Me quiero morir.
Me siento mal.
Fatal.
Terrible.
Horrible.
Como si tuviera la peor resaca de la historia, pero estoy sobria, muy sobria, hace meses que no sé lo que es el alcohol en exceso, las fiestas ni nada de eso, desde que empecé a salir con Zeke estoy sumando puntos para ser declarada santa, hasta mi abuela está asombrada con mi cambio y pregona a los cuatro vientos lo buena influencia que es mi novio. En fin, ya ni sé qué estoy diciendo, sólo ignórenme, me siento más allá que acá, probablemente estoy en mi lecho de muerte.
—Insisto en ir a un hospital. — Arrugo la nariz al sentir el algodón con alcohol de nuevo cerca—. Está muy pálida, eso no es normal ¿Y si comió algo en mal estado y se intoxicó?
No puedo abrir los ojos, los parpados me pesan demasiado y todo lo escucho lejano, siento como si me hubieran drenado toda la energía, estoy agotadísima. Ni siquiera sé dónde estoy, intento recordar, lo juro por Dios, pero estoy muy cansada y lo único que quiero es dormir... y comer, necesito una de esas hamburguesas grasosas que Wyatt pide a medianoche con doble carne, doble queso y muchos aderezos; ah, y papitas, también quiero papitas fritas.
—Te llamas Cameron ¿Verdad? — ¿Nia? ¿Estamos en la escuela? ¿Quién es Cameron? —. Sé lo que estoy haciendo ¿Vale? ¿Qué tal si me dejas hacer lo mío y tú te ocupas de las niñas? Muchísimas gracias por la comprensión.
— ¿Se va a poner bien?
—Las niñas, por favor. — Intento abrir los ojos un poquitico y lo único que logro ver es el logo de ese restaurante de comidas rápidas que Ashley odia—. Se le bajó el azúcar, nada grave, se va a recuperar.
Cierro los ojos y las voces se hacen distantes, distorsionadas e ininteligibles, así que vuelvo a dejarme seducir por Morfeo un ratito más.
»— ¡Ni lo pienses, de eso nada, Beatrice! — El fastidioso olor a alcohol regresa—. Cuando te pongas bien voy a matarte ¿Me oíste? — Balbuceo, o lo intento que es lo mismo, — más te vale tener una explicación para esto y que no sea ni por asomo la que me estoy imaginando.
Siento algo frío y dulce en los labios, al darme cuenta que es agua azucarada los separo y empiezo a beber como si la vida misma dependiera de ello. Parte del líquido se escurre por mi barbilla y acaba mojándome la blusa, pero no me importa, tengo mucha sed, quien sea que me esté dando de beber lo nota también y cuando acabo me sirve más.
—Más, —balbuceo cuando el vaso se aleja, — Más...
—Despierta. — Me palmea la mejilla—. Vamos, Bee, abre los ojos.
Reúno la poca energía que me queda y hago lo que me pide, una vez abiertos lo primero que veo es la cara de Nia casi sobre mí.
»— ¡Oh por Dios, casi me matas del susto, tonta!
¿Ah?
— ¿Dónde estoy? — Me remuevo incomoda y me ayuda a sentarme, — ¿Qué pasó?
No puedo mantener los ojos abiertos mucho tiempo, siento como si un terremoto de máxima intensidad hubiera ocurrido en mi cabeza, todo lo veo doble y me duele hasta respirar.
—No mucho, la verdad, nada más te desconectaste del planeta como quince minutos. — Me agarra del brazo y de un tirón me acerca a ella—. Tú y yo tenemos mucho de qué hablar, señorita.
— ¡Bea! — Me suelta en el instante en que Cameron entra en la habitación. Ni idea de qué hace él aquí... o yo aquí, porque esta, evidentemente no es mi casa. — ¿Te sientes mejor?
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El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
Ficção AdolescenteBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.