Anime One-Shots

After The Storm

Fandom: Kuroshitsuji

Personajes: Ciel Phantomhive, Sebastian Michaelis

Sinopsis: AU de lo que pudo haber sucedido inmediatamente después del final de la película "Book Of the Atlantic". En otras palabras, un 'what if', por un día –o dos- fuera Ciel quien cuide de su mayordomo.

Advertencias: Leve OoC. Canon Divergente.

Mansión Phantomhive, Londres

Sebastian Michaelis no acostumbraba dormir. Jamás lo había considerado necesario para su supervivencia, puesto que era un ser inmortal y sin ninguna necesidad como las que tenían a menudo los seres humanos. En esa ocasión, y tras aquel viaje en crucero que definitivamente se convirtió en el barco del horror, sin embargo, se encontró verdaderamente exhausto. Y, por si eso no bastara, había sido, además, severamente herido por la guadaña de un Shinigami quien, por si no hubiera tenido suficiente revelando su 'oscuro' pasado, lo habría dejado al borde de la muerte de no haber sido una criatura inmortal por naturaleza. Aun así, no se retiraría a su habitación hasta haber acabado sus tareas. Por lo pronto, había ordenado al resto de la servidumbre que se retirara, para luego acompañar a su amo Ciel a su habitación. Para ser honesto, el adolescente no se encontraba en mejores condiciones que él mismo; la diferencia era que el pelinegro tenía una mayor tolerancia al dolor. O eso era lo que imaginaba, hasta que tuvo ese fatídico encuentro con el Shinigami de cabello plateado. Cuya verdadera identidad, de hecho, descubrieron allí mismo durante el viaje en barco.

—Recuerdo haberte pedido que tomaras un descanso a nuestro regreso, Sebastian...

Escuchó la voz de Ciel en la mañana, tan pronto como el mayordomo ingresó a su habitación, como le era habitual, para llevarle el desayuno. Michaelis ignoró de manera casi categórica la reprimenda más que simple comentario por parte de su amo y, en cambio, continuó con su rutina matutina, inclinándose cortésmente antes de anunciar que justamente iría a asignar a los sirvientes sus actividades del día. En cuanto a su propio itinerario, señaló viendo apenas de soslayo al chico de cabello índigo, tan solo había recibido una nota informándole que los consejeros de la Reina Victoria le visitarían esa tarde. El motivo no le había sido informado, sin embargo, por lo que, supuso, probablemente no se trataría de un asunto de extrema gravedad. A pesar de que Sebastian había procurado por todos los medios mantener su acostumbrado tono pausado y calmo, el heredero Phantomhive pareció darse cuenta de inmediato que aquello no era más que una fachada.

— ¿Realmente debería preguntar por qué insistes en continuar tu trabajo cuando ambos sabemos que es absurdamente evidente que no estás en condiciones?

Michaelis abrió ligeramente sus ojos carmesíes en un gesto de sorpresa al darse cuenta del tono de genuina preocupación más que de reproche en el que su joven amo había pronunciado esas palabras. Sin embargo, no estaba dispuesto a ceder esta vez. Cierto era que, en esa ocasión, sus heridas estaban sanando con abrumadora lentitud en comparación a como sucedía habitualmente, donde de hecho desaparecían apenas escasos minutos después de producidas. Sin embargo, también era cierto que tenía un deber que cumplir. Y, en ese momento, este primaba sobre cualquier otra cosa que pudiera suceder. Incluso si esta involucraba su propio bienestar. A fin de cuentas, había recibido esa herida, justamente, en cumplimiento de su deber. Es decir, intentando proteger a su amo. Y, por otra parte, jamás había prestado demasiada atención a su propia salud, por así llamarle, desde que trabajaba a las órdenes de Phantomhive. Y esta, definitivamente, no sería la excepción.

—Regresaré en un momento, joven amo...

Anunció sin más, para luego retirarse tras inclinarse una última vez. Un apenas audible siseo escapó de sus labios en el momento en que se incorporó aunque, esta vez, y para su fortuna, este pasó desapercibido a oídos de Ciel. O al menos eso quiso creer el pelinegro, quien simplemente se marchó cuando el permiso le fue concedido.