— ¿Quieres que paremos?
Una oleada de aire frío me golpea de frente al apartarse y dejarme a merced del aire acondicionado. Me siento, tomo uno de los almohadones y lo utilizo para cubrirme el pecho; tal vez si he estado un poquito dispersa, eso explicaría por qué no recuerdo en qué momento mi blusa salió volando, cómo quedé solo en sostén, tengo todos los botones de los vaqueros desabrochados y mi cuerpo me está pidiendo con urgencia una dosis alta de Zeke Donovan en mi sistema.
Nunca digas de esta agua no beberé, porque tarde o temprano estarás ahí. Yo solía burlarme de Nia cuando decía que no podía vivir sin Kian, me parecía ridículo, nadie se muere por nadie, o eso creía; el punto es, que de un tiempo para acá me he dado cuenta que está bien ser autosuficiente y no depender de nadie, pero también está bien necesitar a alguien a veces.
Con Zeke ya dormí, me peleé, me reconcilié, lo he visto de todas las formas posibles en que se puede ver a una persona, su mundo y su entorno ya colisionaron conmigo, ya vimos que «normal» y «tranquilo» jamás serán las palabras para describir algo entre nosotros, pero contra todos los pronósticos y con cien mil cosas en contra aquí seguimos, y con cada día que pasa, esto, que al inicio fue juego para mí y un «tal vez funcione» para él, parece hacerse más fuerte y tornarse en algo serio e importante para ambos.
Sé que es serio para mí porque:
a) Su número telefónico sigue activo entre mis contactos.
b) No ando inventando excusas para no verlo.
c) No dejo sus mensajes en visto.
d) Hacemos planes juntos.
e) Los planes juntos no se basan exclusivamente en el sexo.
f) Lo presenté con mi abuela.
g) Estoy dispuesta a arriesgar el pellejo por esto.
h) Llevamos más de un mes — sin título aún— y no me he aburrido.
i) Puse todos los huevos en esa canasta y no me arrepiento de hacerlo.
La balanza se inclina dramáticamente a favor con tantos puntos positivos contra solo uno negativo: Tengo miedo de sentir demás. Todo lo anterior para concluir que a pesar del miedo natural a salir lastimada, he decidido dar un salto de fe en esta dirección y correr el riesgo. No diré que estoy enamorada de él porque no creo que un sentimiento así nazca de la noche a la mañana, pero sé que es especial para mí, ya no sólo como amigo, protector y hermano de Ash, es especial como hombre, porque Zeke me gusta, porque él no necesita aires de badboy, cuerpo de dios griego, sonrisa de comercial de pasta de dientes, ni un vasto historial sexual para ser perfecto para mí. Me gusta así tal cual es y no le cambiaría nada.
Y se ha metido tan profundo en mí que ahora es parte esencial en mí día a día. En realidad esa es la conclusión, Zeke no es mi adicción, Zeke es mi dosis de paz, de realidad, de deseo, pero también de cariño sincero y sano, porque nos necesitamos, pero no sólo para pasar el rato sino para ser compañeros de viaje como lo llama él.
—Mañana ¿Sí? — Coloco la mano en su mejilla y me acerco a besarlo—. Lo siento.
— ¿Por qué lo sientes? — Le doy LA MIRADA, esa que lo dice todo—. Hacer el amor contigo es una de mis actividades favoritas, pero no la favorita entre las favoritas.
— ¿No? — Niega mientras que sutilmente sus manos van aferrándose a mis muslos para luego arrastrarme suavemente hacia él, — ¿Cuál es entonces?
—Tú. — Me arranca el almohadón y lo arroja lejos—. Observarte, analizarte, escucharte hablar, reír... — cierro los ojos al sentir sus labios en mi mejilla, — suspirar, gemir... — va dejando un camino de besos hasta llegar a mis labios, — discutir, cantar en el auto, en la ducha... hasta verte refunfuñar cuando no entiendes algo en clase me parece interesantísimo.
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El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
Teen FictionBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.