74. Mi Verdad (II)

35 6 1
                                    


No puedo respirar.

NO. PUEDO. RESPIRAR.

—Betty, cielo. — Abro los ojos, intento enfocar a Brad, pero todo se ve borroso—. Vuelve, cariño, respira, tú puedes, vamos, hazlo como te enseñó mamá.

No, no puedo, esto es más grande que yo. Voy a morir, estoy segura de que me voy a morir, me duele mucho. Me fuerzo a respirar, pero el oxígeno simplemente no pasa, no llega a mis pulmones que lo están pidiendo a gritos.

Me voy a morir.

No podré salir de esta, es demasiado y yo no puedo... no puedo luchar.

—Bea. — Yo sabía que no tenía que venir, yo sabía que no debía venir... — Hey, Pinky.

Por favor que no duela, que sea rápido y no duela... o que me duela a mí, pero no a mi mamá ni mi abuela, por favor. Escucho muchas voces a mi alrededor diciéndome muchas cosas, pidiéndome hacer muchas cosas, pero no puedo hacer ninguna, mi cuerpo ya no responde y mi mente se niega a cooperar, al punto en que el desespero se apodera de mí y empeora todos los síntomas, ya no sólo no puedo respirar, ahora quiero vomitar mientras que todos mis músculos sufren espasmos dolorosos que me hacen gritar y el corazón me late aceleradísimo. Es el peor ataque de pánico de mi vida, prefiero un millón de veces las pesadillas porque mientras no duerma no estarán ahí, pero esto... esto es morir en vida de la forma más agónica y dolorosa posible.

»—Cuenta conmigo, Pinky, — niego y me remuevo entre sus brazos para que me suelte porque estoy sofocándome, — vamos, bonita, sígueme. Uno, dos, tres...

Luchamos y aprovecha su ventaja corporal para desarmarme, pero eso no me detiene y sigo luchando, por un momento logro soltarme y aprovecho para rasguñarle la cara, eso lo detiene por un par de segundos en los que intento huir, pero cuando reacciona vuelve a atraparme y me empuja contra el mesón. Todo en mí se bloquea cuando usando la fuerza me hace dar vuelta, me empuja de nuevo y mi cara acaba sobre el frío mármol, mi mente empieza a prever lo peor.

— ¡Cameron, no, por favor no! — Lloriqueo —. Escúchame, no lo hagas, déjame ir, te prometo que no se lo contaré a nadie sobre esto. Cam, no, por favor, no me hagas esto.

Sostiene fuerte mi cabeza contra el mesón mientras su otra mano se encarga de soltarme el pantalón, aunque en realidad lo único que tiene que hacer es bajarlo porque ya no puedo abotonarlo, mi vientre ligeramente abultado no lo permite. La prenda cae y mi mente simplemente se desconecta del momento como mecanismo de defensa y supervivencia, sé lo que está pasando, pero elijo no vivirlo, ni siquiera lucho y en lo que dura no soy capaz de decir nada, lo único que hago es llorar en silencio.

»—Eso es, estás haciéndolo bien. — Aferro mis manos a su antebrazo enterrándole las uñas—. Vamos, bonita, respira, tu puedes, ya pasó, ya se terminó, tú ganaste.

Inhalo profundo y siento como una bocanada de aire llega a mis pulmones. Esto es horrible, la peor sensación de la vida, es lo peor que alguien puede llegar a vivir y no se lo deseo a nadie. Es fácil luchar cuando tu oponente es tangible y existen medicamentos, exámenes médicos y un sinfín de cosas para atacarlo, pero cuando es invisible al ojo humano, cuando habita dentro de ti y no tienes muchos medios para contrarrestarlo es frustrante. Cuando se rompe la armonía entre tu cuerpo físico y tu mente, es cuando te das cuenta que no hay peor enemigo que tú mismo, porque nadie conoce mejor tus miedos, tus secretos, tus traumas, que tú mismo, y cuando tu cabeza empieza a usar eso en tu contra, la puerta se abre para que toda esa oscuridad se apodere de ti.

— ¿Zeke?

— ¡Shh! — Susurra, — todo está bien, vas a estar bien, ya pasó, amor, lo hiciste increíble ahí dentro.

El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora