La Hora De La Verdad

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Título: La hora de la verdad.

Autor: virginofaquarius

Fandom: Black Butler

Prompt: Fase Kamikaze: La Agenda

Personajes: Sebastian Michaelis, Elizabeth Midford

Sinopsis: Ella le apreciaba por su modo de siempre acompañar y ser fiel a su actual esposo. Sin embargo, Lizzie no podía evitar preguntarse si había alguna razón que llevara a Sebastian Michaelis a ser así. Y no pudo evitar saciar su curiosidad.

Advertencias: Leve Angst. Canonverse.

Mansión Phantomhive

—Su desayuno, Milady...

Dijo, con una amable sonrisa y una ligera inclinación de su cabeza el mayordomo de la mansión mientras le servía el té y una porción de su pastel favorito a la joven de dorados rizos. Elizabeth Phantomhive le devolvió la sonrisa y agradeció su desayuno. Sin embargo, antes de que el hombre de cabello negro y ojos carmesíes se marchara a continuar sus quehaceres, Lizzie le llamó, con un cuestionamiento que, si algo semejante era posible en él, heló la sangre del mayordomo.

—Sebastian, ¿sabes? Siempre he querido saber por qué has estado tanto tiempo junto a Ciel. No me malinterpretes, sabes que te he dicho cuanto lo agradezco, pero...

Para sorpresa de la rubia, Michaelis volvió hacia ella, tomando asiento justo frente a su posición y observándola seriamente y con un curioso brillo en sus ojos repentinamente de un tono rosado más intenso.

—Creo que dicen por ahí que la curiosidad mato al gato. Asimismo, creo que tiene edad suficiente, y que ha visto suficiente junto al joven amo como para no alarmarse... O eso espero, Milady...

— ¿Debería?

Cuestionó Lizzie, con un temblor apenas perceptible en su voz, pero que se esfumó rápidamente, siendo reemplazado por una mirada de genuina determinación que el demonio no hubiera creído posible en aquella muchacha. Aunque, siendo honesto, no sería la primera vez que veía ese gesto en ella. Suspiró. Necesitaba meditar cuidadosamente la manera en que se explicaría. Hubo un prolongado silencio después de eso, hasta que finalmente el pelinegro pareció hallar las palabras para expresarse de la manera menos traumática posible. Por así decirlo.

—Usted mencionó alguna vez que el Ciel Phantomhive con quien se reencontró tras tres años no era la misma persona que recordaba. Efectivamente, no lo era. Él... Ambos hermanos fueron secuestrados para ofrecer un sacrificio a un culto. El objeto de ese sacrificio... Era invocarme. En otras palabras, Milady, no soy humano; nunca lo he sido... Sebastian Michaelis solo existe porque mi joven amo así lo quiso. Por ello le he servido estos 10 años, incluso tras haber cumplido el fin por el que hicimos un contrato...

Removió su guante izquierdo enseñando el dorso de su mano hacia la mujer que le observaba atónita y con sus jades ligeramente cristalinos. Sus ojos nuevamente se volvieron carmesíes y, tras colocarse una vez más su guante, apoyó su mano sobre la que Lizzie tenía en la mesa.

—Ese es, en efecto, el símbolo de nuestro contrato. El mismo que su esposo esconde tras el parche en su ojo derecho. Jamás podrá deshacerlo a menos que este se cumpla, lo cual no sucedió eventualmente...

Lizzie temió preguntar por qué. Sin embargo, finalmente lo hizo. E inmediatamente comprobó sus temores al descubrir el precio que hubiera tenido que pagar Ciel de haber completado el contrato. Sebastian hubiera tomado su alma. Sin embargo, en ese momento se dio cuenta de algo que la sorprendió tanto como la alarmó. ¿Por qué era incapaz de odiar al hombre frente a ella? ¿Sería porque había vivido tanto tiempo sin saber su secreto que el descubrirlo tan solo le causaba asombro? Michaelis acababa de confesar que era un demonio y que debió haber tomado el alma, y, por ende, la vida de su esposo. Sebastian pareció darse cuenta de que la mujer necesitaba meditar acerca de lo que acababa de escuchar, por lo que, levantándose lentamente y ofreciéndole una pequeña reverencia, simplemente le pidió, sin ánimo alguno de sonar irónico –jamás lo era con ella- que disfrutara su desayuno.

—Espera Sebastian...

— ¿Milady?

Abrió enormemente los ojos cuando notó los jades de Elizabeth cristalizarse antes de hablar.

—No te pedí que fueras sincero; gracias por eso...

—No puedo mentir, Milady; menos a una dama como usted...

Ella sonrió y, antes de que el mayordomo se marchara, le pidió simplemente que le llamara Elizabeth. Sebastian jamás aceptaría eso, ¿pero que más daba?

Segundo drabble #Bettyverso-Kuroshitsuji!

Sebastian y su sinceridad. Mi sueño de ficker cumplido, jeje

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