Boda, Reencuentro Y... ¿Un Nuevo Amor?

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Fandom: Crossover Kuroshitsuji-Sakura Card Captors

Ships: EriolxTomoyo, SebastianxRuby, CielxElizabeth

Personajes: Sakura Kinomoto, Li Syaoran, Yue, Keroberos, Spinel Sun, Grell Sutcliff

Sinopsis: AU. Segunda parte de "No Es Un Cuento De Hadas". El día más especial en las vidas de Eriol y Tomoyo se convertirá también en el día más especial para una de sus más fieles amigas y acompañantes. Y no; no será precisamente su mejor amiga.

Advertencias: AU. OoC. Magia. Demonios. Crack Ship. Angst (porque no sería yo sin él)

Mansión Hiiragizawa, Londres, un mes más tarde

Finalmente llegó el día que ellos habían esperado por más de tres años, desde su compromiso. Esa hermosa mañana de primavera, en el amplio jardín delantero de la mansión que habitaban en Londres, Eriol y Tomoyo sellarían un amor que los uniera desde que eran solo adolescentes. Y el cual habían ocultado debido a las circunstancias que les rodeaban en ese entonces. Todo lo que habían preparado para ese día especial, desde la ceremonia hasta la celebración posterior, había contado no solo con las manos de sus amigos sino, además, y como no podía ser de otra manera, con la colaboración de las Cartas, ahora en manos de su mutua mejor amiga, Sakura Kinomoto. En primer lugar, The Flower había adornado el jardín con inmensas parcelas de flores de diferentes tamaños y vivos colores, como también había preparado un untuoso ramo de novia para Daidöuji. The Sweet, por su parte, se había encargado junto a la novia de la mesa de dulces y postres para la celebración posterior a la ceremonia. Music, finalmente, amenizaría tanto la boda como la fiesta, aunque no estaría sola en ello. Y sus acompañantes serían, por un lado, uno de los invitados de honor del matrimonio y, por otro, una de sus compañeras, The Voice.

Tomoyo y Sakura se encontraban ajustando los últimos detalles para la ceremonia cuando de pronto vieron un vehículo curiosamente antiguo detenerse frente a las enormes rejas negras de la mansión. La mujer de cabellos azabaches rio quedamente y cubriendo sus labios ante la expresión de asombro de su mejor amiga. La mujer de cabellos lacios castaños ahora a la altura de sus codos y recogidos en una trenza tenía sus esmeraldas abiertas de par en par, observando fijamente aquel transporte. Particularmente, el modo en que este era conducido. Es decir, por dos robustos caballos de pelaje tan negro como la noche y largas crinas. Por supuesto que aquellos animales no le eran ajenos; sabias montar, de hecho. Su esposo Syaoran y Eriol le habían enseñado. Lo curioso era encontrar aun un carruaje en Londres. Las puertas se abrieron al tiempo que de aquel vehículo descendía un hombre cuya apariencia –e incluso su vestimenta- inmediatamente le resultó vagamente familiar a Kinomoto. Tras él, descendió un segundo hombre, mucho más joven –de hecho, era incluso más joven que Eriol y Syaoran-, vestido de modo más bien formal, y el cual también recordaba haber visto alguna vez. Entonces las imágenes del baile organizado por Eriol un mes atrás volvieron a su mente y, una vez más, la sorpresa se reflejó en sus ojos abiertos de par en par, e incluso con un tenue brillo en ellos. Confirmó sus sospechas cuando vio a Ruby y Yue acercarse a recibirlos, inclinándose a modo de saludo, y al hombre de cabello negro y uniforme alzar su mano izquierda cubierta en un guante blanco, como rechazando la formalidad. Sin embargo, segundos después le vio hacer algo que, definitivamente, la dejó boquiabierta. A diferencia de Tomoyo, quien parecía tener idea del porqué de dicha acción. El pelinegro tomó, con suma sutileza, la mano de Ruby y la besó como si de alguien en una posición superior se tratase. Yue, por su parte, solo los observó, de soslayo y con un gesto imperturbable en su rostro.

Una vez que los dos Guardianes se hicieron a un lado permitiendo el paso a los invitados, Sebastian Michaelis y Ciel Phantomhive se dirigieron, a paso lento, hacia las dos mujeres. El hombre de cabello índigo las saludó amablemente e inclinando apenas su cabeza, mientras que su mayordomo repitió el mismo gesto que realizara ante Yue y Ruby, para luego detenerse brevemente en la acompañante de Tomoyo y ofrecerle una de sus características sonrisas. Durante ese lapso en que sus miradas conectaron, sin embargo, Kinomoto tuvo la extraña sensación de estar perdiéndose en los intensos y brillantes orbes carmesíes del pelinegro. Entonces comprendió lo que realmente había llamado tanto la atención de Ruby respecto de aquel desconocido. Al menos para ella, que apenas y se había fijado en su presencia –y la de su acompañante- en la fiesta de máscaras. Salió de su ensoñación cuando, del mismo modo que lo hiciera con la Guardiana de Eriol, el pelinegro tomó su mano en la de él y la besó con idéntica sutileza. Luego dijo, apenas en un murmullo audible:

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