. Ignorando el mareo repentino que le invadió a causa de esto último, volvió rápidamente su atención a las dos personas frente a él, inclinándose debidamente ante su Diosa –y excusándose por su actitud-, antes de alzar la vista a los ojos cerrados de Asmita y responder a su afirmación más que pregunta.
— No recuerdo, en casi siete años que he estado aquí, el haberle visto en ese estado... A este paso, no estoy seguro de cuánto tiempo más resista su corazón...
Dégel se llevó la mano al pecho, como si de pronto le hubiera invadido el mismo dolor que aquejaba prácticamente de manera constante a su mejor amigo. Intentó mantenerse tan imperturbable como acostumbraba, especialmente para evitar preocupar a su Diosa. No obstante, y como lo esperaba, no pudo huir del Santo de Virgo, quien le ordenó, con su acostumbrada calma, que regresara a Escorpio. Sin embargo, le advirtió, él lo acompañaría esta vez. Volvió brevemente el rostro hacia Sasha y le pidió que esperase por él allí mismo. Dudaba que fuera conveniente regresar a su Templo cuando para ello debía necesariamente atravesar Escorpio. La mujer castaña asintió, con cierta tristeza en su semblante, pidiéndole tan solo a su Santo que le hiciera saber de inmediato cualquier cosa que pudiera suceder.
—Como desee, señorita...
Templo de Escorpio
—Temo que algo como esto no es natural para ninguno de nosotros, ¿no es así, Acuario?
—En realidad, solo fui entrenado en Bluegraad. Aunque, si debo ser honesto, no recuerdo demasiado de París...
Salieron de la habitación del rubio escorpiano una vez que, de algún modo que Dégel temía informar a Atenea, Asmita consiguiera no bajar la fiebre de Kardia, puesto que tal cosa le era imposible, sino, en realidad, calmar el dolor que sentía.
—Debo informar de esto al Patriarca. Aunque, de todos modos, debía ir a verle antes de lo sucedido con Kardia... -dijo de pronto el acuariano —Te agradezco el favor...
Asmita no se caracterizaba por ser un hombre entrometido. Sin embargo, y como camarada del de ojos amatistas, se sintió casi en la obligación de pedirle que al menos descansara una vez que hubiera cumplido sus deberes. Era más que evidente que no solo su Cosmos, sino incluso su cuerpo estaba resintiendo el esfuerzo de haber pasado tantas horas asistiendo al Santo heleno. No iba a recordarle que, a diferencia de ellos, hombres dedicados de manera casi exclusiva a su devoción, él necesitaba no solo su reposo, sino incluso alimento. El acuariano le ofreció una sonrisa apenas sutil a modo de agradecimiento antes de que sus caminos se separaran nuevamente.
Templo de Virgo
—¿Asmita? –dijo sorprendida la joven diosa al ver al rubio regresar tan pronto —¿Qué ha sucedido?
—Escorpio descansa ahora; Dégel se ha marchado a los aposentos del Patriarca, Mi Señora; mencionó que este lo había convocado antes de lo sucedido con Kardia. Ahora, por favor, acompáñeme. También hay algo que necesito consultar más que discutir con usted...
Nuevamente se sentaron en la pequeña mesa de té, mientras la única doncella allí en Virgo les servía la infusión. Esta se retiró al ser excusada por el custodio de dicho Templo y, cuando quedaron a solas, el hombre volvió sus ojos cerrados a los verdosos de la mujer y simplemente preguntó respecto de los dos jóvenes que la habían acompañado. Es decir, el discípulo de Dokho de Libra y el joven a quien, en apariencia, el Dios Hades había escogido como su recipiente. Si debía ser honesto, señaló, no estaba seguro de poder confiar en Tenma del mismo modo en que parecían hacerlo no solo Dokho, sino incluso Shion.
—Sé que soy la diosa, y que ustedes me deben respeto. Sin embargo, no creo poder cuestionar tus dudas. Después de todo, ustedes son mucho más sabios e inteligentes que yo. Estimo que Santos como tú, o justamente Dégel podrían decir fácilmente si él puede ser digno de cumplir su misión. Tenma es mi amigo; eso es innegable, he vivido con él toda mi vida. Sin embargo, y justamente debido a ello, conozco perfectamente su personalidad...
Suspiró con lo que a Asmita le supo a nostalgia antes de agregar que recordaba la reacción de Pegaso cuando Sísifo fue al orfanato donde vivían en Italia para llevarla con él. Para Tenma, aquello había sido como si le hubiesen arrebatado a la pequeña hermana que nunca tuvo.
Asmita asintió y, tras un breve instante, ambos se pusieron de pie, luego de lo cual el custodio de Virgo se ofreció a escoltarla de regreso a su Templo. Ella se negó amablemente, admitiendo que creía haberle quitado ya demasiado tiempo y que era consciente de que él necesitaba de su meditación diaria. El rubio sonrió, arrodillándose esta vez ante ella mientras la muchacha le daba la espalda para marcharse. Antes de continuar su camino hacia Libra, sin embargo, volvió sus orbes verdes sobre sus hombros hacia el Santo y dijo, también con una sonrisa:
—Gracias por todo, Asmita. En especial, gracias por confiar una vez más en mí... Si necesitas hablar nuevamente, sabes dónde encontrarme...
El solo inclinó aún más su cabeza a modo de respuesta.
Fin
ESTÁS LEYENDO
Anime One-Shots
FanfictionNuevo libro de one-shots (y algunos two-shots) sobre el universo anime. AU y Canonverse.