Anime One-Shots

Songfic - Kuroshitsuji

Desafíos Semanales

Songfic: Canción – Timbers And Wind (Game of Thrones)

Fandom: Kuroshitsuji

Ships: CielxElizabeth

Personajes: Sebastian Michaelis, Grell Sutcliff, William T. Spears

Sinopsis: Ciel Phantomhive había presenciado una ceremonia similar siendo solo un niño. De hecho, su mayordomo no estaría a su lado de no haber sido por esta. Sin embargo, ese curioso evento en el llamado Reino Austriaco* le era por demás aborrecible incluso al propio Sebastian. Un ser a quien, de hecho, habían ofrecido al joven Ciel como tributo.

Advertencias: AU. OoC. Edad Media. Violencia. Sacrificios Humanos. Demonios.

Ahora bien, hubo un tiempo en que los norteños cantaban
De un rey que habían coronado: más un niño que un hombre,
Más un cachorro que un lobo, con el frío del reino en sus ojos

Había roto un voto al señor de los gemelos:
Casarse con un extraño, una belleza, pero una promesa que había habido
Entonces Lord Frey exigió un novio como compromiso.

Reino de Austria

Era ya noche cuando arribaron a aquel lugar. Un aire no solo misterioso, sino, además, oscuro rodeaba aquella ciudad, como si algo siniestro estuviese perpetrándose en las sombras. Precisamente ese había sido el motivo que había llevado a Ciel Phantomhive y su mayordomo, Sebastian Michaelis a aquella ciudad. La Reina Victoria había recibido una noticia sobre un extraño ritual que se llevaba a cabo en el centro de la plaza principal y que tenía lugar, específicamente, durante las noches de luna nueva. Por supuesto, aquel era un evento que se presentaba únicamente una noche cada mes. Sin embargo, la Reina les había encomendado resolverlo en un máximo de tres meses. Es decir, solo tendrían tres oportunidades de asistir a dicha celebración. Si es que podía ser llamada de ese modo. Por otra parte, la intención del muchacho de cabello índigo y ojos color cielo era viajar a Austria solo en compañía de Sebastian. Jamás esperó que su tía, la Marquesa de Midford, sugiriera que llevara también a su única hija y, asimismo, prometida del joven Phantomhive, Elizabeth.

A su llegada a la ciudad de Viena, Sebastian volvió la mirada sobre su hombro a la pareja a sus espaldas y les indicó que, una vez instalados en su alojamiento, permanecieran allí. Él, mientras tanto, intentaría investigar todo cuanto le fuera posible respecto de ese extraño evento. Los dos jóvenes de 20 años asintieron, aunque la muchacha de cabellos rubios rizados en dos coletas altas, piel clara y ojos jades lo miró sin poder ocultar su preocupación, para luego preguntar si él estaría bien. Sebastian no pudo evitar devolverle una pequeña sonrisa antes de hablar:

—Sabe que no debe preocuparse por mí, Lady Elizabeth. Ahora, por favor, permítanme acompañarles a sus habitaciones. Prometo que no me tomará mucho tiempo...

Mientras tanto, en cercanías de la plaza principal, dos individuos con sus cuerpos casi completamente ocultos bajo túnicas encapuchadas de un intenso color borgoña cargaban en sus hombros a dos jóvenes. El primero de ellos llevaba a un muchacho no mayor de 15 años; el segundo, a una joven quizá un año menor. Y virgen. Faltaban tres horas para el comienzo 'oficial' de la ceremonia, por lo que, antes de ello, debían preparar a sus sacrificios. ¿En que consistía esa preparación? Simple y llanamente, corromper sus inocentes cuerpos. Ninguno de ellos imaginaba, sin embargo, que entre los asistentes a tan espeluznante espectáculo se encontraba un espía de misteriosos ojos carmesíes. Y que podía ser aún más aterrador que cualquiera de ellos, simples individuos dementes y depravados. Michaelis les vio llevar a sus dos víctimas a una pequeña –demasiado pequeña- habitación cuya apariencia le resultó repugnante no solo a la vista, sino incluso al olfato al demonio de sendos siglos de existencia. E idéntica cantidad de años de consumir las almas de víctimas tan inocentes como aquellas. Se encontró de pronto abriendo enormemente los ojos al observar a los dos sujetos invadir sin el menor pudor la intimidad de los dos jóvenes. Es decir, ambos abusaron de las dos víctimas. Se marchó de allí sin siquiera ser visto. Y, por primera vez, genuinamente asqueado ante la escena que acababa de presenciar.