BEA
Hay fecha para el juicio y no sé cómo sentirme al respecto. Faltan muchos meses, demasiados, más de doce, pero no puedo evitar sentirme nerviosa desde ya, más aún porque el panorama no es alentador, va a ser un baño de sangre, no literalmente, obviamente, pero no va a ser bonito para nadie y algo me dice que Cameron, su familia y sus abogados están empezando a darse cuenta que esto no será tan simple y fácil como lo pintaron al principio. Deben estar muy desesperados si a estas alturas andan queriendo conciliar para sacar el tema de los tribunales, debe haber demasiado en juego para ellos si pusieron tanto dinero sobre la mesa.
Me indigna que quieran reparar el daño con dinero. Muchísimo, por cierto, con lo que están ofreciendo solucionaría muchas cosas en mi vida, podría pagarme la universidad sin necesidad de un crédito académico, comprar un piso para mí, llevar de vacaciones a mi familia, pagarle sus honorarios a Miranda y aun así me quedaría dinero para invertir o ahorrar; pero el punto no es ese, el punto es que mi integridad física y emocional tenga un precio para ellos, que traten el asunto como cuando un niño rompe la ventana del vecino con una pelota. Me choca que los ricos y poderosos sientan que pueden ponerle precio a la vida de los demás, hacer lo que les dé la gana y luego salirse con la suya. Me indigna de tantas formas posibles que ni sé cómo explicarlo sin que me hierva la sangre.
—Estuve leyendo tu declaración de nuevo anoche, — Miranda deja sus anteojos sobre la mesa. Estamos reunidas en el café de la primera vez, se ha vuelto como algo muy nuestro y ya ni siquiera para hablar sobre el proceso, nos reunimos para hablar en general. No sé cómo pasó, pero nuestra relación ha mejorado bastante—. Caí en cuenta de algo que no había notado antes, pero que podría cambiarlo todo, o sea, ya lo había notado, pero no le había prestado mucha atención y lo ignoré muy rápido, pero puede ser nuestro As bajo la manga.
Dejo de jugar con el papel que contiene la cifra que nos ofrecieron. Es tan grande que casi ni la puedo leer, nunca había visto tantos ceros a la derecha juntos y menos a mi nombre, y como si fuera poco, ofrecieron indemnizar también a mi mamá, a mi abuela, a Zeke, a Brad, a Wyatt, si tuviera perro, seguro hasta a él hubiesen indemnizado. Absurdo.
— ¿Qué cosa?
—Que hay una testigo en todo esto y su versión nos facilitaría el trabajo enormemente, casi que resolvería el caso a favor nuestro, — frunzo el ceño, — la niña. Hannah.
— ¿Qué?
— ¡Claro! Es que si lo piensas ella tiene toda las respuestas, desde que llegaste a su casa hasta que saliste y esa otra chica te encontró, aparte sabe todo lo que pasaba entre su hermano y tú, eso haría caer su versión de que eras tú quien lo buscaba y lo acosaba. Hannah lo cambia todo a nuestro favor.
—Pues sí, pero ella... yo... su hermano... — Digo aturdida—. Con la pulga no. — Zanjo—. Esto es con Cameron, no con ella. No, me niego.
La mamá de Zeke, en términos técnicos mi suegra —jamás tuve una, al menos no una a la que le cayera bien—, me mira molesta por arruinar sus planes, sospecho que ya se estaba preparando para interrogar exhaustivamente a esa pobre criatura de nueve años hasta sacarle la verdad que quiere que todos en la corte escuchen.
—Si no lo hacemos nosotras, ellos lo harán. Es una niña, es fácil manipularla y distorsionarle la realidad, querrá salvar a su hermano a como dé lugar.
—No me importa, son ellos, no yo, — aclaro, — yo no voy a involucrarla en esto para hundir a su hermano. Sí lo hacen es su problema, pero por el cariño que le tengo y por mis principios, no la haré parte de esto, mejor que nadie sé lo traumático que es para un niño pasar por algo así. Ganemos o perdamos quiero mi consciencia tranquila.
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El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
Ficção AdolescenteBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.