No se escapó de la casa — gracias a Dios y a todos los santos—, pero igual vino hasta aquí sin permiso... relativamente. Sucede, pasa y acontece que la vida familiar de los Sinclair no es tan idílica como la venden, los papás de Hannah y Cameron no se toleran, pero siguen juntos por guardar las apariencias, negocios, millones de dólares en el banco, joyas, propiedades y los hijos, claro. En fin, no hay pronósticos de buen clima por allá, Liz se fue de vacaciones a las Bahamas con unas amigas, David está muy ocupado siendo alcalde y Cameron olvidó recoger a su hermanita en la escuela.
No estoy indignada como futura mamá, estoy indignada por sentido común ¡Es que no, joder, se te puede olvidar todo, TODO, estar cabreadísimo con tu pareja, con tu mamá, con el jodido mundo, pero no te olvidas de una criatura de nueve años y la dejas por ahí a su suerte! ¡¿En dónde carajos dejaron el puto instinto paternal, esta gente?!
—Estaba jugando en la calle con unos niños cuando Wyatt me encontró, — sorbe de forma ruidosa del vaso de leche que le serví, — me prometió llevarme contigo, por eso acepté y subí a su auto, — se encoge de hombros, — pero descuida, no entré a la casa, tu mamá nunca me vio, por eso me quedé afuera, así no te regañaban.
Mi pulga. La atraigo hacia mí y la abrazo, yo a esta mocosa la amo más que a mi vida.
—Gracias por pensar en mí. — Sonríe enseñándome el desorden de dientes que tiene ahora—. Tengo miedo a preguntarte esto, pero debo hacerlo, — asiente sin bajar el vaso—: ¿Por qué estas así?
Se mira toda llena de suciedad, ramas, hojas, barro, sin un zapato, con la falda del uniforme rota, con una trenza sí y la otra no, el suéter manchado de un líquido rojo que sospecho es sangre. Su estado no tiene nada que ver con Hannah Evangeline Sinclair, la princesita, la joya de la corona de esa familia.
Parece que se hubiera peleado con uno de los osos imaginarios de Wyatt que según él andan libres por el vecindario.
—Me agarré a golpes con unos niños tontos. — Por eso tenía miedo a preguntar—. Luego nos reconciliamos y nos pusimos a jugar al fútbol; no sabes, dijeron que soy buena tacleando, creo que voy a decirle a mi mamá que no quiero ir más a ballet y que mejor me inscriba en el equipo de fútbol, mi papá es el alcalde, tienen que aceptarme.
El nepotismo Sinclair en todo su esplendor, qué horror.
—El mundo no funciona así, Pulga, o sí, pero está mal. — Intento sacarle la mayor parte de suciedad del cabello—. Además, hemos hablado sobre pelearte con tus compañeritos de escuela, eso tampoco está bien y no...
—Es que no los conocí en la escuela. — Ok, me callo, mejor la dejo hablar—. Los conocí en la calle, estaban arrancándole los espejos a los autos.
— ¡¿Qué estaban haciendo qué?!
—Arrancándole los espejos a los autos. —Me repite como si fuera tonta—. Total, yo salí de la escuela como te conté, iba hablando con Alice Rogers cuando ¡Pum! — Sacude el vaso salpicando leche en todas las direcciones, — vi el auto del hermano de Germain Fitzpatrick.
— ¿Germain no es... no es el niño al que le tumbaste un diente en primavera de un pelotazo por no permitirte jugar con su bici nueva?
—Ese mismo, — confirma, — pero eso ya es pasado, Trix, ahora es mi mejor amigo y ¡Obvio no iba a dejar que dañaran el auto de su hermano!
No sé si reírme o llorar, en serio.
— ¿Y qué hiciste entonces?
—Los enfrenté, —habla con naturalidad, —pero no quisieron hablar como personas civilizadas, cómo tú me enseñaste, así que entonces usé la fuerza, pero como eran más altos y fuertes que yo, empecé a lanzarles piedras... y sin querer le rompí un cristal al auto del hermano de Germain, — murmura lo último, — y a otros autos, la alarma sonó y tuvimos que correr.
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El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
Novela JuvenilBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.