1. Bea

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Esto es tocar fondo, incluso para mí.

— A la derecha.

Respiro profundo y hago lo que el oficial me pide. Esto es lo que le sigue a tocar fondo.

— Ahora a la izquierda.

Sujeto fuerte la tablilla con mi nombre, me giro y el flash se dispara al instante.

O sea, yo sabía que en algún momento de la vida acabaría en este lugar, pero al menos esperaba hacerlo por allá a los veintiuno. Hashtag Ilusa y Ridícula.

— Al frente una vez más.

De nuevo el flash pero ahora de lleno en mi cara.

¿Cómo mierda acabó Beatrice Ramírez aquí? Esto no es lo que tenía en mente para mí 4 de julio, yo solo quería beber, bailar y coger, no terminar metida en prisión acusada de lesiones personales y daño en bien ajeno.

***

HORAS ANTES

Bichota de Karol G suena a la distancia, suena tan fuerte que incluso las paredes vibran al ritmo de la música. Lo sé porque ahora mismo estoy siendo aprisionada contra una mientras recibo la mejor follada de mi vida. Además la canción me encanta, la reconocería donde fuera.

Cameron podrá ser muchas cosas, pero ninguna de ellas le quita que sea buenísimo en el sexo, creo que por eso sigo cayendo por él a pesar de prometerme una y otra vez no volver a buscarlo, supongo que como algunos desarrollan adicciones al alcohol, a las drogas, al cigarrillo, etc., mi adicción es él: Cameron Sinclair. Un infame jugador de fútbol que conocí hace un año mientras trabajaba como niñera y desde entonces no he podido deshacerme de él.

No es solo que en el sexo sea buenísimo — y es jodidamente bueno, hace unas cosas que te vuelan la mente—, es que también vibramos en la misma frecuencia y no buscamos compromisos. Con Cameron todo fluye, me llama o lo llamo, nos encontramos, nos divertimos juntos y cogemos. No es muy complicado de explicar y tampoco de entender, algunas mujeres no queremos al príncipe azul y todo eso, no todas buscamos algo más que sexo, algunas solo queremos disfrutar nuestra sexualidad y ya, así sin explicaciones lógicas o respuestas complicadas.

— Oh, mierda, Bea. —Gruñe.

Su respiración me hace cosquillas en el cuello, pero lucho por no apartarme, estoy a punto de alcanzar mi orgasmo y me encanta la sincronía que han encontrado nuestros cuerpos. El ritmo de las embestidas se hace más fuerte y siento su brazo libre abrazarme desde atrás para sostenerme mientras que la otra mano permanece apoyada contra la pared a un lado de mi cabeza para darnos equilibrio a ambos.

—Más. — Ordeno y él obedece—. Rápido, Cam.

Meto mis manos bajo la blusa y busco mis pechos para tocarme y así amplificar mí placer, sé lo que me gusta y sé que a él lo vuelve loco observar cuando me toco.

— Sácatela.

Una sonrisa se dibuja en mis labios al escuchar su voz, un poco demandante, cargada de necesidad y deseo. Me gusta saber lo que causo en él. Hago lo que me pidió, me saco la prenda y echo la cabeza hacía atrás apoyándola en su hombro para darle una mejor vista del show, no tengo que hacer mucho para hacerlo perder la razón y que sus movimientos se hagan erráticos. Acallo mis gemidos fundiendo su boca con la mía en un beso intenso; estamos en casa de sabrá Dios quien y no quiero que extraños me escuchen, no quiero ser la oscura fantasía de algún enfermo por ahí.

Pierdo la fuerza en las piernas una vez alcanzo el orgasmo y un tsunami de placer me recorre el cuerpo, es gracias a él que no termino en el piso del baño intentando recuperar las fuerzas y la energía suficiente para ponerme de píe y regresar a esa fiesta en la que me metí sin ser invitada. Poco después de mí él también lo alcanza y lo siento venirse.

El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora