32. El Despertar (III)

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— Todavía no, — Me cuesta abrir los ojos y me hago bolita bajo las mantas, — cinco minutos más, — balbuceo, — te prometo que hoy sí voy a clases, pero déjame dormir. 

El despertador deja de sonar y me preparo mentalmente para escuchar el regaño de Ángela, pero no pasa y eso sí me hace despertar exaltada.

—Buenos días, Pinky.

Parpadeo varias veces hasta que me convenzo de no estar soñando y que el humano frente a mí es real. Echo un vistazo a mí alrededor para confirmar el lugar en el que amanecí, de a poco mi mente va despertando y rebobinando la película de la noche anterior: Wyatt y los perros, la fiesta, la llamada, Zeke, la tienda, todo, incluidas esas dos palabras que oí antes de caer como piedra a su lado.

»—Aún es temprano, — se apresura en decir al sentarme, — anoche olvidé quitar la alarma, ya está, podemos seguir durmiendo.

Me paso las manos por la cara espabilándome y finalizo con un par de golpes suaves en las mejillas.

—Tengo que irme. — Hago a un lado las sábanas y busco levantarme, — ¿Y mis zapatos? — Bajo la mirada y noto esa playera negra y esos pantaloncillos azules, — ¿Y mi ropa?

Esto claramente no es mío y no recuerdo ir vestida así anoche.

—Me pediste que te prestara algo para dormir cómoda, — mi cara de confusión debe decírselo todo, — estabas medio dormida cuando lo pediste así que te ayudé cambiarte la ropa ¡Pero no hice más! — Levanta las manos, — sólo te saqué la blusa y el pantalón como pediste.

Lo sé, este puto sostén está matándome.

—Está bien, tranquilo, te creo. — Le doy una sonrisa de boca cerrada—. Recuerdo lo que dijiste antes de que me durmiera, — sus cejas rubias se levantan con sorpresa, — pero descuida, fingiré que jamás pasó...

— ¿Por qué?

Dejo de limpiarme los ojos y me regreso rápidamente a verlo. Está con sus rizos dorados más desordenados de lo normal, con los ojos hinchados de tanto dormir, con las cobijas marcadas en la cara y sólo usando un pantalón de pijama. Benditos y alabados sean los ojos que te ven al despertar, Ezekiel.

—Porque no lo decías en serio... — su rostro permanece sereno, — espera, ¿era en serio?

—Es lo que siento. — Se mueve por el colchón hasta tenerme a su alcance y tomar mi cara entre sus manos—. Te quiero, Pinky.

Trago con dificultad y evito su mirada viendo en todas las direcciones, menos a donde se encuentran esos ojos azules que me ven fijamente.

»—No es necesario que respondas. — Vuelvo a mirarlo y lo encuentro sonriendo—. Sé que suena un poco intenso y precipitado, pero te prometo que no lo es, lo que siento por ti es fuerte y no surgió de la nada.

—Tengo que irme. — Repito.

Me aparto con brusquedad y me levanto de la cama para ir a donde se encuentra mi ropa pulcramente doblada sobre el escritorio. A tropezones logro llegar hasta allí y con las manos temblorosas comienzo a quitarme su ropa para ponerme la mía.

— ¿Hice algo mal? — No me giro a verlo a pesar de que lo escucho acercándose, — ¿Dije algo que te molestó  o te hizo sentir incómoda?

—Déjalo, Zeke.

—No voy a dejarlo, claramente algo te pasa.

—Sólo déjalo, por favor, no insistas.

—Bea...

El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora