Me saco los audífonos tan pronto llego a mi lugar de destino, los traía puestos para aislarme y evitar las conversaciones invasivas con otras personas. No es lo más sano, por supuesto, y en algún momento voy a tener que enfrentarme a la curiosidad de las personas y hablar abiertamente de lo que me pasó, pero ese día no será hoy, claramente. El jardín de los Donovan sigue siendo el desastre que recordaba, nadie se ha tomado la molestia de limpiar la entrada y sacar los restos de nieve que están derritiéndose poco a poco. La primavera ya llegó y las plantas de Ashley aún no se enteran, están marchitas, por no decir muertas, no tienen ni una sola hoja en pie y todo tiene un lúgubre tono marrón, hasta el césped, y esa decoración que quedó de la pascua que ahora está esparcida por ahí o hecha pedazos muy seguramente por Tesla, le da un toque aún más tétrico. Paso por un lado y subo las escaleras para llegar al pórtico.
Hace mucho no visitaba este lugar, sin ánimo de sonar dramática, pero sí se siente que fue hace una eternidad. La mayor parte del tiempo es Zeke quien va a mi casa, cuando llega mi turno de "visitarlo" elegimos ir por ahí a dar vueltas en su auto, ir por un helado, cosas por el estilo. El punto es, que el día de hoy estaba marcado en mi calendario porque estuvimos días buscando el momento en que sus horarios y los míos coincidieran para podernos ver, por eso estoy aquí, salí de terapia y decidí venir a darle «la sorpresa», así le ahorro el tener que ir a recogerme.
— ¡Voy! — Gritan desde adentro al escuchar el timbre, — ¡La pizza ya llegó, saqué dinero de tu cartera para pagar, luego te lo regreso! — La puerta se abre y aparece Ashley con uno de sus pijamas coloridos, un delantal de flores, unos guantes de hule, su cabello rubio mal recogido con palitos chinos y con la cara cubierta de algo color naranja—. Ah, no es la pizza, eres tú.
No oculta para nada su cara de fastidio al verme. Ashley es una mujer de blancos y negros, nunca términos medios, la amas o la odias, te ama o te odia, y yo pasé de ser amada a ser odiada en un pestañeo.
—Soy yo. — Confirmo—. ¿Está tu hermano?
—Depende, — se cruza de brazos, — ¿Vienes con la intención de joderlo nuevamente o a seguir lavándole el cerebro con toda esa mierda de la sanación?
El problema de Ashley Donovan no es creerse el ombligo del mundo, por supuesto que no, su problema es que no muy a menudo se cruza con personas que le pongan claritos los puntos sobre las ies. Se cree con el poder de pisotear a todo el mundo, como al tonto de Allen, porque nadie es capaz de ponerle límites y justamente por eso hizo match con Lee, Nia, Becky y conmigo, porque jamás nos tragamos ese cuentico de «Soy una diosa inalcanzable e intocable, hagan lo que digo sin chistar».
—Ese no es tu problema, no te metas en dónde no eres bienvenida a opinar. — Se lo digo en tono amigable, pero serio—. ¿Está o no está?
Opta por no contestar, así que entro sin pedirle permiso y sin que esperar a que me lo dé. Tan pronto cruzo la puerta voy hacía la mesa en la que se encuentra Tesla acostada, al reconocerme se levanta, se estira y comienza a maullar para que la cargue.
—No sé en qué momento pensé que dejar que mi hermano se acercara a ti era una buena idea. Debí imaginar que esto pasaría, jamás tuve que haberte permitido entrar en su vida.
Vengo de terapia, vengo con todos mis chacras alineados, y no será Ashley quien arruine mi día, no voy a caer en sus provocaciones, primero porque me parecen estúpidas, inmaduras y una pérdida de tiempo, y segundo, porque no tengo quince años para comportarme como una párvula irracional. Ser sumisa no está en mí, no le permitiré trapear el suelo conmigo, pero tampoco caeré en su juego.
—Si te enteras que no eres Dios y que no manipulas la vida de los demás a tu antojo ¿Cierto? — Agarro a Tesla en mis brazos para llevármela—. Un consejo: Deja de menospreciarlo. No es un niño, es un adulto absolutamente capaz y funcional que puede decidir por sí mismo lo que es bueno o no para su vida. Si de verdad quieres hacer algo por él, empieza respetándolo, ese sería un gran inicio.
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El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
Teen FictionBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.