37. Lección Siete

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Guía práctica para mandar todo a la mierda en cinco simples pasos:

1. Asegúrate de tener la casa sola.

2. Invita a un chico que te guste, de preferencia el que peor le caiga a tu mamá.

3. Deja volar tu imaginación.

4. Apaga el celular.

5. Olvida activar la alarma.

Nota: Las consecuencias varían dependiendo lo controladora y paranoica que sea la madre en cuestión.

—Pinky.

Ignoro su llamado y me apuro en terminar de vestirme, en el proceso tropiezo con la mesita de noche llevándome por delante no sólo la única fuente de luz en el cuarto sino también la botella de vino, el par de copas y los condones. La habitación entera es la escena del crimen.

— ¡BEATRICE!

Desisto de buscar el sostén y la blusa, agarro lo que primero se me cruza en el camino y que acaba siendo la sudadera que él traía puesta hace unas horas. Me la coloco y salgo de allí corriendo en busca de la fiera, mejor conocida como mi mamá, mi compañero de crimen sale tras de mí saltando en un pie mientras intenta ponerse las zapatillas. Todo lo que podía salir mal, salió mal, TODO. Lo de los baños y los santos no era broma, cada vez se torna más real.

En mi mente ilusa él y yo tendríamos una noche especial sólo para nosotros. La ocasión hace al ladrón dice mi abuela y es cierto; a mi mamá y a Brad los habían invitado a una boda en otro pueblo, Wyatt se fue con su mamá y mi abuela está instalada en su casa, fue sólo hacer unos pequeños ajustes y listo, metí a Zeke a escondidas para que pasáramos la noche juntos. Preparé bocadillos, abrí una botella de vino de Brad, estuvimos en el jacuzzi, vinimos al cuarto, continuamos bebiendo, hablando, besándonos, tocándonos, tuvimos sexo y nos quedamos dormidos. Y como según yo no volverían hasta mañana en la tarde, ni nos tomamos la molestia de ponernos alguito como para no resfriarnos.

—Angie, respira.

Al entrar a la sala encuentro a mi progenitora hecha una furia, a Brad a su lado intentando calmarla y a mi abuela sentada en uno de los sillones envuelta en un poncho de colores que le regalé por su cumpleaños el año anterior y con una cara de recién levantada imposible de ocultar.

—Puedo explicarlo. — Repito como por treintava vez en los últimos quince minutos.

No sé muy bien por qué están aquí si se supone que quien se casaba era otro médico del hospital y amigo íntimo de Brad, pero regresaron antes de tiempo, estuvieron llamándome, pero mi teléfono en algún punto de la noche murió, eso aunado a lo que haya sucedido en la fiesta alteró más a Ángela y decidieron regresar. El cuadro fue Zeke y yo dormidos, probablemente abrazados, desnudos y con nada más que una sábana encima.

Cuando pregunten cómo inició la Tercera Guerra Mundial las generaciones futuras dirán que por culpa de una adolescente hormonal y tonta que quiso jugar a ser dios y salió crucificada.

— ¡Explicar nada, tú te callas! — El grito hace despertar a mi abuela y asustarse a Bradley que ve a su novia asombrado—. No quiero escucharte, Beatrice, así que mejor cállate, porque entre más hablas más te hundes.

Un golpe seco se escucha tras de mí y al voltear encuentro a mi cómplice de bruces contra el final de la escalera, se levanta como si nada hubiera pasado y viene directico a donde me encuentro, todo mientras la mirada asesina de mi mamá lo sigue de cerca. No le cae ni un poquitico bien, es que basta ser testigo de cómo lo ve para saberlo, la vena que tiene en la frente le palpita y todo. Aterrador. 

El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora