88. Dejar Ir

45 6 8
                                    


Rebecca fue vista hace poco más de una hora por Mason Donovan en la gasolinera de la tienda a donde llegó buscando un teléfono. Llamó a alguien con quien estuvo hablando por cerca de cinco minutos, luego colgó, agradeció, se dio vuelta y salió, un rato después llegó un auto azul al que subió de forma voluntaria y se fueron.

Todos esos datos pueden resultar perturbadores, por supuesto, pero a diferencia de los demás, a mí eso me dio tranquilidad. Tan pronto vi las grabaciones de las cámaras de seguridad que consiguió Zeke, supe quién ayudó en la fuga de Becky: Joyce. Intenté llamarla, lógicamente, pero no atendió, supongo que Becks le pidió no hacerlo, pero luego a escondidas me envió ese mensaje con su ubicación. Todo esto para explicar qué hacen cuatro chicas, dos vestidas con vestidos de fiesta, una con uniforme de aseadora y otra con la pinta más veraniega posible corriendo como locas por toda la terminal de autobuses.

—El guardia las vio en el segundo piso en el área de salidas.

Tan pronto Jonah nos da el dato cambiamos de rumbo y corremos hacía las escaleras. Tuvimos que traerlo con nosotros, no es santo de mi devoción y no quiero tenerlo cerca tampoco, pero por Becky hago el sacrificio. Corro lo más rápido que puedo siguiendo la estela de Ashley, porque esa mujer hasta en tacones es Forrest Gump. A lo lejos, en el área que dijo el guardia, justo en la sala de espera, ubico una melena roja igual a la que luce por estos días Joyce luego de ir al baile de su escuela.

— ¡Reeeeebeeeeeccaaaaa! — Lee pasa por mi lado como una bala.

Todos, excepto Zeke, me pasan y llegan a la sala de espera primero que yo. Empujo la puerta de cristal justo cuando Becky tiene su mejor cara de sorpresa al vernos a todos ahí por un sólo motivo: ella.

— ¡Joyce! — Reprocha.

—No puedes irte y nada más desaparecer como un fantasma. — Se defiende—. Se lo dije a Bea, si quieres pelear con alguien, ahí está ella.

Le doy mi mejor mirada de «¿Lo dices en serio?» que responde con una sonrisa. He pasado tanto tiempo con ella últimamente que siento que ya me conozco cada gesto, cada expresión, cada palabra, siento que ya conozco a Joyce Mayron como si fuéramos las mejores amigas. Espero que cuando se vaya a Princeton no se olvide de mí y que sigamos en contacto, ya sé que nuestro inició no fue el mejor y que ambas cometimos muchos errores, pero siento que tenemos un lazo especial y que esta amistad puede crecer mucho más.

— ¡¿Cómo que irse?! — Ash toma la vocería del grupo, — ¿Pensabas irte sin avisar?

— ¿Te vas de vacaciones? — La segunda Lee, — ¿Cómo no nos dijiste nada?

—Pero no, tú no te puedes ir. — Interviene Nia—. Somos las cinco fantásticas, sin ti estamos incompletas, no es igual. No funciona.

— ¡Exacto! — Intervengo yo, — Además, a dónde vas a ir.

Becks deja la mochila en la silla y se levanta. Lleva puesto ese vestido amarillo que compramos en el centro comercial, está maquillada y su pelo tiene rastros de en algún momento haber estado recogido.

—Me voy a la capital. — Dice con esa voz suavecita tan característica de ella—. Si me quedó aquí voy a arrepentirme toda la vida.

— ¡Pero esa ciudad es enorme! — Intervengo de nuevo.

—No tienes casa, ni familia, — le recuerda Ash, — ni trabajo.

—Bueno, y qué vas a hacer allá, — Retoma Nia, — no conoces a nadie.

La castaña gira sobre su eje para ir por la mochila y esa otra pequeña bolsa de mano.

—No sé, algo se me va a ocurrir. — Se encoge de hombros—. Tengo ahorros, cuando llegue voy a firmar el contrato con la editorial, Joyce me pasó el contacto de una amiga... ¡Lo importante es que tengo que irme! No puedo quedarme en este lugar un minuto más, no puedo quedarme a esperar a que mi vida se convierta en nada.

El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora