34. Sentir

122 8 2
                                    


No me considero valiente, ni una guerrera, ni un ejemplo a seguir ni nada de eso que te dice la gente por haber atravesado algo difícil, por haber sobrevivido y por «Seguir adelante». Para empezar no quiero ser un ejemplo, porque a pesar de que ya tengo la edad suficiente para entender que lo que me pasó no fue mi culpa y que no lo provoqué, igual sigo sintiéndome diferente, en cierto modo sucia, porque la cuestión no es sólo que tocaron tu cuerpo, que hicieron contigo algo que te dolió física y mentalmente, es que el abuso deja una huella tan profunda en ti que ni toda la terapia del planeta logra borrarla por completo. No fue mi culpa, es cierto, pero si cierro los ojos puedo volver en el tiempo a los peores meses de mi vida, puedo sentir su tacto, su olor, puedo escuchar su voz... puedo sentirlo todo de nuevo. 

Me he esforzado por superarlo y sacarlo de mi vida por completo, pero entonces aparecen personas como Jonah, como Cameron y como muchos otros que de nuevo me hacen sentir una cosa, un objeto sobre el que cualquiera puede venir y hacer lo que se le antoje porque es sólo eso, un objeto al que utilizas y descartas después.

Sé que no me comporto como una señorita y mucho menos como una niña bien, pero es lo que yo elijo ser. Si salgo de fiesta, si me visto como me visto, si me pinto el cabello de mil colores, si salgo con muchos chicos, si vivo mi sexualidad, si tengo los amigos que tengo, todo es mi elección, es mi vida y nadie debería juzgarme por mis decisiones, no le estoy haciendo daño a nadie con eso, pero la mayoría elige pensar que lo haces para provocar, para llamar la atención y acaban etiquetándote como «calienta pollas», «puta»; yo lo único que quiero es sentirme normal, vivir de la manera en que quiero vivir, sentirme libre y sin miedo. Es simple, pero tan complicado de entender para muchos.

—Pinky. — Escucho los oxidados escalones metálicos chirrear bajo su peso—. Recordaba esto menos difícil. — Jadea varias veces y luego lo veo caer a mis pies como un bulto de naranjas—. Ouch...

Se queja en el suelo por el golpe que acaba de llevarse, yo por suerte soy pequeña y caí sentada, él en cambio cayó sobre la espalda.

»—Explícame cómo hacíamos para entrar aquí y caber todos al tiempo. — Volteo la cara hacia la pequeña ventana que da a los columpios—. Sabía que te encontraría en este lugar.

—Eso es porque tienes una obsesión enfermiza por mí, a nadie más se le ha ocurrido venir a buscarme aquí.

Salí corriendo y me vi sin muchos lugares a donde ir, sólo me dejé llevar y acabé aquí escondida en uno de los juegos oxidados del parque, específicamente en esa especie de casa del árbol a la que solíamos venir a jugar a la botella lejos de la supervisión adulta.

—No, creo que es porque te quiero y porque me importas muchísimo, — ruedo los ojos, — por eso sé muchas cosas sobre ti.

Toda la estructura vibra cuando se mueve buscando acomodarse en el reducido espacio, luego de mucho moverse logra sentarse a mi lado rozando su brazo con el mío, y sólo ese simple roce enloquece mi frecuencia cardiaca. Él se está metiendo en mí a pasos agigantados y eso me asusta, pero al mismo tiempo me gusta.

»— ¿Me harías un favor? — No respondo, — Podrías explicarme qué paso en casa de los Reed, llegué y todo lo que encontré fue a Lee golpeando a Jonah, a Nia y a Rebecca intentando quitársela de encima y a Ashley gritando histérica.

—Pregúntale a tu mejor amigo, seguro él te lo explica detalladamente.

—Jonah no es mi amigo, — eso si me hace regresar a verlo incrédula, — no lo es si no te respeta, porque entre tú y él, siempre te elegiré a ti.

¡Ah, es que es imposible alejarme si él no coopera!

—Creo que le gustas y por eso me odia.

Me mira entre sorprendido y divertido.

El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora